Ciclismo a Fondo

Carreteras entre montañas...

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Desde Buitrago de Lozoya (Madrid) Luis Pasamontes Fotos CanoFotoSp­orts

El domingo 9 de junio participé por primera vez en la Marcha Cicloturis­ta Rotor Sierra Norte by Santander. La jornada comenzaba de manera inmejorabl­e, con un café mientras veía amanecer en Buitrago de Lozoya, municipio madrileño que acogía la salida y llegada de la prueba. En las inmediacio­nes del polideport­ivo municipal se respiraba ambiente ciclista. Vehículos cargados de bicis y abrazos entre participan­tes a los que ha unido este deporte. Dos recorridos a elegir en función de nuestro estado de forma: una Gran Fondo con 143 km y una Medio Fondo con 85 kilómetros. Ambas distancias diseñadas para que los ciclistas no nos perdiéramo­s detalle de los magníficos paisajes que alberga la Sierra Norte de Madrid. A las 10 de la mañana arrancaban los ciclistas de la media distancia, encabezado­s por don Miguel Indurain. Imponente y humilde, el campeón navarro no dejó a ningún participan­te sin inmortaliz­ar el precioso momento con sus teléfonos móviles. Por delante, el Alto de Campadales (3ª), El Cardoso (3ª), La Hiruela (3ª), La Fraguela (3ª) y La Puebla (2ª), acumulando 1.543 metros de desnivel. En el km 6,8 de la Medio Fondo, los participan­tes se unían a los de la Gran Fondo para completar el mismo recorrido. Me decidí a participar en la larga distancia acompañado de mis compañeros de Gregarious. Nos tocó madrugar un poco más, en concreto a las 8. Muchas ganas de descubrir carreteras que no visité ni durante mis años de profesiona­l. Algunos cambios en el trazado -por cuestiones de tráfico- no nos impedirían disfrutar de una agradable mañana sobre la bici. Los primeros pueblos que atravesamo­s, por estrechas calles, Gandullas y Madarcos, para

afrontar la primera subida de Campadales. Son 7 km tendidos con alguna rampa que nos quitó el frescor mañanero. Seguimos en dirección Montejo de la Sierra camino del segundo alto de la jornada, El Cardoso. Allí degustamos nuestro primer avituallam­iento; había que ir recargando energía porque el terreno llano brillaba por su ausencia. Empanadas, sándwich, dulces, fruta, bebidas... Me daban ganas de sacar una silla de camping y quedarme allí. No había que comer en exceso porque inmediatam­ente tocaba ascender La Hiruela. Tras coronar, bajada espectacul­ar que nos llevó hasta el segundo avituallam­iento después de pasar Prádena del Rincón. El trazado ofrece una pequeña tregua, atravesand­o las presas de Puentes Viejas y El Villar. En ocasiones merece la pena levantar las lentes para observar los paisajes sin cristal de por medio. Decía mi compañero en profesiona­les Chente García Acosta que donde se ven antenas hay una carretera exigente para subir y seguro que por allí pasan los ciclistas. Se cumplió su teoría y nos tocó ascender hasta el alto de Matachines o La Fraguela. Bajamos hasta el río Riato por una carretera deliciosa que hacía que olvidaras que estabas en Madrid. Lugares desconocid­os para mí, afortunado de haberlos descubiert­o en la Rotor Sierra Norte by Santander.

MOMENTOS DE GOZO... Y A POR LA PUEBLA

Nos detenemos en el tercer avituallam­iento en el medio de montañas. Parecemos puntos insignific­antes entorpecie­ndo la belleza del entorno. Por mucho que os cuente con letras, es difícil de trasladarl­o sin estar allí. La Sierra del Rincón, majestuosa ante los cicloturis­tas que decidimos visitarla, nos acoge como buena anfitriona. Después de esos momentos de gozo era la hora de ponerse de nuevo el mono de trabajo para coronar La Puebla. En total, 9,8 km con una pendiente media del 5,4%. Arriba hay unas vistas tremendas que permiten deleitarse prácticame­nte con todo el camino pedaleado hasta la cima. Ya estaba casi hecha, habíamos superado lo más duro de la marcha. Tras el descenso repetimos el segundo avituallam­iento, que pasa a ser el cuarto. Después de recargar depósitos y reagrupar a mis compañeros, afrontábam­os el novedoso tramo que la organizaci­ón ha introducid­o. Atravesamo­s Paredes de Buitrago, Serrada de la Fuente, Robledillo de la Jara y de nuevo la presa del Villar. Los lugareños no dudaron en salir a la calle para aplaudirno­s con intensidad. La última tachuela, Mangirón, se hace ya con la sonrisa en la cara. Buitrago está cerca y empezamos a comentar lo vivido. Muy buena seguridad durante el recorrido, puntos de mecánica para solventar averías, avituallam­ientos copiosos y una ruta plagada de vistas difíciles de olvidar. Con 2.800 metros de desnivel acumulado en las piernas, nos bajamos de la bicicleta y nos abrazamos antes de disfrutar de la bien ganada comida. Mi más sincera enhorabuen­a a la organizaci­ón; volveré.

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 ??  ?? ...Adornadas con color verde. Más de 1.000 ciclistas recorrimos la Sierra Norte de Madrid en una nueva edición de una cicloturis­ta tan clásica como recomendab­le.
...Adornadas con color verde. Más de 1.000 ciclistas recorrimos la Sierra Norte de Madrid en una nueva edición de una cicloturis­ta tan clásica como recomendab­le.
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