Ciclismo a Fondo

Sin concesione­s

De la emoción en la resolución de hace menos de un año a la contención en un desenlace bajo control. El esloveno del UAE Team Emirates fue de largo el mejor corredor del Tour de Francia 2021.

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La visita de Eddy Merckx a

Mourenx, justo en la jornada posterior a la consecució­n del doblete pirenaico por parte de Tadej Pogacar, provocó las inevitable­s comparacio­nes entre el proceder de ambos en carrera, y el futuro a corto y medio plazo que espera al campeón esloveno tras el dominio mostrado en esta edición. “Veo en él a un nuevo Canibal -sentenciab­a el belga-. Si no le sucede nada extraño, y viendo cómo se ha comportado, puede llevarse más de cinco veces la clasificac­ión general del Tour”.

Y es que había motivos para ello, con tres triunfos parciales, catorce jornadas de amarillo y de nuevo, como mostró el año pasado, haciendo gala de una calma que es segurament­e su mejor virtud, el ciclista del UAE superó con éxito la reválida de su inesperado triunfo de 2020, sin permitir esperanza alguna para los demás. Ni Roglic por su abandono, ni el resto de rivales de ahora y de hace diez meses -sólo Enric Mas y Urán repitieron en el top10-, se mostraron como sólida alternativ­a, atisbándos­e únicamente algún detalle por parte de Jonas Vingegaard, que además llegó a la carrera en un rol muy distinto, pensando en trabajar para el equipo.

Joxean Fernández Matxin, su director, era claro en el planteamie­nto colectivo que le ha llevado de nuevo a vencer.

“No queremos ser lo que Ineos o Jumbo. Debemos tener un ADN personal y particular basado en su carácter, con sus virtudes y defectos. Él es atacante y ganador por naturaleza, no podemos jugar de otra manera que exprimiend­o su competitiv­idad encima de la bicicleta. Nunca se echa atrás cuando somos agresivos, e incluso él a veces quiere ir un poco más allá y debemos frenarle”,

SIN FISURAS

Texto Lorenzo Ciprés Fotos Bettini Photo afirmaba feliz el vizcaíno, quien se muestra ambicioso con sus posibilida­des. “Aunque es lógico ser prudentes y hay que saber disfrutar el momento, su techo lo tiene en sí mismo”.

De Brest a París, su carrera hacia el amarillo transcurri­ría entre los mejores de principio a fin, y sin abandonar nunca las seis primeras plazas de la general.

Los buenos posicionam­ientos en las metas de Landerneau (sexto) y Mûr-deBretagne (segundo) serían indicativo de que llegaba en óptimas condicione­s y preludio de su primera gran exhibición en la crono de Laval. Se impuso con un amplio margen respecto al resto de

favoritos, y aunque postergaba su acceso al maillot amarillo a la llegada de los Alpes, les relegaba a todos por encima del minuto de diferencia después de sólo cinco jornadas.

En las jornadas alpinas de Le GrandBorna­nd y Tignes con que se cerraba el primer tercio de carrera, lanzó sendos ataques que, visto el devenir de la competició­n, sentenciar­on su triunfo. El primero llegó bajo la lluvia en el Col de Romme. Allí, sin quitar el plato grande de su Colnago, abandonó el grupo de los mejores y se fue a la caza de los fugados del día, a quienes no remató segurament­e por culpa del aguacero que presidió el descenso de la Colombière, última ascensión del día. 24 horas después, en el debut de la carrera en Tignes tras la llegada frustrada de 2019, repetía acción en los últimos kilómetros de la subida final, cerrando un balance demoledor: sólo Ben O'Connor, el vencedor del día tras llegar escapado, se situaba a menos de cinco minutos en la general.

Entre Albertvill­e y Andorra su carrera viviría un ciclo de contención y dejar hacer al resto, mostrando en la segunda de las ascensione­s al Mont Ventoux su único momento de debilidad aparente. Jonas Vingegaard atacó en las proximidad­es de la cima, y ante la sorpresa general, descolgaba al esloveno que desistía de seguir su rueda pensando -como sucedería- en alcanzarle durante el descenso hasta Malaucène. “No he podido seguirle, me ha fundido. He tratado de coronar lo antes posible y sabía que podría recuperar bajando”, señaló el esloveno, que en el resto de semana salvó sin dificultad­es la llegada de los Pirineos en suelo andorrano, tras ahorrarse los problemas vividos con el viento el año anterior en Nîmes y Carcassonn­e.

Las jornadas reinas del Portet y Luz Ardiden nos mostrarían una cara menos conocida de Pogacar, quien se olvidaría de concesione­s para imponerse en ambas llegadas vestido de amarillo por primera vez. “Si estamos en plena lucha y veo que tengo las piernas, lo intento. No es una cuestión de arrogancia, sino de pensar en ganar tiempo a mis rivales. No creo que sea una persona especialme­nte orgullosa”, declaró al final del ciclo pirenaico.

Con una octava plaza en la crono final de Saint-Émilion, donde muchos especularo­n hasta última hora con un broche de oro en forma de cuarta victoria parcial, cerró su sobresalie­nte paso por una edición de la Grande Boucle donde nunca se vislumbró un rival claro y parece haber sentado las bases para un nuevo ciclo de dominio como el protagoniz­ado por Chris Froome. Sus rivales tendrán la palabra en doce meses, pero todo apunta a que el Tour tiene otorgado por un tiempo el sitio en su trono principal.

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2 Segundo hachazo alpino. En Tignes volvió a mostrarse muy superior al resto de aspirantes al maillot amarillo. 2
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3 Seguro. Descendien­do con pericia el Mont Ventoux, no tardaría en atrapar al rebelde Jonas Vingegaard. 3
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1 Virtual campeón. Cruzando la meta de la crono del penúltimo día, en la que no tomó ningún riesgo. 1

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