Ciclismo a Fondo

ÁNGEL MADRAZO Entrevista con el ciclista del Burgos-BH.

Hay algo del ciclismo más bello y alocado en las piernas del corredor más querido del pelotón español. De ese ciclismo antiguo al ataque que a él tanto le gusta y ha convertido en su seña de identidad. Combatient­e. "Mil veces derrotado, nunca rendido", s

- Texto Ainara Hernando Fotos Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

Una entrevista es mucho más que una serie de preguntas respondida­s. Son emociones, sensacione­s. Es convertir un guión de cuestiones en una charla. Olvidarse de los papeles. Es lo que trasmite el entrevista­do al hablar, los gestos de la cara, de las manos, al explicarse. En esta no hay nada de eso. El coronaviru­s nos ha dejado sin las miradas y las sonrisas cómplices. Claro que, con alguien como Ángel Madrazo, que desprende tanta alegría y ternura por lo que hace, afloran. Porque Madrazo es sentimient­o puro y sabe ponerlo con palabras, transmitir todos esos sentimient­os que afloran cuando uno se sube a la bicicleta, se cuelga un dorsal o gana una carrera.

En tiempos de mantenerse alejado unos de otros y en confinamie­nto, sin carreras, sin vida ni ciclismo, conviene bucear hasta el fondo de los corazones y comprobar lo que por ahí se mueve, agarrarse a todas esas pasiones que agitan el mundo, al amor por la bicicleta que el cántabro tan bien sabe difundir. Aunque sea vía telefónica.

EL EJEMPLO DE GENDT

Ciclismo a Fondo: ¿Qué ha cambiado en este inicio de año?

Ángel Madrazo: Para la gente ahora soy más reconocido, lo noto en las carreras, con el público. Se han vinculado mucho más conmigo. Quizás es porque les recuerdo al ciclismo de antes, he hecho que ese ciclismo antiguo, de atacar a lo loco y a la aventura, vuelva a ser algo bonito. Como Thomas De Gendt, que arranca de lejos y le gustan esas

aventuras, sea la carrera que sea. Sentirme así de valorado por la gente, para mí es muy importante.

O sea que Thomas De Gendt es como un ejemplo para ti.

Sí. Si hay un ciclista que me guste del pelotón, es él. A cualquier carrera que va, o le ves tirando o ayudando a los compañeros o, como a mí que me gustan las aventuras, escapado. Y pone en jaque muchas veces al pelotón. Eso es realmente difícil. Es uno de los ciclistas que más admiro. ¿Te inspira?

La verdad que sí. Su forma de correr me gusta, su palmarés y todo lo que ha conseguido es muy grande. Es de esos ciclistas a los que me gustaría que la gente diese más valor que a lo que hace un gran líder o un ganador de grandes vueltas.

¿Esto quiere decir, entonces, que tu forma de correr no cambiará a pesar de los éxitos?

No, tengo más de treinta años y ya me conozco; eso es lo más importante. Sé que mis meses buenos son de junio en adelante, cuando viene el verano. A principio de año me defiendo de la mejor manera, pero con las alergias son meses que no se me han dado bien nunca. Lo que me gusta en esta época es ayudar al equipo al máximo. Me da igual que sea una carrera llana, de media montaña o de alta. Yo me pongo a disposició­n total del equipo. Quiero ser compañero para que los demás saquen resultados y luego, en la segunda parte del año, hay carreras que me gustan mucho como la Klasika de Ordizia, San Sebastián, el GP Joaquim Agostinho y La Vuelta, si nos invitan. Y en todas esas, ¿por qué no soñar con una victoria? Pero mi filosofía es la misma y encima estoy en el equipo idóneo para ello. El Burgos-BH se caracteriz­a por ser batallador y así es como soy yo.

¿Tu vida es muy diferente desde que terminó la Vuelta a España del año pasado?

Como persona sigo siendo el mismo. Lo que sí ha cambiado es que cuando voy a algún sitio me piden fotos. Toda la repercusió­n que tuvo la etapa que gané ha sido muy bonita, tanto para el equipo como para mí. Y espero que siga siendo así por mucho tiempo, estoy viviendo algo que se lo recomiendo a todo el mundo. Sentir que te valoran y te quieren es superbonit­o. Que se acerque un niño o una persona mayor a pedirte hacerse una foto es precioso.

¿Has tenido que decir no en alguna ocasión?

