Cicloturismo en Andorra
Fontaneda es sólo de subida. Remontamos el valle hacia Andorra y giramos hacia la derecha para afrontar otro clásico, La Comella, corto pero bastante duro, sobre todo el inicio, y que casi al final tiene uno de los mejores miradores de la ciudad. El descenso de La Comella nos permite enganchar con la subida de Engolasters, un puerto que se estrenó en La Vuelta 2019 y que es una delicia para el cicloturismo porque a partir de su parte media no tiene demasiado tráfico y nos permite admirar la iglesia de San Miquel de Engolasters, una de las varias construcciones románicas conservadas en Andorra.
Llegamos al lago del mismo nombre y comenzamos la parte que más nos atraía de la jornada, una pista de tierra en muy buen estado que une el lago con el parking de Pardines, en la subida a Cortals d’Encamp, y donde se cayó Primoz Roglic en 2019. Sorprendentemente, es muy plana -necesitábamos algo así después de un día de todo subidas y bajadas- y tiene 3 km en los que podemos disfrutar de las espectaculares vistas del valle que tenemos a nuestra izquierda. De vuelta al asfalto, desechamos la idea de culminar la subida a Cortals y bajamos hacia Encamp, que aún nos quedan casi 4 km de ascensión hasta el hotel en Canillo. En total, 114 km y casi 3.600 metros de desnivel en una jornada con cinco puertos y muchas rampas por encima del 10%, lo habitual en Andorra.
EL PASO MÁS ALTO DE PIRINEOS
El plan de la segunda jornada es más relajado, con el ascenso hasta el Coll d’Ordino desde Canillo, que además permite a quien no tiene muchas ganas regresar rápido, ya que sólo es dejarte caer sin dar pedales hasta el hotel, y Envalira, un puerto quizá denostado por los cicloturistas porque es cierto que tiene mucho tráfico, pero que es muy atractivo en su parte final, una vez superado el túnel de peaje hacia Francia, y que tiene el honor de ser, con sus 2.408 metros, el puerto de paso más alto de los Pirineos.
El esfuerzo del día anterior hace mella y aprovechamos las suaves rampas de Ordino desde este lado para subir con tranquilidad, disfrutando del característico paisaje de sus curvas de herradura y visitando después el impresionante mirador del Roc del Quer, donde los que no sufran de vértigo disfrutarán de una plataforma acristalada que nos deja colgados sobre la montaña. En Envalira, la charla con Ángel Vicioso y sus divertidas anécdotas hace que la ascensión se nos haga corta, a pesar de sus 17 km desde Canillo, con una pendiente suave y donde por unos momentos se nos une al grupo Purito, que se da la vuelta pronto porque aún le quedan unos cuantos metros de desnivel hasta casa. La foto de rigor en Envalira y el rápido descenso ponen fin a dos días de puro cicloturismo en un lugar con multitud de opciones, como Cabús, que en esta ocasión no hemos ascendido, pero que es un puerto obligatorio para quien disfruta de pedalear en las montañas.