La Vuelta, en cuesta arriba
Cuando los corredores entraban en Madrid, el rector de la carrera calificó en TVE la edición de la Vuelta a España como "Vueltón". Indudablemente, tamaño adjetivo debió ser fruto de la euforia puntual de una persona que, tras tantos días soportando la tensión de un evento deportivo de esta magnitud y la enorme responsabilidad que conlleva, era víctima de un empacho de endorfinas que le hicieron confundir el deseo con la realidad. ¿Vueltón? Las de 1992 o 2014 sí fueron vueltones. La de 2019, no. Las bienintencionadas retransmisiones televisivas y las amables crónicas periodísticas que la han acompañado no deberían maquillar la percepción de una carrera que en lo deportivo ha sido anodina, parca en tácticas y generosa en conformismo. Mientras el recorrido cabe calificarlo de muy notable y la organización ha mejorado en los últimos años -pese a disponer de menos presupuesto que Tour y Giro-, el pulso deportivo de La Vuelta parece haber entrado en un declive que amenaza convertirse en endémico. La Vuelta’19 ha sido la 16ª carrera del año por el nivel de sus competidores, según el fiable ranking de PCS, por detrás de otras pruebas por etapas como París-Niza, Tirreno, Dauphiné y Volta a Cataluña, o los monumentos. La calidad de la participación condiciona el desenlace de una carrera y esta vez en el pelotón había muchos jóvenes y debutantes, además de una gran diferencia de nivel entre los equipos. No obstante, hay otro factor que es aún más determinante: la escasez de fuerzas. En un ciclismo donde crece el número de pruebas de máxima categoría UCI, una grande a finales de agosto cada vez pilla más a contrapié a los corredores, en especial a los ases. Los que acuden lo hacen con el depósito en reserva para detrimento del espectáculo. Así, exceptuando a Miguel Ángel López, cuyo ataque en Andorra se produjo a 20 km de la meta, y Pogacar, con su exhibición en Gredos, nadie planteó más estrategia en las etapas de montaña que resistir hasta probar a sus rivales en los últimos kilómetros del puerto final. Ni el calendario ciclista se aligerará para permitir alegrías más longevas a los corredores, ni la organización disminuirá la presión orográfica de la prueba. Y mientras tanto, los últimos campeones encadenan renuncias a defender el título: Fabio Aru (ganador en 2015), Nairo Quintana (2016), Chris Froome (2017) y Simon Yates (2018). ¿Creen que Primoz Roglic lucirá el dorsal 1 en 2020?
José Manuel Rodríguez Huertas. E-mail.