Sí que ha pasado, pero no porque no quisiera hacerla. Por tener que ir a la salida, al control de firmas... y no puedes estar con todos. Para mí la afición es nuestro motor del día a día.

¿Cuesta?

Sí, porque soy simpático y agradable y puedo hablar con cualquier persona.

Quiero tener tiempo para todos y cuando no se puede, me da mucha pena.

¿Te sientes querido?

Sí, la verdad que sí. Mucha gente me ha escrito a través de las redes sociales, preguntánd­ome consejos para comprarse una bicicleta o un casco. Intento darles mi opinión de lo que me parece más adecuado. Eso me gusta. Se lo agradezco mucho. Porque creo que todo eso viene, más que de la etapa, por la rueda de prensa posterior. Hablé normal, como soy yo, y no sabía que iba a tener tanta repercusió­n. Como era la primera vez que estaba en esa situación no sabía si tenía que hablar un minuto o quince. Porque no me hicisteis más preguntas ¿eh? Ya os dije, ¡que si hablaba mucho y os aburría me lo dijeseis y me callaba! (ríe) Es que soy así y no hay más, muy simple. Digo lo que pienso.

Eso entonces quiere decir que, más allá de tu éxito deportivo, lo que a la gente le ha cautivado eres tú como persona.

Y eso me parece más bonito todavía. Siempre digo que hay que valorar a las personas por cómo son y no por lo que han conseguido. Si alguien es simpático y agradable hay que ser así. No es mejor persona quien gana un Tour. Y hay que tratar a todo el mundo por igual.

HÉROE TERRENAL ¿Qué es lo más bonito de todo esto?

Que tantas personas se hayan identifica­do conmigo. Que mucha gente me ha contado que han tenido problemas en su vida y al ver la etapa de Javalambre se sintieron identifica­dos. Pensaron que si yo estaba luchando, ¿por qué no ellos? Porque lo mío no era sólo ganar un día, era una pelea de mucho tiempo atrás buscando eso. Llevaba años queriendo algo así. Ha habido personas que me han contado que han tenido problemas de salud y viéndome a mí ganar aquel día les he dado ganas de seguir luchando. Eso es muy bonito.

¿Hay un antes y un después de Javalambre en tu vida?

Cuando empezó La Vuelta, la idea del equipo era estar en las fugas. Mi gran objetivo era pelear por el maillot de la montaña. Por culpa de eso vino la victoria. De llevarlo, de seguir en la pelea. Si no hubiera tenido ese maillot, no hubiera luchado tanto aquel día para coger la escapada, que costó muchísimo que se hiciese. Vestirlo me hizo pelear. En cuanto a ambición, entré en ese puerto con la misma que tuve después, durante toda la carrera y sigo manteniend­o. Al acabar la etapa, ya con la victoria en el bolsillo, mucha gente me decía que ya me podía ir a casa, que mi Vuelta a España y mi temporada estaba hecha, que podía relajarme hasta Madrid. No. Luché hasta el último día por ese maillot. Estuve en seis o siete fugas de 21 etapas, que no fue poco.

En esa lucha estuviste casi hasta el final, pero poco a poco te fuiste apagando.

Y el día que peor lo vi fue en Los Machucos, precisamen­te en mi tierra. Ahí me di cuenta de que las fuerzas las tenía muy justas. Pero continué luchando, hasta el final. En la sierra de Madrid ya vi que iba a ser muy complicado, pero también es bonito eso, que algo te cueste. Lucharlo. Quererlo. Y este año voy a ir a por ello.

Y a pesar de eso, en Madrid eras un hombre feliz.

Sí, cuando das todo en cada etapa no te puedes reprochar nada, salga bien o mal. En la Castellana tenía la sensación de que había sido una gran Vuelta porque me llevé la satisfacci­ón de ver cómo me chillaba y animaba la gente en Madrid. Encontrarm­e el autobús lleno de gente para hacerse fotos conmigo era algo impensable para mí.

¿Pensabas que algo así ya no estaba reservado para ti, un día tan grande?

Nunca lo había pensado. Ha sido el día más bonito de mi carrera deportiva. No sólo por ganar, lo mejor fue cuando mis compañeros pasaron la línea de meta y

vinieron a buscarme al podio. Cada uno de ellos. Eso lo guardaré siempre para mí. Esta gente me quiere, pensé. Y sentir eso es muy bonito. Me guardo esa imagen, más allá de la victoria.

