LA INDURAIN
Cita con un mito del deporte español y con su cicloturista.
El regreso del recorrido tradicional, tras las obras que impidieron ascender Belate el año pasado, marcó una calurosa -y lluviosaedición que batió récords de participantes. "Cuando las cosas se hacen bien y los resultados lo reflejan, no hay que hacer muchos cambios", asegura Miguel Sabalza, la cabeza visible de la organización de la marcha cicloturista La Indurain, a los periódicos locales cuando le preguntan por futuras novedades en los recorridos. Los datos le respaldan, ya que, desde que la marcha trasladó en 2013 su centro neurálgico desde Bera de Bidasoa a la localidad natal de Indurain, el evento no ha parado de crecer. No sólo en el número total de participantes, que en esta edición alcanzó los 2.200 cicloturistas, sino también en la cantidad de inscritos que acuden tanto de fuera de Navarra como extranjeros, un indicativo de la buena salud de una marcha que, sin duda, cuenta con la figura del pentacampeón del Tour de Francia -y su infinita paciencia y predisposición para pararse, charlar y fotografiarse con todo aquel que se lo pidecomo principal atractivo. Sin embargo, el imán de la figura de Indurain no sería sostenible sin una organización que está al nivel de las mejores marchas de nuestro país y que es impecable en los aspectos fundamentales: seguridad, con multitud de voluntarios advirtiendo de cruces o pasos peligrosos, y avituallamientos, en los que no falta de nada -geles y barritas incluidas-. A ello hay que sumar una zona de exposición que crece año tras año con la apuesta de diferentes marcas y que hace que desde el día previo Villava se convierta en una fiesta del cicloturismo, con la marcha familiar como colofón para que disfruten los más pequeños acompañados de Indurain.
INVITADOS DE HONOR
El regreso del puerto de Belate en el recorrido más largo, de 180 km y 3.000 metros de desnivel, después de que el año pasado se modificase el trazado por obras, era la novedad en una edición en la que Óscar Pereiro fue el homenajeado y a la que también se apuntaron otros exciclistas como Igor Astarloa, Joan Llaneras, Dani Clavero y el sprinter del Euskadi-Murias, Enrique Sanz. La vuelta al recorrido original significaba también que los participantes tenían que afrontar la carretera de los túneles de Aoiz y Begoña, representada sólo por tres pequeños picos en la altimetría de la ruta larga, pero con tres ascensiones que son mucho más exigentes que un simple calentamiento para lo que vienes. Superado el primer escollo, la marcha remonta el río Irati, pasando por el avituallamiento de Olaldea -abarrotado esta vez para coger agua por el caluroso comienzo de marcha- hasta Garralda. El encadenado de Pizea y Mezquiriz sí resulta un buen calentamiento para la ascensión de Erro, apenas 2,5 km al 5% y cuya bajada, con un par de curvas traicioneras, marca la separación entre los dos recorridos: en la corta, restan 18 km muy favorables hasta meta; en la opción larga, este punto es el comienzo de la zona más complicada y abre la puerta a las subidas de Egozkue -casi 6 km al 5,5% por una carretera estrecha- y Belate, que empieza por la carretera nacional que une Pamplona-Irún, pero cuyos últimos kilómetros son muy tranquilos por la ausencia de tráfico. El sofocante calor dio paso a una cerrada niebla que poco a poco se convirtió en una llovizna intensa y que nos acompañó intermitentemente en el descenso de Belate y en los posteriores ascensos de Ziga y Artesiaga, el puerto más duro de la marcha con 15 km al 5%. Sobre el papel es suave, pero cuando comienzas a ascenderlo con 135 km parece que ese porcentaje es muy superior. El inicio es asequible, pero del kilómetro 3 al 7 las rampas se mantienen constantes en torno al 7%. La parte intermedia es ligeramente menos exigente, aunque se alternan descansos con repechos, y la acumulación de kilómetros comienza a hacer mella antes del regalo final, el último kilómetro y medio con rampas en torno al 10%. La niebla y la fina lluvia nos impidieron disfrutar del avituallamiento -con ganas nos hubiésemos sentado un buen rato- y, tras una nueva bajada complicada, llegamos al punto en el que nos separábamos horas antes del recorrido corto. Tocaba reagrupar y buscar compañeros para rodar hasta la meta, donde nos esperaba el sol; la comida final; Indurain, que de nuevo demostró que se mantiene en buena forma rodando en cabeza; y una pantalla gigante con la etapa del Tour y los comentarios de Juan Mari Guajardo. Ahora sí, a disfrutar.