JÉRÔME COUSIN ¿Somos la meta o el camino?

A nuestro protagonista le pilló la crisis sanitaria en Portugal. "Tenía un hueco en el calendario y me bajé a entrenar a Loulé, en el Algarve, donde vive mi novia Fiona -explicó en el diario francés Ouest-France-. Estalló la pandemia y no pude regresar a Lyon". Así que se quedó por allí, alternando el rodillo con carreras a pie y labores de jardinero y albañil en la casa de un vecino para mantenerse en forma. Cuando acabó el confinamiento, Fiona y Jérôme entrenaron una semana y se lanzaron a la aventura. Sobre sendas bicis de carretera con alforjas, cruzaron Portugal desde Loulé hasta Sintra, serpenteando por la geografía lusa, conociendo rincones de pueblos y ciudades, preparando el Tour de Francia.

En la Grande Boucle, Cousin fue uno de los hombres más reconocibles del Total Direct

Energie de Bernaudeau. Formó parte de la fuga del día en la octava etapa, pero sobre todo protagonizó en solitario la de la tercera. "No soy escalador ni sprinter; sólo puedo ganar así, con una escapada, así que me toca coger el toro por los cuernos". ¿Y no se hacen largos 111 kilómetros solo? "Me he centrado en disfrutar, que para eso monto en bicicleta". Cousin llegaría fuera de control en la etapa de Villard-de-Lans, apabullado por la alta montaña. Viendo la mueca de felicidad que refleja su rostro hirsuto en la foto de su desconfinamiento portugués que acompaña a este artículo, uno se pregunta si entrenó para poder correr el Tour o si corrió el Tour para poder entrenar con su novia por pueblos perdidos. Si somos la meta o el camino.