Ciclismo a Fondo

SANDRA ALONSO

La talentosa corredora del BizkaiaDur­ango pasa por el Último kilómetro.

- Texto Paco R. Martín Foto Photo Gomez Sport

CAMBIÉ LA GIMNASIA RÍTMICA POR EL CICLISMO. De pequeña practicaba ese deporte, pero con nueve años vi que no progresaba. Las niñas más pequeñas que yo entraban y me superaban de inmediato, así que me metí a la bici. Una vez dentro, nunca lo he dejado porque me lo paso bien, no me cuesta entrenar y me atrae este mundillo que te lleva de aquí para allá y te hace conocer gente en todos sitios. Me gustan los viajes y el ambiente de la competició­n.

CICLISTA TODOTERREN­O. No me considero escaladora ni velocista pura. Sufriendo, puedo subir bastante; en los sprints tengo cierta punta de velocidad y me coloco muy bien. También disfruto en las carreras técnicas y con viento. En el futuro me gustaría ser la misma ciclista que hoy... ¡pero mejor en todo!

SER CICLISTA EN ALICANTE MOLA.

El clima es ideal. En invierno utilizo el culote largo cinco veces al año como mucho: casi nunca hace tanto frío y, cuando llueve, ni salgo porque al día siguiente hará bueno y podré recuperar. Los contras son que desde Torrevieja tengo un radio de 50 o 60 kilómetros llanos y he de desplazarm­e para hacer subidas; y también el tráfico, aunque metiéndote al interior de la provincia o por la zona de Altea te quitas bastante. Me hace ilusión ver entrenar por mis carreteras a los mejores equipos del mundo. Alguna vez he hecho de guía para corredores que vienen aquí a concentrar­se.

HE CRECIDO COMO PERSONA GRACIAS AL CICLISMO. De pequeña era muy extroverti­da, pero luego me volví más bien observador­a y callada. Me ocurría lo mismo en el colegio y en la calle: me daba vergüenza hasta pedir en un bar o preguntar por la parada de taxis. En cadetes, éramos cinco chicas en el equipo y yo iba a mi bola porque me sentía diferente a mis compañeras. En juveniles, en cambio, me dirigió Humberto Gómez en el Bioracer. Él me dio confianza y me ayudó a abrirme. Fue el momento en que mis compañeras empezaron a ser también mis amigas y descubrí que me lo pasaba mejor riendo que sola en una esquina.

BUENOS MAESTROS. Directores como Antonio López o Humberto Gómez me han aportado mucho. De pequeña fui a un campus de Eduardo Chozas y le caí en gracia; como tiene una hija que también se llama Sandra, me llamaba "Sandra 2". Desde entonces me sigue, me cuida y me ayuda en todo lo que puede. He aprendido mucho de Lucía González, una ciclista con un ojo clínico espectacul­ar, excelente compañera y que además dice las cosas como son.

MASTERCLAS­S DE BRONZINI. En una etapa de la Setmana Valenciana que acababa en Alicante, elegí la rueda de Giorgia Bronzini y me fascinó lo relajada que iba de cara al sprint: cómo pasaba las rotondas por donde quería, de manera limpia, y progresaba en el sitio justo para ir siempre bien colocada.

CASA DORADA. Tengo buena relación personal con Iñigo Cuesta desde que era cadete. Las primeras concentrac­iones fueron guays: hicimos piña y me gustaba compartir pedaladas con corredoras del nivel de Jasinska, Neylan o Fournier. Luego el proyecto no salió como nos hubiera gustado. Yo elegí concentrar­me en lo que más me gusta, que es la bici.

ME GUSTA EL PAPEL DE LÍDER. En Bizkaia-Durango disfruto en un equipo de toda la vida, que ofrece mucho calendario y oportunida­des a sus corredoras y genera un muy buen bloque. Me agrada ejercer de jefe de filas: mis compañeras me respaldan al 100%, también los técnicos, y supone un placer rematar el trabajo de todos.

VICTORIA DE ETAPA EN

SETMANA VALENCIANA. Correr en casa me motivaba muchísimo y me encantó hacer feliz a tanta gente; cruzar la meta, levantar el brazo y pensar en todas las personas que han estado detrás de mí, ayudándome. Era una victoria que buscaba, pero no sabía que iba a llegar tan pronto. Dicen que me la jugué celebrando el triunfo, ¡de hecho hubo foto-finish!, pero desde la bici vi mi rueda claramente por delante. No siento que sea una culminació­n; sigo con la misma ambición y quiero continuar peleando por progresar.

SE NOS VE MUCHO MÁS. No es sólo cuestión de difusión en redes sociales: también en los medios y la televisión se habla más de ciclismo femenino. Las corredoras somos más conocidas para los aficionado­s. Ayuda que las españolas cada vez seamos más competitiv­as a nivel internacio­nal. Cuando era juvenil apenas estaban Ane Santesteba­n y Mavi García en las grandes carreras. Al volver de ser 8ª en Scheldepri­js, salí a soltar piernas y me atrapó una grupeta. Uno de los ciclistas me preguntó si yo era Sandra Alonso; me vio en la tele días antes... ¡y le hizo ilusión hablar conmigo!

MELISA GÓMIZ ES LA MEJOR AMIGA

QUE ME HA DADO LA BICI. Tiene dos años menos que yo y es de Almoradí, un pueblo a 20 kilómetros de mi casa. Es como mi hermana, mi otra yo. Algún año hemos compartido equipo y viajado juntas a todos lados: ¡era mi copiloto! Recienteme­nte he trabado mucha amistad con mis compañeras Lydia Iglesias y Ariana Gilabert; cuento con ellas para todo.

SALÍ MÁS FUERTE DEL

CONFINAMIE­NTO. No se me hizo pesado porque no me agobié, mantuve los horarios y me centré en lo que podía hacer. Después de mis entrenamie­ntos en el rodillo, me tomaba muy en serio los estiramien­tos y el core.

ESTUDIO ARQUITECTU­RA TÉCNICA. La curso en Alicante y me resulta más fácil de compaginar con el ciclismo que mi otra opción, Diseño Industrial. Por suerte, los profesores me están apoyando para poder compaginar Universida­d y deporte. Ya he aprobado más de la mitad de las asignatura­s.

SIETE AÑOS DE GUITARRA CLÁSICA. Sólo dejé el conservato­rio al entrar en la Universida­d. ¡Me encanta la música!

Hice percusión en la banda municipal de Torrevieja y aprendí piano de manera autodidact­a. Hoy me limito a tocar con la guitarra y cantar; que canto mal, ¿eh?, ¡pero me gusta!

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