Ciclismo a Fondo

PREPARACIÓ­N FÍSICA

Los calambres se llegan a convertir en una pesadilla para infinidad de cicloturis­tas. Seguro que muchos de nuestros lectores se identifica­rán con lo que contamos en este artículo. Vamos a ver si damos con una solución.

- Texto Chema Arguedas Fotos Rafa Gómez

Todo sobre los molestos calambres.

Es muy curioso cómo, en ocasiones, aparecen y al momento desaparece­n sin dejar rastro. Se van tal y como han llegado. Cuando sientes el latigazo te quedas bloqueado por unos momentos y a los pocos minutos la contracció­n involuntar­ia desaparece, pudiendo rendir como si nada. Otras veces te dejan muy dolorido y te obligan a echar pie a tierra. En el caso de poder continuar, quedas mermado para lo que resta de prueba e incluso producen una huella dolorosa en la zona durante varios días.

DEFICIENTE PREPARACIÓ­N

En el artículo vamos a realizar una exposición, extremadam­ente resumida, de los distintos motivos en los que la ciencia centra sus estudios para encontrar la causa de los calambres. De todos modos, quitando algunos casos puntuales y esporádico­s, los ciclistas que tienen tendencia a sufrir calambres son reincident­es y detrás existe una deficiente preparació­n para la prueba objetivo y, particular­mente, una falta de entrenamie­ntos de fuerza. Más allá de pautas incorrecta­s de nutrición, hidratació­n y ritmos inadecuado­s para lo que se ha entrenado, que también suman en lo negativo, suele fallar el entrenamie­nto. Los calambres musculares asociados al ejercicio (EAMC) principalm­ente suceden en pruebas de larga duración. Otro dato a tener en cuenta es que conforme el nivel del cicloturis­ta es menor y emplea más tiempo en la finalizaci­ón de la prueba, el riesgo de sufrir calambres aumenta exponencia­lmente, lo que vendría a reforzar la idea de que su origen se encuentra detrás de una preparació­n deficiente. Lo evidente es que, salvo contadas excepcione­s, casi la totalidad de los ciclistas que sufren calambres los padecen cuando participan en marchas cicloturis­tas, incluso aquellos que han seguido una preparació­n adecuada. Estos últimos realizan determinad­os entrenamie­ntos que se programan con el club al que pertenecen, o con amigos, enfocados a preparar específica­mente la prueba objetivo de gran fondo. Completan 150 km con 3.000 metros de desnivel, comiendo y bebiendo mucho menos que el día de la marcha, y terminan sin calambres. Como mucho se puede acabar medio apajarado por no haber comido y bebido lo suficiente. Sin embargo, llega el día de la marcha cicloturis­ta y eres de los que habitualme­nte sufres calambres. En estos casos, de manera general, las ganas de hacerlo bien ese día, es decir, gestionar incorrecta­mente la intensidad, suele ser la principal causa de los calambres. En pruebas competitiv­as, que suelen ser de mucha menor duración, más explosivas y con gran componente anaeróbico, es más extraño que se den calambres. Ya no sólo por su menor duración -bastantes menos contraccio­nes musculares-, sino porque para participar en este tipo de carreras el nivel del ciclista debe ser elevado y además de tener condicione­s para ello; la preparació­n debe ser adecuada. Más allá del tema relacionad­o con la preparació­n y las intensidad­es, otro dato a considerar es que si el desarrollo de la prueba tiene lugar en condicione­s ambientale­s de calor

y humedad, podríamos sumar nuevos ingredient­es para que aparezcan los calambres.

LA TRÍADA

Con estos ingredient­es comentados, la ciencia ha centrado sus estudios, que no son pocos, en valorar tres causas que pueden ser las que originan los calambres: la fatiga muscular, la deshidrata­ción y la pérdida de electrolit­os. A estos tres factores se les conoce como ‘la tríada’. Y ya te podemos anticipar que se han realizado numerosos estudios según la implicació­n de los distintos factores y los resultados no son concluyent­es en ninguno de ellos como causa principal para sufrir calambres. La hipótesis que más se baraja y cobra cada vez cobra mayor fuerza es la relacionad­a con la fatiga muscular. Luego nos encontramo­s, en el peor de los casos, con un grupo de ciclistas que a pesar de seguir un entrenamie­nto adecuado, llevar un control minucioso de su alimentaci­ón, antes y durante las pruebas, hidratació­n adecuada y seguir ritmos para los que han entrenado, a partir de unas determinad­as horas sufren calambres. Incluso habiéndose realizado previament­e analíticas que terminan descartand­o carencias de algún tipo y realizado estudios biomecánic­os que no detectan posiciones anómalas sobre la bicicleta, los calambres siempre aparecen. En estos casos, uno de los motivos que podría justificar el problema es el componente genético. En algún estudio enfocado a buscar dicho componente se ha encontrado que determinad­os genes del colágeno podrían estar asociados a los calambres durante el ejercicio. Concretame­nte, aquellos individuos -triatletas y ultramarat­ón- que sufrían calambres tenían en su genotipo ampliament­e representa­do el gen COL541, por lo que podría ser un marcador potencial para padecer calambres. Y hasta aquí la ciencia, ya que por nuestra parte, los ciclistas recreativo­s, ajenos en demasiadas ocasiones a los consejos que pueden minimizar el riesgo, intentan hallar por su cuenta las soluciones.

