Ciclismo a Fondo

Je suis desolé

- Texto Ainara Hernando Foto Luca Bettini/Bettini Photo

Él, que nunca se vio como un ganador del Tour de Francia. "Mi carácter no está hecho para eso". Él, con sus enfermedad­es y sus debilidade­s mentales. Las tres retiradas anteriores de la ronda gala, la del Giro cuando iba tercero y una neumonía lo arrastraro­n al agujero negro de un principio de depresión. Él, el antidivo que vive en una granja cuidando de sus vacas y sus ovejas con el aire despistado que lleva dibujado en el rostro. "Me gusta mi vida tal y como es ahora. Es la vida que soñé y sé que si gano el Tour no volveré a tenerla. El francés que vuelva a conquistar­lo se convertirá en una estrella. ¿Quiero serlo yo?", se pregunta, y él mismo pronuncia la respuesta en voz alta: "No". Con todo eso, él, Thibaut Pinot, podio en París en 2014 con 24 años, estuvo más cerca que nunca de ganarlo con 29, de convertirs­e en esa estrella que aborrece. Después de quedarse cortado por los abanicos en Albi y perder más de un minuto y medio, la remontada de Pinot no sólo fue antológica, sino que levantó del sillón a todos, sus seguidores y los que no. Sacó su lado más salvaje y hermoso, desde la crono de Pau hasta el final de los Pirineos. Voló para coronarse en el Tourmalet y tras el primer bloque de montaña ya era el rival mirado por todos, a 1’50’’ del amarillo de Alaphilipp­e. "Mi único rival soy yo mismo". Ya empezó a creérselo. "Ahora veo que soy capaz de ganar el Tour", confesó entonces. Y más. Por primera vez, lo quería de verdad. Lo deseaba. Y entonces, la desolación, la tristeza. El corazón roto. Con el arranque de los Alpes y todas las miradas puestas en él, evitó una caída por poco. Salvada. Pero se llevó un recuerdo, un fuerte golpe en su muslo izquierdo que, lejos de calmarse, fue a más y derivó en una rotura en el vasto interno. En la antepenúlt­ima -y luego neutraliza­da- etapa, Pinot explotó de inicio. Por la mañana, antes de partir tenía dificultad­es incluso para subir las escaleras del hotel. Cuando cogió su bici, las piernas le indicaron que allí se acababa todo. Que esta vez tampoco iba a ser. Una más. En el Montée d’Aussois empezó a sufrir un dolor insoportab­le y se fue dejando caer. Cuando la diferencia rozaba los cuatro minutos, decidió terminar con su calvario. Toda la crueldad en la imagen más impactante del Tour de Francia. Entre lágrimas, Pinot se bajó de la bicicleta como podía, a lágrima viva. Y no lo hacía por el dolor, sino por no poder seguir sufriendo. "Estaba convencido de que iba a ganar el Tour, porque nada iba a pararme, pero ya nunca lo sabremos y necesitaré un tiempo para aceptar todo esto -dijo-. Es la mayor decepción de mi carrera, estoy seguro de que lo hubiera conseguido". Lo que sí es seguro es que, hasta en medio de la derrota, Thibaut Pinot, que anunció que volverá a intentar el asalto al Tour en 2020, se hizo grande y conquistó un pedacito de los seguidores que aman el ciclismo tanto como él.

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