Ciclismo a Fondo

Ander del Castaño no se rinde

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Soy un lector de su revista desde el primer número, cuando las portadas eran de Perico, Peio, etc. Yo corría en aÿcionados en el equipo Daspan-Vibroblock de Cantabria, pero no escribo para hablar de mí sino de mi hijo Ander, que protagoniz­a una gran historia de superación para cumplir un sueño.

Ander nació en Bilbao hace 21 años. Empezó a competir en bici en cadetes de primer año en el C.C. Meruelo, pasando el segundo año al Bathco. La última temporada como juvenil compitió con el Disgarsa, donde Víctor Hurtado le hizo crecer como ciclista.

Debutó como sub23 de la mano de Matxin con el Telcom-QuickStep. Fue una grata sorpresa porque desde la primera carrera rodaba en cabeza, consiguien­do casi siempre acabar en el top20 y varias pruebas en el top10, siendo muy combativo en todas.

Después de ser 25º en la Vuelta a Bidasoa a pesar de acudir tocado, el siguiente objetivo era la Vuelta a Navarra, pero una caída entrenando en la que sufrió una fractura de clavícula obligó a cambiar los planes. Se fijó como siguiente meta los Campeonato­s de España. Para ello, cuatro semanas después de la caída ya estaba encima de la bici. Tengo guardado un selfie que se hizo cuando volvió a pedalear con una cara radiante de felicidad porque había pasado lo peor y las sensacione­s eran buenas.

EL ACCIDENTE

Pero no, lo peor estaba por venir. El 2 de julio de 2017, entrenando por Galdames un coche realizó un giro prohibido y se lo llevó por delante. Esta vez fue mucho más grave que una clavícula. Gracias a la ayuda de varios ciclistas que pasaban por la zona -Sergio y grupeta- y la rápida llegada de la ambulancia, consiguier­on que Ander no acabara sus días en ese accidente, ya que le tuvieron que intubar para evitar que se ahogara al inflamárse­le las vías respirator­ias.

El parte médico era aterrador: fractura de maxilar superior e inferior con aplastamie­nto de pómulo izquierdo; fractura de tres costillas; fractura de la vértebra D10 y aplastamie­nto de la D9; de nuevo la clavícula; pérdida de dos piezas dentales; y más de 30 puntos de sutura en la cara. Le operaron ese mismo día de las fracturas en una intervenci­ón que duró más de cinco horas.

Estuvo cuatro días en la UCI, siete más ingresado en planta en el Hospital de Cruces -¡qué grandes profesiona­les!- y a mediados de mes le dieron el alta para seguir la recuperaci­ón en casa con asistencia médica domiciliar­ia. Durante un mes no se podía mover de la cama y debía comer sólo líquidos con una pajita, ya que tenía inmoviliza­da la boca. Se quedó en 40 kg de peso para una altura de 174 cm.

Pero con las visitas de Matxin y su compañera Amaia, amigos ciclistas y de nuevo Víctor Hurtado, que le dijo que si quería podría volver a ser ciclista, más todos los mensajes de ánimo (Maté, De la Cruz, Pereiro y muchos más...) y el apoyo de sus vecinos de Guriezo, familiares y, por supuesto, los cuidados de su novia, al mes empezó a caminar con un corsé. En septiembre ya salía a la calle a pasear y comenzó a preguntars­e si quería volver a la bici. Era algo que sólo sabía él y que iba madurando poco a poco.

"YO SIGO"

Por fin, en diciembre, un día nos sorprendió poniéndose de nuevo la ropa de ciclista y probando a dar una vuelta. Todos con miedo, regresó a casa y dijo: "Sigo". Y con unas palabras que tengo marcadas, añadió "que un accidente no me haga dejar mi sueño; que lo deje yo cuando quiera o no pueda".

Se puso de nuevo en manos de Víctor, fichó por el Froiz -tuvo varias ofertas a pesar del accidente porque todos confiaban en su recuperaci­ón- y cuál fue la sorpresa cuando desde la primera carrera, en Don Benito,

Copa de España, estuvo en cabeza, firmando varios top10. Además fue 13º en la Vuelta a Navarra ayudando a su compañero Sergio

Vega que disputó la general, 6º en la Vuelta a Castellón y 2º en la etapa reina e hizo un gran Campeonato de España. En la Vuelta a Zamora sufrió otra fractura de clavícula, pero sólo fue una pequeña chinita en el camino. Se recuperó y acabó la temporada con una espectacul­ar Volta do Futuro en Portugal, sexto en la general y primer sub21.

En 2019 corrió en el Baqué y los resultados, aunque fueron buenos, nos esperábamo­s más. Entraba dentro de lo normal un pequeño estancamie­nto. La próxima temporada no seguirá en Baqué para intentar cumplir su sueño y seguro que lo consigue. Como dice Matxin, no es el que más motor tiene pero sí el que mejor cabeza. Además, sus datos en las pruebas de esfuerzo indican que cuenta con potencial para ello.

Todavía está con los injertos de hueso para poder ponerse las piezas dentales que perdió en el accidente, pero eso es chapa y pintura. En las páginas de Ciclismo a Fondo se le ha nombrado varias veces, incluso con fotografía­s, y en su momento también informaste­is del accidente que sufrió. Espero que Ander sea protagonis­ta de muchas noticias en 2020, pero siempre por sus resultados deportivos.

También tengo que destacar que a la vez que compite estudia ADE en la Universida­d de Cantabria, con el esfuerzo que significa, y obtiene buenas calificaci­ones.

Sin más, espero no haberme extendido demasiado y que esta vivencia le parezca a los lectores un testimonio de superación interesant­e.

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