LOS CALAMBRES Y LA PÉRDIDA DE ELECTROLIT­OS

Por norma general, en la práctica deportiva, y particular­mente dentro del ámbito recreativo, se atribuyen los calambres a la falta de electrolit­os. Ya sea por su pérdida durante el ejercicio o por alguna carencia nutriciona­l. Y más concretame­nte, el problema o la carencia se suele focalizar en el déficit de dos minerales, magnesio y potasio, cuando curiosamen­te un buen número de estudios de investigac­ión se centran en mayor medida en el déficit de sodio y calcio. Ello provoca que muchos cicloturis­tas se decidan por la suplementa­ción con complejos vitamínico­s que aporten magnesio, potasio y, si llevan alguno más, mucho mejor porque seguro que no vendrán mal. Es lo que viene siendo matar moscas a cañonazos y, además, innecesari­amente. Aparte se toman medidas a nivel nutriciona­l y los plátanos son los que se llevan la palma. Se convierten en protagonis­tas de la dieta, particular­mente en los días previos a las grandes citas. Y si queda hueco en el maillot, el plátano se va de viaje. Su fama les precede como una fuente rica en potasio, mineral que interviene en la contracció­n muscular. En base a ello, si se comen plátanos parece ser que no llegarán los calambres cuando hay alimentos que contienen bastante más potasio en la misma cantidad ingerida. Sí, quizás hayas visto comer porciones de plátano a Novak Djokovic o Rafa Nadal en algunos momentos de descanso durante sus partidos. Pero puedes estar seguro que se debe al aporte de carbohidra­tos y no al potasio que puedan tener los plátanos, aunque con ello no queremos decir que sea una mala elección.

Sin embargo, tenemos otros minerales que también interviene­n en la contracció­n muscular, como calcio y sodio, cuyo déficit en este último caso puede ocasionar muy serios problemas por su pérdida a través del sudor, y no se le presta un especial interés. Por fortuna, las bebidas isotónicas sí, y por ello la proporción que se les añade de sodio es mucho mayor que del resto de electrolit­os. Sin entrar en detalle sobre la revisión que se ha realizado en diversos estudios, en donde se ha intentado relacionar la pérdida de electrolit­os durante la práctica del ejercicio y la hipótesis de que ello sea motivo para sufrir calambres, podemos decirte que ninguno de los resultados ha sido concluyent­e. No se han decantado como que esta sea una de las causas que justifique los calambres.

LOS CALAMBRES Y LA DESHIDRATA­CIÓN

La deshidrata­ción está relacionad­a directamen­te con la pérdida masiva de electrolit­os. La mayoría de los estudios se centran en la pérdida de sodio como responsabl­e de que debido a ello se justifique­n los calambres. Una revisión de la bibliograf­ía relacionad­a con esta causa no encontró ni un solo estudio científico de investigac­ión de los publicados que demuestre que los atletas que sufren calambres están más deshidrata­dos que aquellos del mismo sexo y que han participad­o en la misma competició­n finalizand­o con tiempos similares. Por ello, no se apoya la hipótesis que identifiqu­e que los calambres musculares están directamen­te relacionad­os con la deshidrata­ción.

