Ciclismo a Fondo

Un rosa para unir Colombia

- Texto Ainara Hernando Fotos Bettini Photo

Amparado por un imperial Ineos Grenadiers, Bernal hizo suyo un Giro de Italia que cimentó sobre la tierra de Campo Felice y de Montalcino para administra­r la ventaja cuando atravesó su momento crítico en la semana final. Caruso, brillante segundo, salvó al huérfano Bahrain y Simon Yates se recompuso para acabar tercero.

Le quedan al Giro apenas seis kilómetros y medio de puerto, el de

Alpe Motta, punto fronterizo entre

Italia y Suiza, cuando a Egan Bernal le sobreviene, eso dice él después, el peor momento de las tres semanas de carrera en las que se ha erigido único patrón y dominante a lo largo y ancho de la bota y el tacón transalpin­os. Es ahí, en las últimas rampas de la última subida de esta Corsa Rosa que ya expira, cuando Bernal, gafas colgadas de los laterales del casco, ojos a la vista, mirada destrozada tanto como sus piernas que prefiere no esconder, empieza a sentir que se queda sin aire.

Llega justo a tiempo esa pequeña crisis que, como le viene sucediendo en las últimas y siempre decisivas montañas del Giro, sabe gestionar Bernal, porque en eso cimenta su victoria y su rosa. Es el triunfo de las piernas, mejores que las de nadie, pero sobre todo el de la inteligenc­ia. Del saber correr cuando el cuerpo está a punto de explotar. De resistir. Ese y no otro, no el del día anterior cuando Simon Yates, tan lejos, le fuerza y le pone en aprietos escalando el Alpe di Mera, ganando la etapa y metiéndole miedo incluso con los tres largos minutos que lleva de desventaja, ese, el del Alpe Motta y no otro, es

“el momento más complicado de todo el Giro”, admite después Bernal.

LA UNIÓN HACE LA FUERZA

Sale vivo de ahí no sólo por su inteligenc­ia y su saber gestionar la crisis. Sale porque tiene dos compañeros que valen mucho más de lo que pesan en quilates de oro. Eso mismo le sucede, por delante, a quien le está poniendo en ese aprieto. Sucede en el momento más bello de este Giro de Italia, que de postales puede colecciona­r ya unas cuantas, que se pone en valor la lección primera del ciclismo y es que se trata de un deporte en el que gana uno, pero ese uno tendría imposible vencer sin un equipo detrás. Y sucede en ese momento tan bello que dos grandes ciclistas, Bernal por detrás vestido de rosa, Caruso por delante, el gregario luchador que a base de

constancia va a encontrar su premio, dos enormes ciclistas están jugándose un Giro de Italia pero la batalla la libran sus escuderos, dos ciclistas como la copa de un pino en el descenso del Passo San Bernardino, previo al Alpe Motta. Allí ataca Caruso apoyado en las piernas de Pello Bilbao y por detrás es Jonathan Castroviej­o, un ciclista entregado capaz de tirar de su líder incluso cuando lleva la rueda pinchada, el que se pone al frente del pelotón a masacrar los sueños de los Bahrain Victorious.

Vasco contra vasco. Pello frente a

Castro. Corredoraz­o frente a corredoraz­o. Por detrás de Castroviej­o espera su turno, atento y paciente, el último de los hombres más valiosos de Egan Bernal, Dani Martínez. Y sucede cuando empiezan las rampas duras del último puerto de este Giro, como viene ocurriendo en toda la última semana de carrera, esa imagen que vale y habla por sí sola. Dos colombiano­s unidos en busca de la victoria. Porque esa es la única garantía del éxito. La unión para la gloria. La unión para seguir adelante.

Eso es el Giro de Egan Bernal, el mensaje al mundo y sobre todo a sus compatriot­as, a un país tan dividido y roto en estos tiempos. El recordator­io de que la clave del éxito es esa. Nada de individual­idades. Remar juntos como única solución.

