Ciclismo a Fondo

Una montaña rusa

- Texto Ainara Hernando Foto Nico Vereecken/Bettini Photo

Hay que tener mucha clase, raza y coraje para erigirse por encima de tanta crítica, tanta hostilidad, hacer como que no importa y tirar para delante, como si nada. Transforma­rlo en rabia, en garra. Toda esa que a Nairo Quintana parecía que le faltaba, que se había fundido o desapareci­do. Ese ciclista emocionant­e que se había convertido en el corredor de los intermiten­tes y el codo, de la racanería en los ataques y en el carácter. Al fin, el Tour sacó lo mejor de Nairo aunque fuese en una dosis pequeña, demasiado para lo que él atesora. Y con todo, lo suyo fue lo mejor, junto a los excepciona­les Andrey Amador y Marc Soler, de un Movistar Team que estaba para mucho más que para ganar sólo una etapa y llevarse la clasificac­ión por equipos. Y con todo, ni siquiera así consiguier­on Quintana y el equipo de Eusebio Unzué aplacar las críticas. Hasta en la victoria pierden. Pero esta, la de Valloire, quedará por siempre para el colombiano. Con el rostro del derrotado se metió en una fuga consentida por estar ya completame­nte descalabra­do en la general. Pero el tiempo que el pelotón les concedió le metía de nuevo en la lucha por el podio. Y a pesar de eso, el bloque que se puso a tirar por detrás fue el Movistar Team. Él tiró de toda esa clase, raza y coraje y no se rindió. Nunca lo ha hecho. Atacó en el Galibier y se marchó en solitario a por el triunfo dejando atrás a Bardet, otro que buscaba redimirse. Más que merecido. Fue el final de una auténtica montaña rusa de Tour en el que un día, con los abanicos y la caída de Mikel Landa, se vio como líder del equipo y supo, al menos lo dijo, "que todos me van a arropar a mí". Pero llegaron los Pirineos y a Quintana se le atragantar­on. Él, lo contó Valverde en la cima del Tourmalet, "no nos ha dicho que se sintiese mal", mientras el equipo trabajó a destajó para acuchillar a los rivales. Y a quien terminaron ahogando fue a él. Vacío. Cuando le tocó hablar no hizo más que ponerse a disposició­n de Landa para trabajar en favor de luchar para que entrase en el podio. Tampoco eso sucedió. Quintana buscó su oportunida­d y se la encontró subiendo el Izoard. El ataque del alavés por todos esperado no se produjo. "Hemos cambiado la estrategia y se ha dado la victoria de etapa". Su premio. "Hemos trabajado a conciencia, insistiend­o en hacer las cosas bien, y al final hemos logrado el triunfo, que es para todo el Movistar Team por apoyarme y para mi familia y mi país. Es un orgullo ganar una etapa así". Quizás insuficien­te para sus elevadas aspiracion­es. Para todos sus sueños amarillos metidos dentro de una montaña rusa de Tour.

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