Ciclismo a Fondo

RAFA VALLS

- Texto Ainara Hernando Foto Luca Bettini/Bettini Photo

Último kilómetro para el del Bahrain.

El alicantino estrena colores e ilusiones con el equipo Bahrain-McLaren, superando una dilatada trayectori­a marcada por la mala suerte en forma de caídas, pero siempre teniendo claro que "caer es una opción; rendirte, no".

ME SIENTO UN VETERANO. Sobre todo cuando llegas a la primera concentrac­ión y ves chicos de 19 o 20 años. ¡Madre mía, si hace dos días yo era así! Pero eso es bueno porque quiere decir que sigo aquí. Y tengo mucha motivación con el cambio de equipo. Ver al staff tan involucrad­o, dándolo todo por nosotros y estando tan pendientes, me motiva. Noto muchas diferencia­s en Bahrain respecto a lo que estaba acostumbra­do. La forma de trabajar es muy distinta y el funcionami­ento del equipo, espectacul­ar; todo está más organizado. Con estas ganas que tengo, no pienso en la retirada.

OBJETIVO 2020. Continuida­d, no tener mala suerte y la consistenc­ia. Estar bien en las carreras. Terminé pronto la temporada y llevaba muchos meses entrenando, aunque no he empezado con buen pie, con la caída en el Tour Down Under y el sacro fracturado. Mis planes y objetivos no cambian. Todo está enfocado a correr el Tour de Francia junto a Mikel Landa. Por el camino seguro que disfrutaré de oportunida­des.

˜POR QUÉ A MÍ? Me lo he preguntado muchas veces. Cuando te caes, es lo primero que piensas. Recuerdo la que sufrí en París-Niza, que estaba muy bien de forma, preparándo­me para el Giro de Italia y me fui al suelo. Después, en la Vuelta a Burgos, sucedió igual. Un corredor rompió su rueda y acabó encima de mí, no pude esquivarle. Estaba para correr La Vuelta y le das vueltas a que no puede ser que te toque siempre a ti.

NO ES FÁCIL LEVANTARSE. Sobre todo cuando estás a buen nivel, como en esos dos casos. Había trabajado mucho para tener ese punto de forma y de repente te ves con una clavícula rota. Empiezas a pensar en el camino a recorrer, porque sabes que toca sufrir para volver a estar ahí. Es muy duro. Te haces fuerte cuando suceden cosas así.

LA FAMILIA CURA. A ellos me he amarrado siempre. En la vida las cosas no son fáciles y hay que superarlas.

Caer es una opción, pero rendirte no. Debes levantarte. Tengo dos hijos, Marc y Aleix, de ocho y cuatro años. Me han cambiado la vida totalmente y me han hecho darme cuenta de que hay más cosas. La parte buena de las lesiones ha sido estar más tiempo en casa con ellos. He disfrutado viéndoles crecer. De no ser así, me hubiera perdido muchas cosas.

ME DIJERON QUE NO VOLVERÍA A SER CICLISTA. Ahí sí que lo pasé mal. Fue en 2017, una semana antes de una Vuelta que preparé con mimo. Sufrí una caída entrenando y me rompí la cadera. Fue difícil de digerir. Un médico me llegó a decir que no volvería a ser ciclista, no lo olvidaré nunca. En un primer momento yo también pensaba que se había acabado, que ya había tenido muchas. Hasta aquí. No me gustaba ese final, pero debía afrontarlo.

MI ÁNGEL DE LA GUARDA. Después pregunté a mis médicos y a mi fisio,

Jordi Reig, que es una de las personas que más me ha ayudado en toda mi carrera deportiva. Siempre ha estado a mi lado y si me he recuperado de muchas caídas antes de lo que pensaba ha sido por él, por el interés que ha puesto siempre en mí y en probar nuevas técnicas conmigo. Es mi ángel de la guarda, le estaré eternament­e agradecido. De esa caída salí gracias a él. He pasado muchísimas horas en su clínica, siempre mentalizán­dome para trabajar sin pensar en el pasado, sólo en recuperarm­e. ¡Cuando sufres una lesión tan grave, si después te toca una fractura de clavícula lo tomas como nada!

TRIUNFO SANADOR EN ORDIZIA. Cuando no me lo esperaba llegó esa victoria, la última que tengo en mi palmarés. Fui a última hora, de rebote, a la carrera. Me hacía falta un momento así, fue muy bonito. Porque puedes estar ayudando a Alejandro a ganar una vuelta y es muy satisfacto­rio, pero al final todo ciclista quiere una victoria. La necesitaba. Recuerdo el momento de entrar en meta y encontrarm­e con Javier Iriarte, nuestro auxiliar. Fue muy especial y compensa todos los malos momentos vividos.

POR QUÉ EL CICLISMO. Mi hermano competía en escuelas y cadetes y mi padre siempre ha sido muy aficionado. Iba con mis padres a la compra y al lado del supermerca­do había una tienda de bicis. Mientras ellos compraban me quedaba mirándolas. Tendría 6 o 7 años. Vi una de carretera pequeñita y fui donde mi padre a pedirle que la comprara. "¿Pero cómo voy a comprarte eso?", me decía. Y al final lo hicieron. Tengo mucha relación con el dueño de esa tienda, siempre me ha apoyado. La bici era muy pesada, aún la guardo. La usa mi hijo, que empieza a andar en bicicleta, y me hace gran ilusión.

LEGADO CICLISTA. No sé si me gustaría que mis hijos fuesen ciclistas. He probado el suelo tantas veces y está tan duro... No quiero algo así para ellos. Por otro lado, desearía que viviesen todo lo que conlleva. Conoces mucha gente y países, diferentes culturas y aprendes idiomas. El mayor es más de futbol, pero al pequeño le encanta el ciclismo.

INDURAIN Y ARMSTRONG. Cuando era pequeño, mi ídolo era Indurain. Y después, Armstrong. Tuve la suerte de correr con él en 2009, en aquella Vuelta a Castilla y León en la que se cayó ¡justo delante de mí! Iba a su rueda, flipando, y de repente se cae. También competí con él en el Tour 2010, cuando yo estaba en Footon-Servetto. Me impresionó.

Él, Cancellara y Contador son los tres ciclistas que más me han impactado, por haberlos visto tantos años en la tele y después pedalear a su lado.

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