DE CAMPO FELICE A MILÁN

Porque para entonces, ya desde hacía una semana, si había algo claro era que el único enemigo de Egan Bernal era Egan Bernal. Para la novena etapa con final en las tierras sin asfaltar de Campo Felice, el líder del Ineos Grenadiers ya se había erigido patrón de la carrera. Un poco por su superiorid­ad, otro mucho porque prácticame­nte ya para entonces se había quedado solo. A ese primer final importante de la carrera no llegó Mikel Landa, caído otra vez. Cinco días duró en pie y con esos bastó para quedarse con la rabia, una vez más, de todo lo

que el alavés podría haber hecho con sus potentes piernas y su empuje único del que algo se vio en Sestola.

Bernal se quedó sin el que iba a ser su principal enemigo, aunque algún invitado especial le salió. Remco Evenepoel y su ilusión, el chico recién recuperado y venido a este Giro con un libro en blanco que empezar a escribir y sin nada que perder. Todo lo que viniese era bueno y el Giro vio en ellos el duelo soñado. Pero la carretera acabó poniéndole en su lugar. En el suelo primero, caído camino de Sega di Ala, en casa después, donde ya se rumoreaba que iba a terminar antes de tiempo. La carretera también dijo que Simon Yates no estaba para merecerse el rosa, igual que todas las veces que se ha dado de bruces contra esta carrera. Demasiado para él. Todo corazón y ganas pero una sola bala, la de Alpe di Mera, con la que valiente e incansable quiso desafiar a Bernal y a su Ineos pero ellos, con Castroviej­o y Dani Martínez, le pusieron a la inquietud calma y saber hacer.

ENEMIGO DE SÍ MISMO

Eso, la unión para hacer la fuerza y la gestión de los malos momentos, ha sido la victoria de Bernal. Porque a la montaña crucial de los Dolomitas, recortados por la nieve que también hizo suyos, y los Alpes, a los que sobrevivió con inteligenc­ia, ya había llegado sabiendo que el único que podía ganar el Giro era él. Pero también era el único que podría ser capaz a esas alturas de perderlo. Su triunfo, el del escalador colombiano venido de las alturas que debería haberse movido como pez en el agua en los colosos de montaña del final, se cimentó en realidad en la segunda semana. Muy lejos de las cuestas más verticales.

Se escribió el rosa en los metros finales sin asfaltar de Campo Felice y en las tierras de Montalcino, la etapa más vistosa de este Giro con su maravillos­o

sterrato. En ambos lugares Egan Bernal sacó los dientes, apretó y con esa tierra construyó un muro de contención de más de dos minutos con el resto de sus

rivales. Con esa tierra enterró a todos sus adversario­s.

Porque a partir de ahí el único enemigo posible de Egan Bernal era Egan Bernal. Un desfalleci­miento o el temor aún más grande a los dolores de espalda, tan recientes en la memoria, era lo único que podría apartarle a él, dueño y señor, de este Giro de Italia.

FUGAS

De que no hubiese desfalleci­mientos ya se encargaron sus dos compañeros magníficos, Castroviej­o y Dani Martínez. Todo el Ineos se conjuró y supo correr a la perfección, permitiend­o fugas, así todos contentos. Dejando que cada cual se llevase parte de este pastel. Hasta diez escapadas culminaron con victoria: la de Taco van der Hoorn y la de Dombrowski, protagonis­ta desgraciad­o de la caída de Landa, la de Gino Mäder y el rosa del desconocid­o Attila Valter; la de Lafay y

la de Schmid en los caminos de tierra; la de Vendrame y la de Fortunato en el Zoncolan, donde Yates empezó a apretar a Bernal pero fue insuficien­te; la de Victor Campenaert­s y la del siempre merecedor de triunfos Dan Martin, tan luchador, igual que Alberto Bettiol, el único merecedor de algo en la etapa de Stradella que el pelotón se tomó como tercer día de descanso añadido. Pocos fueron los que no pescaron en este Giro tan repartido. Todos contentos. También los sprinters. Ewan, Sagan, Nizzolo y hasta Tim Merlier. Para todos hubo premio. Para todos los que sobrevivie­ron, claro. Porque fue el Giro de las caídas y la superviven­cia. Como Vlasov, que sin mucho ruido terminó cuarto haciendo bueno el trabajo de Luis León, Gorka Izagirre y el resto de integrante­s del Astana-Premier Tech. Como Joao Almeida, que de menos a más se quedó en el sexto puesto igualado a tiempo con

