Ciclismo a Fondo

50 años de Merckxismo

En una edición llena de simbolismo por la celebració­n del centenario del nacimiento del maillot amarillo, el Tour de Francia recordó también el medio siglo transcurri­do desde la primera victoria absoluta de Eddy Merckx.

- Texto Lorenzo Ciprés Fotos Archivo/Bettini Photo

El Grand Départ se desplazó hasta Bruselas, en cuya área metropolit­ana pasó el Caníbal parte de su infancia. Durante 4 días y hasta el momento que la carrera se adentró en suelo francés, Merckx fue junto a los 176 participan­tes el otro gran protagonis­ta del inicio gracias a la multitud de homenajes recibidos y las alusiones a su victoria de 1969. Llegó en el año de su debut en la prueba, y quedó adornada con números muy distantes de la práctica totalidad de carreras profesiona­les actuales: general individual y por equipos junto al Faema, seis etapas, montaña, regularida­d, combativid­ad y combinada acabarían siendo su botín final. Solamente los sprints especiales tendrían a otro ganador en la figura de su compatriot­a Eric Leman.

PRIMERO EN SALIR

Merckx llegaba a aquel verano de 1969 con un Mundial (1967) y un Giro (1968) en su palmarés, y después de pasar una complicada primavera donde sería declarado positivo y expulsado de la ronda italiana cuando vestía de rosa y había ganado cuatro etapas. Dicen muchos que ese suceso -el Savona affaire como pasaría a la historia- le hizo llegar más fresco y motivado que nunca a suelo francés. Él insistía en su inocencia y la hipótesis de un sabotaje jamás demostrado ante el que sus rivales y la propia UCI se apiadarían verbalment­e primero, y que poco después cristaliza­ría en una absolución federativa, y con ella la posibilida­d real de ser de la partida en el Tour. En el prólogo de Roubaix salió primero para ganar horas de descanso, y apenas necesitarí­a seis días hasta alcanzar en la cima del Ballon de Alsacia el primer puesto de la general, posición que no abandonarí­a hasta París, donde llegó con más de un cuarto de hora (17’54’’) de diferencia sobre el segundo, el local Roger Pingeon. Por el camino en esas dos semanas y media, un rosario de triunfos y exhibicion­es en Divonne-les-Bains (CRI), Digne, Revel (CRI), el legendario día de su fuga camino de Mourenx y el epílogo parisino en el Velódromo de Vincennes, escenario un año tras otro de sus cinco triunfos absolutos en esta competició­n.

GLORIA EN MOURENX

De entre los muchos momentos vividos en esa mítica edición, su escapada hacia Mourenx viene siendo el más recordado por el modo en que llegó; 145 kilómetros de ofensiva individual desde la cima del Tourmalet. Saltó para coronar primero el coloso pirenaico como castigo a su entonces compañero Martin Van den Bossche, de quien supo en carrera que le abandonarí­a al año siguiente para integrarse en el Molteni. El impulso de la bajada acabó dejando a Merckx al pie del puerto en LuzSaint-Sauveur con una diferencia de 45 segundos que mantendría durante el valle hasta el inicio de la dupla SoulorAubi­sque e iría incrementa­ndo hasta casi ocho minutos en la llegada. Ni una presunta hipoglucem­ia sufrida al final del siguiente descenso, ni problemas añadidos con la avería en su coche de equipo que obligaron a su director a seguirle subido a uno de prensa lo detuvieron. Merckxissi­mo tituló al día siguiente la crónica de L’Équipe, firmada por el recordado Jacques Goddet. “Impropio llamar adversario­s a quienes piensan que no hay razón que justifique intentar luchar contra él”. Aquel día nació una nueva era.

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