Shock en el Iseran
Creo que el de arriba es el título que mejor resume el Tour de Francia de 2019. Tenía otros en una lista elaborada a lápiz y en la que según se iban desarrollando las etapas, algunos iban perdiendo fuerza e, incluso, credibilidad.
El Tour de Alaphilippe, Tour descompensado, un Tour sin Sky, un Tour con amarillo galo, el Tour de Pinot, el Tour del prometer, el Tour del tridente, el Tour del fracaso, el Tour de no saber cuál es tu sitio, el Tour de las excusas, el Tour del orden, el Tour de la productividad, el Tour de las ausencias, el Tour en progresión, el Tour del Tourmalet, el Tour del adiós con victoria, el Tour del mercado, el Tour para recular, el Tour del tirarte en marcha, el Tour de saber admitir, el Tour de la gloria, el Tour de un nuevo ciclo, el Tour de la comparativa, el Tour de la precipitación, el Tour de los egos... ¿Se os ocurre alguno más? Algunos son positivos, otros no tanto, pero es que la carrera ha sido así. Muchos aspectos a valorar y, lógicamente, a desarrollar. Lo que partió del templo del todopoderoso emperador belga prometiendo explosividad y una guerra feroz cuerpo a cuerpo, poco a poco se fue emplazando a un final apretado en los Alpes. Del mucho al nada, igualdad máxima tras la crono, corta y sinuosa, no tan difícil para los escaladores, y unos Pirineos con movimiento, aunque no excesivo, dejaron la carrera para su último asalto. Sky, ahora Ineos, no es lo que era, de acuerdo, pero continúa siendo productivo gracias a su orden. Movistar Team fue sin duda el mejor equipo, aunque por momentos con el guión algo mojado y la tinta corrida. Un Alaphilippe deslumbrante y un Pinot rematador hacían soñar con el amarillo a la parroquia gala. Los que gratuitamente prometían podio, menospreciando lo que esto significa y cuesta conseguir, finalizaron en su posición natural. Le Tour c’est le Tour.
Jumbo-Visma y Groupama-FDJ cogieron la responsabilidad, fieles a sus objetivos definidos. Muchos protagonistas en el día a día, aunque dos determinantes en el trabajo en equipo: De Plus (Jumbo) y Gaudu (Groupama). Pinot se tuvo que ir a casa por lesión en vísperas de París sin completar su objetivo, mientras Jumbo sabía lo que tenía que hacer. Bardet maquilló su situación con un maillot a topos, poco botín para un corredor que buscaba el amarillo y desconectó ya en la sexta etapa. Los que no mostraron flaqueza fueron los Bora-Hansgrohe.
PIEDRA A PIEDRA
Y llegó Bernal. Segundo plato de un menú cargado de dudas. Kwiato muy justito, Poels no es el mismo, Rowe a casa, Moscon no está y Thomas marcaba sus opciones. Este año no hubo monopolio y más de uno se quejaba de que quien debía coger la batuta era Ineos. ¿En qué quedamos: antes bloqueaban y ahora no lo aprovechamos? Poco a poco, piedra a piedra, esculpieron un maillot amarillo que por primera vez, y no será la última, viaja a Colombia. A los puristas decirles que las jerarquías también se rompen y la carrera siempre pone a cada uno en su sitio. Y sí, todo se precipitó en el Iseran. La carrera no podía continuar, era imposible. No hay vencedor de etapa y los tiempos oficiales son los del alto. La estrategia de Ineos de lanzar por delante a Bernal da sus frutos y es el nuevo líder. El descontrol y el nerviosismo se apoderan por momentos del circo. Comunicaciones de la dirección durante la bajada, mensajeros en moto jugándose el tipo y mientras, los ciclistas arriesgando la vida con la carrera cerrada. De las imágenes del granizo pasamos al desastre del desprendimiento. No había vuelta atrás. El Tour ya miraba a Val Thorens como punto definitivo. El podio a una carta. Ineos, dentro de su flaqueza pero con el orden y la serenidad que les caracterizan, salvó el día con creces. Jumbo-Visma, sensacional, metió a Kruijswijk en el podio gracias al cantado desfallecimiento de Alaphilippe, que nos ha conquistado a todos. Movistar Team lo intentó a su manera. Soler, Nairo, Landa y Valverde... cada uno a su bola, pero lo probaron. Bernal gana su primer Tour y Thomas es segundo, máxima productividad. Durante la primera semana de julio es fácil prometer el podio, incluso creértelo dentro de esa metodología de autoconvencimiento y motivación de los equipos. Otra cosa es la realidad. De salida, y así lo escribí, mi favorito era Geraint Thomas. Sabía lo que era ganar el Tour y, pese a no llevar una buena temporada, era quien más opciones tenía. Yo ya pienso en el Tour 2020.