Fastidiadillo
17 de mayo. Mañana comenzamos una nueva fase... o no; algunas comunidades continúan con la actual. No voy a hablar de política ni de estrategia sanitaria, Dios me libre. Tomar esas decisiones, con tantos datos sobre la mesa, debe ser muy complicado. Lo ci
Moralmente estoy tocado. Soy de los que comenzaron el confinamiento convencido de sus posibilidades, como si de un Tour se tratase: firme, sensible con la causa, realista. Una fortaleza que me ha durado hasta esta última fase, las etapas finales de montaña. No queda nada para París y voy fastidiadillo.
Que nadie piense que es por malos horarios para salir en bici o a correr. No, en absoluto. Creo que el bombardeo de noticias opacas, tergiversadas, partidistas, y una recepción sin apenas datos objetivos ha conseguido que la bujía me haga perla.
Estoy saturado con la situación. Laboralmente la cosa pinta mal, mis amigos del hospital de Vitoria hablan del repunte, sumando el desorden y cierta valentía innecesaria, estoy más preocupado de lo normal. El miedo es libre, ¿no? Toca reinventarse, no nos queda otra. Si pensamos que el ciclismo seguirá como hasta ahora y que sólo va a cambiar el resto del universo, lo llevamos claro. Lo que no me atrevo a decir es si para bien o para mal. 2004 fue un punto de inflexión importante dentro de nuestro circo. Digo nuestro porque aún estaba en él. Salen los grupos deportivos y las S.L. que se hacen cargo de las licencias. Los autónomos en el extranjero, derechos de imagen..., tributo aquí pero no tengo Seguridad Social. Nada que ver con aquel convenio colectivo para el ciclismo que se firmó a finales de los 80.
Desde entonces, el ciclista es un trabajador más. Lo que pasa es que poco a poco la globalización ha empleado otras fórmulas con las que económicamente los contratos son más rentables, pero también más proclives a la indefensión del ciclista. Desnudez atrevida ante un mundo en el que la confianza la marca la inercia. Y llega el COVID-19 poniendo patas arriba nuestras vidas. Un rival duro que no se ha propuesto ganar, sino sacarnos de carrera.
Joseba Beloki
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El sistema queda grogui, como si fuera un cambio electrónico sin batería en plena etapa de montaña. Sólo puedes aferrarte a un positivismo bajo de moral. Moral como la que necesita el ciclismo. Una reconstrucción digna de alguien con mucho éxito en el juego del Tetris. Como comentaba más arriba de los gobiernos y la sanidad, son muchas las decisiones que se toman que nosotros, con las cartas que tenemos, no somos capaces de entender del todo. Con el calendario ha ocurrido algo parecido. No sé lo que pasará, hay cosas mucho más importantes que el ciclismo ahora mismo. Los ciclistas sufren, y sufren mucho. ¿Y los auxiliares? Gremios que están fastidiadillos. Ejemplos varios. Equipos que han solicitado un ERTE,
Photo Gomez Sport
corredores cuyo salario ha bajado al 30% -disminución del 70%-, impagos, pronósticos inciertos... Una situación complicada.
INERCIA ESTRELLADA
¿Y ahora, qué? La inercia imparable de la fase de crecimiento, aquella que desde 2004, como si de una bola de nieve se tratase, crecía sin freno, acaba de estrellarse. Un alud que aún no sabemos cuántas víctimas dejará.
El COVID-19 ha sido más fuerte que muchas otras pandemias, no sanitarias, que ha soportado el ciclismo. Todo se encuentra ahora mismo patas arriba y, a corto plazo, sin aparente solución. Equipos que anuncian la pérdida de algunos patrocinadores, proyectos gubernamentales en dificultad, el caso es que si no hay carreras la situación puede pasar de complicada a dramática. El limbo jurídico en el que se encontrarían algunos de esos ciclistas o auxiliares puede ser, como apuntaba antes, caótico.
Y claro, ahora es cuando alguien que está leyendo la columna opina: “Ganan mucha pasta. Por un año que cobren menos dinero, no pasa nada”.
Mucha pasta, pero mucha, sólo gana una parte del pelotón. ¿Y el resto? No nos fijemos en Froome o Sagan, sino en esos corredores que no sobrepasan los 30.000 € brutos. Sí, han leído bien: 30.000 euros brutos al año. Seguro que los que cobran mucho es porque lo generarán, nadie da duros por pesetas. Posiblemente, esto le correspondería explicarlo a
José Luis de Santos como presidente de la Asociación de Corredores Profesionales.
Sólo dejo unas pinceladas de casos que conozco y que, desde luego, hacen que mi preocupación vaya mucho más lejos. De lo que no tengo duda es que vamos a pelear por nuestro deporte.
Igual no lograremos lo que nos propongamos, pero luchar, lucharemos. Mucha salud a tod@s.