Abierto a las críticas para mejorar
Dentro de esa fortaleza mental y unas piernas únicas, un todo que le convierte hoy en día en uno de los pocos candidatos reales a adjudicarse el Tour de Francia dado el altísimo nivel entre los grandes que ahora existe en el pelotón, Primoz Roglic es también consciente de las pequeñas debilidades que aún le lastran y que va limando en el camino. "Todavía tengo que descubrir cómo ser un buen líder". Razona que "vengo de un deporte -los saltos de esquí- que es completamente individual y en el que estás centrado solamente en ti, en el que piensas mucho en el aspecto mental, en tus sensaciones y en la técnica. Pero el ciclismo es un deporte mucho más colectivo. Tengo que aprender de los demás". No le importa reconocer que "al comienzo de mi carrera veía a los compañeros que se iban juntos a entrenar, a tomar un café, hablar y reírse, mientras yo prefería estar solo y entrenar sin compañía. Al principio no me daba cuenta ni le di importancia, pero ellos pensaban que no me caían bien. Creían que yo me veía como alguien especial y que estaba metido en mi mundo". De todo eso ha aprendido y lo está aplicando. "He trabajado mucho en cómo hacer que estén a mi alrededor, porque a mí no me salía natural. No soy esa clase de hombre que en medio de un entrenamiento con todo el equipo se pone a hablar. Estoy todavía descubriendo cómo ser más abierto y me lo tomo como un gran reto para ser mejor ciclista". Es por eso que también acepta las críticas que le llegaron, especialmente en la primera Vuelta en la que se proclamó ganador, por su escasa sintonía con los medios de comunicación. "Siempre digo que estoy abierto a las críticas y que aprecio mucho que me digan cuándo he hecho algo mal para poder cambiarlo".