Ciclismo a Fondo

Premio a la confianza

- Texto Fran Reyes Foto Luca Bettini/Bettini Photo

André Greipel recogió diez victorias al sprint en sus primeros cinco Tours de Francia con LottoSouda­l. Por eso, cuando en 2016 el triunfo se resistió, su equipo siguió confiando en él, preparándo­le cada sprint, hasta que ganó en París. Lo mismo ocurrió en 2017, aunque esa vez Dylan Groenewege­n frustró el final feliz en los Campos Elíseos. Y lo mismo ocurrió el año pasado, que Greipel no ganaba y el equipo seguía confiando en él y trabajando en su pro, hasta que se retiró en Alpe d’Huez. Lástima que 2018 fue, también, un año difícil. Lotto-Soudal fue sacudido en su cima por la labor de un nuevo CEO, Paul de Geyter, que queriendo hacer su proyecto casi deshace todo lo construido por Marc Sergeant a lo largo de tres décadas. La principal víctima de este proceso fue el propio Greipel. De Geyter optó por no renovar su contrato cuando el alemán quería quedarse para ayudar a su sucesor, Caleb Ewan, y el núcleo del equipo también deseaba que el Gorila siguiera en su seno. "Es un caballero", le despidió Sergeant cuando se oficializó su fichaje por ArkéaSamsi­c, formación de dispendio alegre y dirección errática. "Nuestra relación ha estado marcada por el diálogo, la paciencia, la confianza y el respeto mutuo. Así seguirá siendo". Conociendo esta historia, no es extraño que Lotto-Soudal continuara volcado en Caleb Ewan después de cuatro volatas sin victoria, ni que el Pocket Rocket alzara los brazos a la quinta. Tampoco que el equipo belga felicitara su cumpleaños a Greipel vía Twitter en pleno Tour, ni que De Geyter ya no forme parte de esa familia que casi rompe. "Hace tres o cuatro años que estaba preparado para esto", se reivindicó el australian­o de raíces coreanas que, con sólo 25 años y 6 días, logró en Toulouse entrar en el club de ciclistas con victorias de etapa en las tres grandes: el más joven en hacerlo desde 1956. Su deseo de participar en el Tour de Francia fue la principal razón para dejar Mitchelton-Scott. Y sin embargo, mes y medio antes de la carrera "no conseguía" encontrar dentro de sí mismo "las ganas de participar". La razón: su primera hija, Lily, nació sietemesin­a y tuvo que estar hospitaliz­ada desde finales de mayo hasta la tercera etapa del Tour. "Estoy aquí gracias a mi esposa, que me ha apoyado y animado muchísimo para no rendirme". Las dos mujeres de su vida presenciar­on en Nîmes su segunda diana. "Será precioso contarle a Lily que, la primera vez que me vio correr, gané una etapa en el Tour", dijo con lágrimas en los ojos. "¡Algo bueno tenía que tener nacer prematura!". Y hubo espacio para coronar su felicidad con un supersónic­o tercer éxito en París.

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