Ciclismo a Fondo

Infatigabl­e

- Texto Joaquín Calderón Foto Luca Bettini/Bettini Photo

Veinte años recién cumplidos tenía Daniel Felipe cuando debutó en el Giro de Italia de 2016 con el Wilier Southeast, compartien­do maillot con Julen Amézqueta y Cristian Rodríguez, como el más joven de esa edición. El colombiano repitió participac­ión al año siguiente, pero durante sus tres campañas en la estructura del Education First conoció La Vuelta y el Tour, regresando en esta edición a la Corsa Rosa en el papel de último hombre para Egan Bernal en las etapas montañosas.

Si atendemos a las nuevas maneras de comunicarn­os en las redes sociales, en las que las tendencias y las bromas en forma de meme tienen mucha importanci­a a la hora de jerarquiza­r las noticias, Martínez ha sido protagonis­ta por dos hechos: su labor junto a Castroviej­o, quien ha exhibido la mejor forma en montaña de su carrera, para cubrir mano a mano las carencias del Ineos tras la retirada de Sivakov, parodiada con un montaje en el que Arnold Schwarzene­gger lleva al hombro un sofá con Mr.Bean; y la foto para el recuerdo en Sega di Ala que ilustra el comienzo de la crónica de este Giro, una imagen entre líder y gregario que se ha repetido en varias ocasiones en el conjunto británico durante la etapa

Sky -Wiggins con Froome; este con Bernal; y ahora Martínez con su compatriot­a- con la que supuestame­nte se predice su hipotético liderato en una próxima gran vuelta.

"Trataba de motivarlo, de decirle que sólo quedaban unos metros y que le metiera", explicó el ganador del Dauphiné 2020 sobre qué le gritaba a Bernal en ese momento, el culmen de una actuación de tres semanas en la que ha consolidad­o una regularida­d sobresalie­nte. Su nivel en la montaña ha estado cerca del de los hombres del podio -en el Zoncolan llegó con Caruso y en Cortina d’Ampezzo apenas perdió 36’’ con Yates, por ejemplo- y su trabajo resultó decisivo para que Bernal mantuviese la compostura en su peor día en Sega di Ala, en el ataque de Yates en Alpe di Mera y, sobre todo, en la penúltima jornada en Alpe Motta, donde asumió la persecució­n de Caruso en la subida final de 7 km y soltó a todos los favoritos, concluyend­o tercero en la etapa. Sólo estuvo ausente en el sterrato camino de Montalcino, en el que su exequipo fue superior con Guerreiro y Bettiol como gregarios de Carthy.

El ascenso a la quinta plaza de la general, adelantand­o en la crono final a Romain Bardet y resistiend­o por centésimas el empuje de Joao Almeida, es una merecida recompensa a su abnegada dedicación, aunque quizá valore más las palabras de Egan Bernal tras Sega di Ala: "Fue mi ángel de la guarda". Veremos si la broma que circula por las redes sociales se materializ­a y, como ha ocurrido en los demás casos, en un futuro cae sobre sus hombros la responsabi­lidad de liderar al Ineos en una grande. Condicione­s, tanto en montaña como en contrarrel­oj, parecen no faltarle.

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