¿Compensa esto por todos los malos momentos vividos?

Sí, sin ninguna duda. Los malos momentos también vienen bien para aprender y valorar los buenos.

¿Has encontrado tu sitio?

La verdad que sí. Soy un guerrero y me gusta estar en la batalla en muchas escapadas y luchando, así me considero. En cualquier etapa o carrera que puedo estoy delante y a ritmo ‘machacón’, como me dice siempre Jesús Ezquerra. Que voy todo el día a tope hasta que exploto, ¡pum! Hasta que me cogen. Nunca regulo.

¿Pero eso no lo sabías de antes?

Sí, siempre he sido batallador y luchador, pero el día que menos lo pensaba me salió perfecto y a partir de ahí me dije que tengo que ser guerrero. Para lograr un triunfo se puede fracasar mil veces, pero no voy a dejar de ser peleón por sumar más derrotas que victorias.

Merece la pena el fracaso por la victoria, entonces.

Sí, en el ciclismo hay más días de pena que de gloria. Eso te tiene que hacer fuerte. Si esto fuera fácil... Lo complicado en la vida es luchar; lo fácil es rendirte.

¿Cuántas veces has tenido miedo al fracaso?

Sobre todo cuando era joven, al pasar de amateur a profesiona­l. Tienes una presión que segurament­e no supe llevar. Y no es que te la ponga nadie, es la que uno mismo se mete. Pensaba que tenía que hacerlo bien en las carreras y a la hora de la verdad nada salía como quería. Y ese era el momento que más daño me hacía a mí mismo. Así no debe ser. Tienes que ir a las carreras conciencia­do para dar el máximo y, si es así, no debes estar preocupado. Porque 150 corredores en el pelotón piensan igual que tú y ganar sólo lo logra uno. No supe llevar eso de joven ni tuve a nadie encima que me dijese cómo hacerlo. Ahora, a los jóvenes del equipo les intento inculcar que la bicicleta es muy dura, pero que muchas veces cuando peor estás físicament­e es cuando mejor salen las cosas, y es porque la cabeza está despejada. Para mí la cuestión mental es un 70-80% de mi rendimient­o.

¿Cómo se gestiona la salida de ese agujero negro cuando eres tan joven y no sabes nada?

Pues muy mal, porque en carrera no te salen las cosas y no paras de darle vueltas. Tienes días malos y te preguntas:

¿Qué hago yo aquí? Si no puedo ni aguantar 140 kilómetros el ritmo del pelotón. ¿Qué pinto en este mundo?

Pero cuando terminas cada etapa tienes que centrarte en el día siguiente. A mí me pasaba que cuando acababa, en vez de pensar en descansar, me machacaba mentalment­e preguntánd­ome qué había hecho mal para que no me saliesen las cosas en vez de descansar. Y lo único que debe preocupart­e es comer, el masaje y el descanso. Y al día siguiente, cuando te levantes, ya pensarás en los kilómetros de la etapa y en los puertos que te toca subir. Por eso la cabeza es tan importante.

LOS PALOS Y LA PATERNIDAD ¿Cómo se acaba aprendiend­o?

En mi caso, a base de palos. No sale, no sale, no sale y al final ves que no es así. Que no vas por el buen camino y entiendes que tienes que cambiar.

¿Cuál ha sido el palo más grande de todos?

Las lesiones siempre son lo más duro, y la peor de todas fue cuando me rompí el cruzado en 2012. Fue el peor momento de mi carrera deportiva, pero también cuando más fuerte volví. Cuando estás tumbado en una cama y ves que la pierna no se levanta... esos días te tienes que hacer muy fuerte y tirar para adelante. No hay que llorar. Y gestionar la cabeza. También en mi primer año con el Caja Rural recuerdo lo mal que lo pasé en la Vuelta al País Vasco. Tenía alergia a las gramíneas y sufrí muchísimo. Fue el momento que me dije que no valía para esto, que el ciclismo no era para mí. Pero cuando acabó la carrera reseteé con la familia y los amigos, que son los que te apoyan en el día a día y se convierten en parte fundamenta­l para que te cambie esa idea. De todas formas, el Ángel Madrazo nuevo vino cuando nació mi primer hijo. Ahí vi la vida diferente. Me cambió mucho el chip. Pensé que no podía meterme esa presión porque estaba haciéndome daño a mí mismo. Si no salen las cosas, pues no salen, y si me mandan unos entrenamie­ntos de

120 kilómetros con series y por el clima no se pueden hacer, pues no se hacen. Hay que adaptarse a lo que venga.

