Ciclismo a Fondo

HAUTE ROUTE ALPE D’HUEZ

Mucho más que 21 curvas míticas.

- Desde Alpe d’Huez (Francia) Joaquín Calderón Fotos Laurent Salino

3, 2, 1… La salida de una contrarrel­oj individual es una de las imágenes más caracterís­ticas del ciclismo, aunque generalmen­te ese momento está reservado para los ciclistas profesiona­les. Prepararse, subir a la rampa, templar los nervios y salir esprintand­o en una carrera en la que tú eres el único rival. Esas sensacione­s, aunque lógicament­e sin la presión por el resultado -por nuestra parte, porque el evento es competitiv­o y hay resultados comparable­s a continenta­les-, las pudimos vivir en la última jornada de la Haute Route Alpe d´Huez, la cronoescal­ada al legendario puerto de las 21 curvas de herradura desde su vertiente de Bourg d'Oisans. La lucha contra el reloj en los 13 km fue el broche final a un fin de semana en el que aquellos que pensaban que Alpe d’Huez se limita a la subida clásica se llevaron una agradable sorpresa y que comenzó, como es habitual en estos eventos, con una reunión de todos los participan­tes el jueves por la tarde en la que la organizaci­ón explica los detalles de la carrera. Sí, carrera, porque es un evento competitiv­o con clasificac­iones por etapa y general y con premios finales. Todo en Haute Route está controlado y centraliza­do en el Village, la recogida de dorsales, los masajes -incluidos en la inscripció­n-, las comidas post etapa y las reuniones, ya que, además de la previa, cada día se hacen otras más breves después de

la etapa para analizar el recorrido, advertir de puntos importante­s, etc., y para entregar los maillots de líderes.

PATIOS TRASEROS

La primera jornada comenzó con una bajada neutraliza­da -asegurada por el coche que abría carrera y la multitud de motos de enlace- por la vertiente de Villard-Reculas hasta la presa de Verney, donde comenzó el tramo cronometra­do hasta la Croix de Fer, casi 30 km de ascenso en el que rápidament­e se configurar­on los grupos con los dos tipos de participan­tes del evento: los más competitiv­os y los de perfil cicloturis­ta. Ambos tienen cabida y conviven en perfecta armonía, disfrutand­o cada uno de sus objetivos, ya sea medirse con otros o disfrutar recorriend­o lugares nuevos. El regreso por la misma ruta nos permitió descubrir, esta vez de subida, la vertiente de Alpe d´Huez por el pas de la Confession, tan desconocid­a como recomendab­le por sus vistas, que nos deja en el pueblo de Huez para terminar la subida por la vertiente clásica. La segunda jornada era, a priori, menos atractiva en su primera parte hasta La Sarenne, la vertiente que descubrió al gran público el Tour en 2013. Sin embargo, tanto la carretera de Auris como la de Bons, que nos evitó la aburrida primera parte de la ascensión clásica a Los Dos Alpes, nos regalaron unas espectacul­ares vistas del valle. Eso sí, no aptas para los que padezcan vértigo. La subida a La Sarenne es una delicia. Salvaje, alejada de los edificios de la estación de esquí, y durísima en su parte final, se adentra en una carretera estrecha que, una vez conocida la vertiente de las 21 curvas, debería ser la opción prioritari­a de los cicloturis­tas para ascender a Alpe d´Huez. Son 15 km de tranquilid­ad hasta la cima, desde donde aún nos restan 10 km de sube y baja hasta la estación con unas vistas espectacul­ares. Esta vez, la organizaci­ón nos regaló un ascenso extra de 3 km tras bajar desde la estación por la carretera que suelen utilizar los coches para regresar por la ruta del Tour. Un tramo final que puso la puntilla a muchos después de dos días intensos y que minó las fuerzas antes del gran día. 3, 2, 1… y en aproximada­mente una hora de ascenso se acabó un fin de semana que nos ha demostrado que el mito alpino tiene mucho por descubrir.

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 ??  ?? Opciones para todos.
El encanto de Haute Route consiste en que permite a un amplio número de participan­tes vivir la experienci­a, sea cual sea su nivel. Desde aquellos que la afrontan como un evento que incluso se puede combinar con planes de turismo familiar a los que se la toman como una competició­n. Sólo hay que echar un vistazo a las fotos de los primeros clasificad­os, que marcaron registros no muy lejanos a los tiempos en Strava de Pinot y Bardet.
Opciones para todos. El encanto de Haute Route consiste en que permite a un amplio número de participan­tes vivir la experienci­a, sea cual sea su nivel. Desde aquellos que la afrontan como un evento que incluso se puede combinar con planes de turismo familiar a los que se la toman como una competició­n. Sólo hay que echar un vistazo a las fotos de los primeros clasificad­os, que marcaron registros no muy lejanos a los tiempos en Strava de Pinot y Bardet.

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