Dani Martínez tras una crono final en la que arrasó, cómo no, Filippo Ganna, incluso con un pinchazo. El campeón mundial CRI abrió y cerró la carrera.

Pero más allá de eso, el de 2021 fue el Giro de la unión. La suma de las fuerzas de Pello Bilbao para llevar en volandas a Damiano Caruso, gregario de siempre que por fin se encuentra con el premio que tanto merece, un triunfo de etapa enorme en Alpe Motta y un segundo puesto en el podio. La suma de fuerzas de Dani Martínez gritando desgañitad­o a su líder y compatriot­a Egan Bernal en Sega di

Ala cuando se queda por primera vez sin fuerzas y le empuja, con las piernas, con los brazos y con sus ánimos. Allí, en Alpe di Mera y en el Valle Spluga, la unión de ambos, dos colombiano­s, en medio de un país dividido para recordarle­s a ellos y a todo el mundo que la única clave del éxito es esa. Juntos en la consecució­n de un rosa para unir a toda Colombia.

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El suizo Mauro Schmid (Qhubeka Assos) -21- se impuso en Montalcino a Alessandro Covi (UAE) -22-. 5
5 La tierra de los jóvenes. El suizo Mauro Schmid (Qhubeka Assos) -21- se impuso en Montalcino a Alessandro Covi (UAE) -22-. 5
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llegado? A Mikel Landa le dio tiempo a lucir su buena forma en el primer contacto con la montaña. 6
6 ¿Dónde hubiera llegado? A Mikel Landa le dio tiempo a lucir su buena forma en el primer contacto con la montaña. 6
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Hasta su caída, Soler (Movistar Team) había dado la cara sin arrugarse ante el resto de favoritos. 7
7 Marc se creyó su rol. Hasta su caída, Soler (Movistar Team) había dado la cara sin arrugarse ante el resto de favoritos. 7
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6 Como búfalos. Ineos Grenadiers y TrekSegafr­edo entraron mandando al sterrato con Ganna desbocado en el primer tramo.
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Luis León Sánchez y Gorka Izagirre cuidaron del inexperto Vlasov, tratando de corregir sus despistes. 3
3 Maestros celestes. Luis León Sánchez y Gorka Izagirre cuidaron del inexperto Vlasov, tratando de corregir sus despistes. 3
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Damiano Caruso (Bahrain Victorious) arrancó fuerte la crono, pero Egan Bernal no le dio ninguna opción de soñar con la remontada en Milán.
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4 Orgulloso segundo. Damiano Caruso (Bahrain Victorious) arrancó fuerte la crono, pero Egan Bernal no le dio ninguna opción de soñar con la remontada en Milán. 4
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Excelente ambiente en el podio entre tres ciclistas de tres generacion­es: Caruso, Bernal y Yates. 1
1 Hora de celebrar. Excelente ambiente en el podio entre tres ciclistas de tres generacion­es: Caruso, Bernal y Yates. 1
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Ni salir sin referencia­s ni un pinchazo; si Ganna está en forma nadie le bate contrarrel­oj. 2
2 El broche de Pippo. Ni salir sin referencia­s ni un pinchazo; si Ganna está en forma nadie le bate contrarrel­oj. 2
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¿Quién mejor que su pequeño Marlon para entregarle la maglia ciclamino al genio eslovaco del Bora?
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5 Peter Sagan e hijo. ¿Quién mejor que su pequeño Marlon para entregarle la maglia ciclamino al genio eslovaco del Bora? 5

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