Ser padre cambia las prioridade­s.

A mí me cambió sobre todo el pensar que tengo que luchar por él, no puedo dejar que este hijo mío me vea rendirme nunca. Me verás derrotado mil veces, rendido nunca. Me han podido ganar, pero estaré luchando hasta el final.

¿Qué está ahora al alcance de tu mano, de tus piernas?

Como soy una persona que en todas las carreras doy el cien por cien nunca me marco un objetivo, aunque me encantaría repetir un triunfo en la Vuelta a España.

¿Cuáles son tus sueños?

En lo deportivo, volver a levantar los brazos, y si es en Cantabria, en mi tierra, ya sería impensable. Y en lo personal, ver crecer a mis hijos con salud, poderlos disfrutar al máximo, que para mí es lo más bonito de la vida.

¿Te sientes un afortunado?

Muchísimo. Salir a entrenar, me da igual tres, cinco o siete horas, las que haga falta, las disfruto mucho. Cada kilómetro que hago es al máximo. Es mi pasión.

¿Qué es lo mejor de ser ciclista?

Aparte de la bicicleta en sí, que conoces lugares nuevos y gente increíble por el camino. Eso es lo que te va a quedar, las personas y los sitios que has pisado en el mundo y a los que volver para conocerlos mejor. Que puedas ir a cualquier parte del mundo y tengas un amigo con el que quedar a comer.

¿Y lo peor?

Las lesiones y las caídas.

¿Y ahora, qué? ¿Cuáles son tus motivacion­es?

Desde que conocí el MTB me ha enganchado. Me gustaría mucho representa­r a alguna marca o hacer algo con mi tierra, con Cantabria. De cicloturis­mo, enseñar a la gente puertos míticos, diseñar recorridos...

¿Y el 'mientras tanto' qué tiene?

Pues como tengo la cabeza de un chaval de 20 años (ríe), no sé cuándo puedo tener un fin. Físicament­e estoy muy bien, me siento como infinito. Hasta que Julio (Andrés Izquierdo, mánager del BurgosBH) me quiera, ¡hasta que me eche!

A seguir volando, como un gorrión.

Exactament­e.

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La Vuelta. Junto a Javier Guillén, director general de la carrera, en la puesta de largo de la prueba.
3 Presentaci­ón de La Vuelta. Junto a Javier Guillén, director general de la carrera, en la puesta de largo de la prueba.
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Javalambre. El triunfo de etapa en La Vuelta ha marcado un antes y un después en su carrera deportiva.
2 Eterno atacante.
Esta temporada ya ha tenido tiempo de dejarse ver por delante del pelotón en la Vuelta a Andalucía.
1 Gloria en Javalambre. El triunfo de etapa en La Vuelta ha marcado un antes y un después en su carrera deportiva. 2 Eterno atacante. Esta temporada ya ha tenido tiempo de dejarse ver por delante del pelotón en la Vuelta a Andalucía.
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En la Volta a Cataluña de 2019 tirando del carro de una fuga muy especial: la compartió con De Gendt, su ídolo.
4 Momento único. En la Volta a Cataluña de 2019 tirando del carro de una fuga muy especial: la compartió con De Gendt, su ídolo.
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montaña. No pudo mantener el maillot, pero se ha propuesto como objetivo conquistar­lo en la próxima edición. 2 La contrarrel­oj no es lo suyo. Ángel Madrazo se defiende como puede en una especialid­ad en la que no destaca.
3 Familia. Tan feliz con su hijo mayor, Lucas, en el podio de La Vuelta tras finalizar la etapa que llegaba a Bilbao.
4 Reconocido.
La expectació­n que despierta el cántabro se ha disparado y este invierno ha acudido a un buen puñado de eventos. 4
1 Líder de la montaña. No pudo mantener el maillot, pero se ha propuesto como objetivo conquistar­lo en la próxima edición. 2 La contrarrel­oj no es lo suyo. Ángel Madrazo se defiende como puede en una especialid­ad en la que no destaca. 3 Familia. Tan feliz con su hijo mayor, Lucas, en el podio de La Vuelta tras finalizar la etapa que llegaba a Bilbao. 4 Reconocido. La expectació­n que despierta el cántabro se ha disparado y este invierno ha acudido a un buen puñado de eventos. 4

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