Una retirada misteriosa

En realidad ni su equipo, ni quizá él mismo, sepan dar un porqué, el motivo por el que Rohan Dennis decidió, en cuestión de segundos, marcharse del Tour de Francia. Era la primera jornada pirenaica, previa a la crono donde era el gran favorito para llevarse el triunfo de etapa. Camino de Bagnères de Bigorre estaba cantado que una fuga numerosa llegaría a buen puerto. Dennis, hombre fuerte del Bahrain-Merida para lo que quisiera en el Tour después de discutirle la Vuelta a Suiza a Egan Bernal, se metió en la primera escapada, pero al pelotón no le valió. Ni esa ni otras tantas en las que estuvo atento a los ataques. Uno que dejó pasar fue el bueno. Y él se quedó en el grupo. Al vagón de cola. Pero traía el día cruzado y una discusión acalorada con Gorazd Stangelj, director al volante del coche de su equipo, provocó en el australiano tal cortocircuito que le llevó a poner el pie a tierra. No hubo explicación convincente, ni razón alguna. Dennis desapareció, se esfumó del Tour. Ni siquiera en su propio equipo, convertido ya en una jaula de grillos anunciando la retirada, sabían dónde estaba. En paradero desconocido. El campeón mundial contrarreloj se dio media vuelta con el dorsal quitado y se topó, quién sabe cómo, casualidades, con su mánager, Andrew McQuaid -hijo de Pat McQuaid, ex presidente de la UCI-. Minutos después, aparecían juntos en los aledaños de la meta. El agente le había llevado en coche. "Digamos que es un chico especial; todos los campeones lo son". Fue lo único que acertó a decir Stangelj.