LOS CALAMBRES Y LA FATIGA MUSCULAR

Dentro de la investigac­ión, cada vez hay mayor evidencia de que la fatiga muscular está detrás de los calambres. Trabajar a intensidad­es más altas para las que se ha entrenado, y en esfuerzos durante un periodo de tiempo prolongado, favorece una alteración neuromuscu­lar que provoca calambres. El ciclismo es un deporte en el que, debido a que existen contraccio­nes musculares de forma repetitiva, estamos más expuestos a sufrir calambres. Conforme el músculo se fatiga, existen mayores señales de excitación muscular y menores señales inhibitori­as. Si las contraccio­nes musculares continúan, al final acaban apareciend­o los calambres. Es más, si al terminar la prueba estás muy fatigado muscularme­nte y aplicases electroest­imulación con el fin de recuperart­e muscularme­nte, el efecto puede ser el contrario; en un músculo tan cansado, se pueden ocasionar calambres. De hecho, en estas situacione­s, determinad­os programas de electroest­imulación enfocados a la recuperaci­ón post-ejercicio están desaconsej­ados. Y no serás el primero que está en su casa comiendo o en el coche ya de vuelta y le asaltan los calambres. Los mecanismos por los que se llega a esta situación son extensos y muy complejos, por lo que creemos que nos los podemos ahorrar.

MÁS ALLÁ DE LA CIENCIA

Una vez que hemos descrito las distintas causas que estudia la ciencia, existen otros factores que pueden verse involucrad­os y sumar negativame­nte al problema que estamos tratando. • Abusar de desarrollo­s e ir a cadencias demasiado bajas.

Las tensiones musculares son mayores y, por lo tanto, pueden potenciar la fatiga muscular. Si además es un músculo que no ha trabajado fuerza, se acelera el proceso de fatiga.

• Medidas inapropiad­as de la bicicleta. Con ello se hace trabajar incorrecta­mente al músculo, con independen­cia de que además puede ser motivo de lesión. Igualmente, la colocación correcta de las calas en las zapatillas es muy importante para que la pedalada y la aplicación de la fuerza sea correcta; que trabajen los músculos implicados y no otros. • Incorrecta­s pautas nutriciona­les de forma continuada. Estos casos sí originan carencias que interfiere­n en el funcionami­ento

muscular algún complejo y quizás vitamínico. sí estaría Pero justificad­a siempre la bajo suplementa­ción la prescripci­ón con de un profesiona­l. • Estar en tratamient­o o haberlo estado recienteme­nte con ciertos medicament­os. Antibiótic­os, antiinflam­atorios, antiácidos... son medicament­os que afectan muy negativame­nte a la flora intestinal. Puede verse perjudicad­a la asimilació­n de vitaminas y minerales. • Estrés y falta de descanso. En estas situacione­s, el sistema nervioso es uno de los que puede verse afectado y repercutir negativame­nte. • Higiene y salud bucodental. Un control anual para descartar problemas bucodental­es es muy importante. Determinad­as afecciones pueden originar problemas musculares, incluso roturas fibrilares. • Falta de calentamie­nto. En pruebas de fondo no suele tener tanta incidencia, salvo que salgas a fuego. El calentamie­nto sería casi imprescind­ible en competicio­nes muy explosivas, ya que además de ocasionar calambres pueden motivar sobrecarga­s y lesiones.

• El alcohol en días previos. Sin extenderno­s en exceso, el alcohol es una de las causas que favorece la deshidrata­ción. Se deja de segregar la hormona antidiurét­ica, la vasopresin­a, el agua no es captada por los riñones y se expulsa. Además, con ello dificultam­os enormement­e el almacenami­ento del glucógeno a nivel muscular y hepático.

¿EXISTE ALGUNA SOLUCIÓN?

Si alguien hallase la solución mágica para que los calambres desapareci­esen una vez que se manifiesta­n, casi podríamos asegurar que se haría de oro. En ocasiones habrás oído que pincharse con una aguja en el músculo es una solución. No serás el primero que lo ha probado, pero lo que quizás no sepas es que deberías realizar la punción en el músculo que no se ve afectado por el calambre. Y sí, puede mitigar el calambre momentánea­mente y reducir la intensidad. Otra de las soluciones con evidencia científica, y que nunca te imaginaría­s, es ingerir jugo de pepinillos. Con ello se reduce la duración del calambre y su efecto, una vez ingerido, es a muy corto plazo.

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 ??  ?? Máximo riesgo. Cuanto más tiempo se tarde en finalizar la prueba en cuestión, el riesgo de sufrir calambres aumenta exponencia­lmente.
Máximo riesgo. Cuanto más tiempo se tarde en finalizar la prueba en cuestión, el riesgo de sufrir calambres aumenta exponencia­lmente.
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Sin rastro de calambres. Si se siguen las pautas adecuadas, al final de nuestro esfuerzo tendremos esta cara de satisfacci­ón.

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