Cicatrices

En la meta de Loudenvielle se expresó abatido ante los micrófonos. "Hoy es un día clave en mi carrera deportiva. Son demasiadas derrotas para el equipo, para muchas personas y para mí mismo". El Tour se torció para Thibaut Pinot en la primera etapa, en Niza, cuando la pista de patinaje de la Costa Azul recién llovida provocó decenas de caídas incluyendo la que le lastimó la espalda. Su Groupama-FDJ, volcado en hacerle disputar la victoria en la Grande Boucle, consagró un fisioterapeuta varias horas diarias a aliviarle para que pudiera competir al día siguiente. No bastó, y en los Pirineos se hundió. "Pero no voy a abandonar en ningún caso", aseveró.

Pinot vivió un vía crucis de fugas impotentes con tal de llegar a la penúltima etapa, crono en la Planche des Belles Filles, que pasaba por su Mélisey natal. "La salida está colocada frente a su instituto", explicó en L’Équipe su hermano y entrenador Julien. "Pasamos a 50 metros de la casa de nuestros padres, delante del colegio al que íbamos de pequeños...". Su mentor, Marc Madiot, entendía el porqué de este sacrificio.

"Si se hubiera retirado la semana pasada, hubiese visto pasar el Tour por delante de su hogar desde la cuneta. Es una cicatriz que habría llevado marcada el resto de su vida". El día de la crono, a primera hora de la mañana, la subida final estaba pintada con un solo nombre: Pinot, Pinot, Pinot... Cantaba el público, "Thibaut, Thibaut, Thibaut", que le dedicó las ovaciones más bonitas y cariñosas. Las heridas más dolorosas pueden cauterizar con amor, aunque dejen cicatrices.