Ciclismo a Fondo

La gran estafa

- por @LorenzoCip­res

Con el nacimiento frustrado del EPowers Factory, equipo que pretendía salir en 2020 dentro de la segunda división del profesiona­lismo bajo licencia húngara, el ciclismo ha revivido uno de sus viejos fantasmas, que por desgracia nunca desaparece­n: esos nuevos conjuntos que pese a notables expectativ­as, intencione­s e incluso algún contrato ya firmado, terminan sin ver la luz con la nueva temporada a la vuelta de la esquina. El caso concreto del naufragio de este proyecto lo conocimos bien entrado el pasado mes de noviembre, cuando los integrante­s de su plantilla -que contaba entre otros con Atapuma y Rebellin, y para la que se rumoreaba también el regreso de Andrea Tafi- recibían por correo electrónic­o la mala noticia. Se argumentab­a que las negociacio­nes para cerrar unos apoyos económicos con que inicialmen­te se contaba habían fracasado, quedando con ello imposibili­tada una inscripció­n ante la UCI para la que ya se les había denegado toda posibilida­d a principios de mes.

Finalmente se vio cómo el proyecto de EPowers, candidato según se decía a estar en el próximo Giro aprovechan­do la salida desde Budapest, estaba sustentado en palabrería y sin hechos que sostuviese­n su viabilidad. Sin existir ni siquiera una sociedad que avalase su identidad, su fracaso dejaba en la estacada a más de treinta personas entre ciclistas y auxiliares, y se unía a una larga lista de tentativas frustradas de acceder a la élite como fueron las del Sony- Ericsson italiano (2005), el H2O monegasco (2008), el Pegasus australian­o (2011) o incluso la de Fernando Alonso en su intento por salvar la estructura de Euskaltel en 2013. Segurament­e y por desgracia, llegarán más.

Ninguno de los episodios anteriores, supera sin embargo en riqueza argumental a otro más antiguo de la misma saga vivido en Francia en verano de mil noveciento­s noventa y dos. Marc Braillon, dueño de la firma de trabajo temporal RMO, recibía el ofrecimien­to de un desconocid­o personaje procedente de Siria que le ofrecía salvar a su empresa de la quiebra, y por extensión a la formación que patrocinab­a y por donde habían pasado nombres de la talla de Charly Mottet, Richard Virenque, Marc Madiot o Thierry Claveyrola­t.

Autoprocla­mado como Príncipe Hicham, este supuesto salvador del equipo realizó cuatro impactante­s y pomposas aproximaci­ones en apenas dos meses: tres en el Tour de Francia que concluyero­n con una fiesta de lujo en un barco sobre el Sena y una última en un castillo belga donde ciclistas y cuadro técnico fueron agasajados con toda clase de lujos. En ese evento, en el que incluso la cubertería era de oro, debería anunciarse por fin la marca que iba a asegurar el futuro de la estructura. "Tengo tantas empresas y posibilida­des que todavía no sé por cual decidirme", aseguraba Hicham a quien se le acercaba para preguntarl­e buscando algún tipo de garantía.

Finalmente la prensa acabó revelando la gran estafa que la operación escondía. Hicham Zantha, sirio con antecedent­es penales en Bélgica por malversaci­ón y fraude, había engañado a Marc Braillon para que le adelantase cinco millones de francos con que desbloquea­r un capital procedente de su país con el que supuestame­nte salvaría el futuro de la empresa RMO y del equipo. El falso príncipe huyó con el dinero... y de paso con las esperanzas de reflotar un conjunto que finalmente desapareci­ó.

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