Regreso al infierno
Con el relanzamiento de esta prueba arranca una nueva era de leyenda para nuestro cicloturismo. Su ascensión final al Angliru la coloca de inmediato entre las más codiciadas por el ciclista, que vuelve a tener una oportunidad de vencer las infernales ramp
Tarde del domingo 12 de septiembre de 1999. Una espesa niebla envuelve el Angliru, ocultando el tremendo sufrimiento de los participantes en aquella etapa de la Vuelta a España para alcanzar la cima y poner así la primera piedra de lo que se acabaría convirtiendo en todo un monumento de nuestro ciclismo: la subida al Angliru. Aquella etapa despertó enorme expectación. Hasta el programa Informe
semanal emitió un reportaje dedicado al Angliru. Nunca antes se había subido un puerto tan duro en competición, con rampas que llegaban al 23,5%, una salvajada, incluso para ciclistas profesionales. Chava Jiménez -a quien la organización de la Oviedo-Angliru dedicó su homenaje- fue uno de los mayores artífices de esta leyenda, saliendo de entre la niebla en los últimos metros para doblegar al ruso Pavel Tonkov, haciéndose a su manera, de forma magistral, con la primera victoria en el coloso asturiano. La leyenda había comenzado...
20 AÑOS DESPUÉS
Mañana del sábado 7 de julio de 2019. La climatología es mucho más benigna. Luce el sol y la temperatura es ideal para la práctica del ciclismo, aunque otra cosa será lo que acontezca en los últimos cinco kilómetros de ascensión, la parte más dura, donde la niebla, y en ocasiones una fina lluvia, suelen buscar su protagonismo. 150 valientes se encuentran dispuestos a partir desde el incomparable marco de la Catedral de Oviedo en busca del Angliru y escribir, cada uno a su manera, su particular leyenda. Sus rostros denotan nerviosismo, respeto y entusiasmo, mucho entusiasmo. Están preparados para afrontar los 109 km de recorrido, distancia que puede parecer escasa, pero nada más lejos de la realidad. El Angliru y sus terribles rampas les esperan. Pero antes del particular infierno que espera agazapado se debe acometer la primera parte del trazado, aproximadamente 97 km por carreteras que en más de una ocasión nos recuerdan a ciertas clásicas de primavera: estrechas y sinuosas, bien asfaltadas, rodeadas de verdes praderas y con continuas subidas y bajadas que nos adentran en el típico paisaje asturiano, permitiendo acariciar el río Nalón en diversos tramos y acercándonos a pueblos como Anzu, Grado, Cuero, Anduerga, Parades, Biedes, Las Caldas o la Villa de Riosa, donde comienza el Angliru... o, más bien, el infierno.
Hasta entonces se circula de forma neutralizada. Los participantes más justos de fuerzas lo agradecen, mientras que los que se encuentran más en forma no le dan importancia, sabedores que necesitarán todas sus energías para acometer la ascensión final, donde unos lucharán contra sí mismos y la montaña, y el resto, los más competitivos, también contra el crono. Se toman los tiempos desde Riosa, comienzo oficial del puerto. La montaña empieza a imponer su ley y los más fuertes se quedan en cabeza. A la altura de la zona recreativa de Viapará, a 6 km del final y donde comienza la parte más dura, rueda en cabeza el asturiano Daniel de la Fuente, que con un pedaleo fuerte y un ritmo constante supera de manera muy sólida cada una de las terribles curvas y rampas que se encuentra a su paso. A partir de aquí, un goteo de ciclistas. Cada uno a su manera lucha contra las infernales pendientes mientras escribe su particular leyenda. Las previsiones meteorológicas se cumplen y aparece la niebla, aunque la temperatura sigue siendo agradable. 53 minutos y 55 segundos después del paso por Riosa alcanza la cima el primer corredor, el mencionado Daniel. Chapeau para él y para todos los que se atrevieron a luchar contra el infierno en esta primera edición de la Oviedo-Angliru. El año que viene más y mejor.