Un ciclismo diferente
Tras dos semanas compitiendo por los Balcanes, vengo a trasladaros una parte del calendario ciclista que no es tan conocida. En gran medida, esto es así simplemente porque hay carreras más modestas que no disponen de medios para poder dar cobertura mundial: bastante esfuerzo hacen con salir adelante. Muchas veces la única información que se percibe de las mismas es la clasificación en ProCyclingStats y la crónica que publiquen los equipos. Os voy a acercar dos de ellas.
Se trata del Tour de Serbia y la Belgrade Banjaluka. Para mí, la primera vez que viajo a esos países. A pesar de lo diferente de viajar en avión en estos momentos, esa parte del periplo fue bastante normal. Lo inusual comenzó al cruzar la frontera de Croacia a Bosnia, donde se notaba un cambio significativo en las carreteras, edificios, parques... o la gran cantidad de perros callejeros que nos costaron más de un susto. Todo parecía haberse detenido años atrás. Pero no es de extrañar cuando te informas un poco sobre la historia del país.
Pero yendo al tema que nos ocupa, el deportivo, las dos vueltas que corrimos allí constaban de tres y cuatro días sin descanso entre ambas, por lo que, a pesar de ser dos pruebas distintas, sumaban hasta una semana ininterrumpida de competición.
La primera, el Tour de Serbia, comenzó mal para mí. Me tocó pasar por algo a lo que siempre te arriesgas cuando sales a correr en el extranjero. Quizás el agua, algo que pudiese comer en el bufé o simplemente alguna bacteria, me creó una indigestión que me dejó vacío en la primera etapa. Por otro lado estuvimos muy cerquita de estrenar el casillero del equipo, siendo Roger Adrià segundo en meta.
Durante el resto de la vuelta tratamos de asaltar la general y las victorias de etapa. Pero parecía que todavía no era el momento, pues al final de la carrera el balance era de tres segundos puestos parciales y segundo en la general con Jaime Castrillo.
Al terminar Serbia el sentimiento general era agridulce, ya que sentíamos que la victoria estaba muy cerca, pero a la vez habíamos terminado cuatro veces segundos en tres días. Tuvimos que apartar ese sentimiento rápidamente, ya que una nueva vuelta comenzaba a la mañana siguiente. Y aunque no fue fácil, Pablo Urtasun
-nuestro director- hizo un gran trabajo y supo contagiarnos su optimismo, así como hacernos ver que teníamos cuatro días por delante, y por tanto, cuatro nuevas oportunidades.
Al terminar la Belgrado Banjaluka habíamos conseguido la primera victoria del equipo con Enrique Sanz. El trabajo de todos fue ejemplar y en esta ocasión sólo nos invadía el sentimiento de satisfacción. Además, Martí Márquez finalizó segundo en la general y estuvimos en la pelea en cada etapa.
Personalmente no pude dar mi mejor versión en la primera vuelta y acabé decepcionado.
Pero en la segunda, los problemas desaparecieron. Las sensaciones fueron buenas y pude vaciarme por el equipo.
En definitiva, el balance de la gira balcánica es muy positivo. No sólo por haber logrado la primera victoria en la historia del equipo, sino por todo lo que hemos aprendido. Descubrir países que si no fuese por el ciclismo difícilmente conoceríamos, hacer nuevas amistades o comprobar lo complicado que es ganar sea cual sea la carrera, son algunas de las lecciones que me llevo.