VUELTA A MURCIA
El ciclista belga dio la campanada en la Vuelta a Murcia gracias a una fuga-bidón que se plantó en Caravaca de la Cruz con más de un cuarto de hora de ventaja. Un día después defendió el liderato frente al ataque de su rival Kämna junto a Valverde.
Luis León Sánchez amplía su racha en casa y campanazo de Meurisse.
Por eso las mejores carreras suelen ser estas. En el ciclismo moderno, de todo tan medido, de todo tan calculado y aburrido, la improvisación queda para las que llaman, pruebas de segunda, de preparación. Ahí es donde se reservan las mejores y más impredecibles emociones. Lo que no cambia nunca es eso de que el maillot amarillo da alas. Que uno se amarra a él con uñas y dientes, pues el peso lo lleva ese mágico color y no el nombre que uno tenga y contra quien se mida.
Y eso es lo que le sucede a Xandro Meurisse, un desconocido -pero ojo, 21º en su única grande, el Tour de Francia de 2019- hasta hace un día que ahora lleva encima el amarillo, el color que más brilla al pedalear. El belga aún no se lo cree, pero lo tiene casi al alcance de la mano cuando Alejandro Valverde se alza con ese ánimo indestructible aunque todo esté perdido, inquebrantable en su Collado Bermejo, la cuesta que le ha visto ser ciclista, llorar sus penas y celebrar sus alegrías, sus series que le ponen a punto y esconderse los días menos buenos.
Entonces, Meurisse sabe que ha llegado su turno. Que deberá dejarse hasta la bilis si hace falta sobre esas rampas porque Lennard Kämna, mucho más contendiente a la general que Valverde, se ha pegado a la rueda del campeón de España y quiere ponerle contra las cuerdas, deshilacharle ese amarillo para hacerse un traje a su medida en la Gran Vía murciana. A Meurisse le cuesta, mucho. Pero siempre hay amigos, aliados que se encuentran por el camino él y su Circus-Wanty Gobert. Se topa con la colaboración de los polacos del CCC
Team, que no quieren que el checo Josef Cerny se vea desbancado del podio.
“He sufrido lo indecible, pero con el jersey amarillo a mis espaldas he sentido que podía dar un poco más de mí”, diría aliviado en meta el belga de 28 años.
Eso es lo que no cambia, por fortuna, del ciclismo ni en estos tiempos modernos. El resto en esta Vuelta a Murcia fue extraño, impredecible y sorpresivo.
FUGA CERTERA
Y eso que el terreno estaba acotado para la fiesta, preparado para el mano a mano entre los de casa: Alejandro Valverde y Luis León Sánchez. Luisle y Valverde con la victoria previa del muleño, que meses después le devolvió el de Las Lumbreras en los Campeonatos de España. Los mismos que en 2019 brindaron el espectáculo y que se esperaban para la
revancha. No la hubo. Por desdeño y pocas ganas.
Fue por eso que la numerosa escapada se dejó marchar. Diez hombres de diez equipos distintos. Héctor Carretero por parte del Movistar Team; Sergio García del Kometa-Xstra de Alberto Contador; Lennard Kämna (Bora-Hansgrohe); Josef Cerny (CCC); Meurisse, preparado para la gloria; Antonio Soto, un local con el naranja de la Fundación Euskadi; Jefferson Cepeda por parte del Caja Rural-Seguros RGA; Adam de Vos (Rally); Thibault Guernalec (ArkéaSamsic) y Nikita Stalnov del Astana. Casi todos con representación. Así que la mayoría tenía excusa para lavarse las manos y dejar al de al lado que tirase del carro en el pelotón. Nadie lo hizo. Falta de hambre. Así que la fuga-bidón se plantó en la subida final a la Basílica de la Vera Cruz en Caravaca, una rampa inédita con porcentajes que llegaban hasta el 10%, con más de 16 minutos de ventaja.
Meurisse se guardaba su carta bajo la manga. “Conocía la llegada, la había estudiado con el equipo y sabía perfectamente cómo posicionarme.
Era un trazado estrecho y con muchos virajes, por lo que opté por ir primero y tratar de mantener esa posición y lo logré. Era consciente de que si rodaba por detrás sería complicado dar alcance al que fuera por delante y la táctica me salió bien. Creía mucho en mí mismo y estaba convencido de lo que tenía que hacer. Los últimos 75 metros eran agónicos, unas rampas muy duras, pero tuve buenas piernas”.
LA GRAN VÍA DE LUISLE
Después del gran ataque, llegaba la defensa. Que a pesar del enorme tiempo de ventaja, Meurisse no quiso relajarse “porque la situación es nueva para mí. Nunca he tenido que hacer esto, aunque confío en mis posibilidades”. La necesitó para la etapa final, la de la Cola del Caballo, la Sierra Espuña y el Collado Bermejo. Los altos murcianos por excelencia, donde siempre pasan cosas y el espectáculo está garantizado, sea la carrera que sea. Y en esta impredecible
Vuelta a Murcia no podía ser menos. Valverde se reservó para el último, el Collado Bermejo. Y ahí apretó la carrera y a Meurisse. Y con él se fue el alemán Kämna. Alerta. Fue entonces cuando los polacos del CCC se pusieron a remar y salvaron al belga del Circus-Wanty. Nada pudo hacer el campeón murciano, demasiado vigilado como siempre, demasiado maniatado como acostumbra. A su rueda se pegaron también los Astana, Óscar Rodríguez y Omar Fraile. Por detrás, Luisle casi claudica. Las piernas aún no giran como deben. Esas cosas uno las sabe cuando corre en casa, por su terreno y sus puertos. Y sabe lo que es capaz de hacer. Pero luego sucede que la clase se impone, y como de eso Luis León va sobrado, al final levanta los brazos por tercer año consecutivo en la Gran Vía de la capital murciana. Lo hace por pura maestría, dándole un giro y dejando un mejor regusto de esta Vuelta a Murcia. El más dulce de todos se lo llevó Xandro Meurisse. “No estoy acostumbrado a ganar y hacerlo aquí me hace sentir muy feliz”.