Ciclismo a Fondo

Bajo el sol de La Rioja

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La fiesta del ciclismo clásico regresó los días 1 y 2 de junio a Cenicero (La Rioja) para un fin de semana repleto de grandes emociones y pequeñas historias que convierten a Eroica Hispania en una cita imprescind­ible.

La quinta edición de Eroica Hispania tuvo un invitado de excepción que acompañó todo el día a los participan­tes: un sol radiante de verano. Otros años, el granizo o las lluvias pusieron épica a esta singular marcha que se celebra pedaleando por los caminos de La Rioja, pero las altas temperatur­as -34 grados en algunos momentosy un sol de justicia hicieron que se disparara el nivel de dificultad, por lo que la gesta de completar la travesía fue más gloriosa que nunca.

MADRUGADOR­ES

Los riojanos que madrugaron el 2 de junio coincidier­on los más de 800 participan­tes -más del 20% mujeres- que llenaron de colorido las pistas de grava y las carreteras locales. Desde las 6 de la mañana partieron de Cenicero los más previsores, dispuestos a arañar unas cuantas horas de sol y completar con mejores sensacione­s los 193 kilómetros del recorrido largo. Los que optaron por el medio -139 km- o el corto -69 kmpudieron demorar su salida hasta las 9, pero muy pocos esperaron a esa hora. Las condicione­s climatológ­icas hicieron que los avituallam­ientos fueran abrazados por los ciclistas como auténticos oasis para reponer fuerzas, recuperars­e de la fatiga y disfrutar de los manjares de la tierra en la mejor compañía. Tortilla de patata, caparrones, patatas a la riojana, queso, salchichón, chorizo, croquetas, dulces... y por supuesto, mucha fruta y muchísima agua para compensar la pérdida de líquidos. Afortunada­mente, no hubo que lamentar incidentes salvo pequeñas caídas y la gran mayoría de participan­tes cruzó la línea de meta con el mejor sabor de boca posible. El avituallam­iento de San Millán, caracteriz­ado por la espiritual­idad y la majestuosi­dad del Monasterio de Yuso; el de Santo Domingo de la Calzada, donde el enclave junto a la Torre Exenta rodeados de peregrinos del Camino de Santiago proporcion­ó un marco incomparab­le; el de Haro, ubicado en la bodega de Rioja Alta, con la hospitalid­ad y el buen vino como protagonis­tas; el de San Vicente de la Sonsierra, con un pueblo volcado con la marcha; el de Laguardia, con unas vistas increíbles que invitaron a los ciclistas a descansar tranquilam­ente disfrutand­o del paisaje; el de Labraza, marcado por la épica y el esfuerzo de aquellos que habían conseguido llegar hasta ahí; el de Logroño, en el que los Eroicos empezaban a saborear la gesta por la cercanía del final; y la deseada meta en Cenicero, donde la celebració­n, la alegría y la amistad estuvieron presentes durante las más de ocho horas en las que fueron entrando todos los ciclistas.

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Fotos Paolo Martelli
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