DE RUTA POR ANDORRA
El país de los Pirineos tiene un sinfín de posibilidades para disfrutar al máximo del cicloturismo.
Hace once años, la primera vez que visité Andorra para conocer los que entonces eran los puestos más famosos por sus apariciones en competición -Arcalís, Ordino, La Rabassa, Envalira…-, las ascensiones que se han popularizado en los últimos años ya estaban ahí, lógicamente, pero ni La Gallina ni Beixalís se podían completar en una ruta circular ya que entre Fontaneda y la cima del puerto más duro del país existía una pista de tierra y la vertiente de Beixalís que ha subido recientemente el Tour no estaba completamente asfaltada. El traslado masivo de los profesionales a Andorra -con el atractivo económico, sí, pero también con unas carreteras ideales para su trabajo- y el empuje de Purito Rodríguez con su marcha cicloturista y con el diseño de la etapa de La Vuelta 2015 han puesto a Andorra en el mapa del ciclismo, un territorio que cuenta con multitud de opciones para organizar rutas, sea cual sea la dureza que busques. Aprovechamos la inauguración de la temporada de ciclismo en el Hotel Ski Plaza, que ha reforzado su apuesta por nuestro deporte junto a Bikefriendly, para volver a recorrer un país que, si nos alejamos del bullicio de Andorra la Vella, es ideal para pedalear. Dos rutas desde Canillo que nos han servido para recordar la dureza de los puertos, las carreteras bien cuidadas y también para compartir charlas y anécdotas con Ángel Edo y Ángel Vicioso, que nos acompañaron dentro de la propuesta del hotel que convierte a José Joaquín Rojas, que estaba concentrado de cara al Tour, y a exciclistas profesionales en guías de lujo.
BEIXALÍS Y LA GALLINA, DUREZA Y BELLEZA
Comenzamos la primera ruta descendiendo seis kilómetros hasta Vila, donde tras una rotonda -de mal recuerdo para Chris Froome, ya que poco después se cayó en aquella etapa de 2015- comienza la Collada de Beixalís. Son unos 6,5 km al 8% de media, pero los números engañan porque la parte final es relativamente suave y la dureza se concentra en unos dos kilómetros y medio centrales llenos de curvas de herradura en los que la pendiente alcanza en varias ocasiones el 15%. Afortunadamente, con los desarrollos actuales cada uno puede subir adecuando su esfuerzo y la parte final es más llevadera hasta la cima, por donde pasan, mientras esperamos para reagrupar, Robert Gesink y Tao Geoghegan Hart. Los dos primeros profesionales de una jornada en la que nos cruzamos con Miguel Ángel López, George Bennett, Imanol Erviti junto a Enric Mas… y seguro que más ciclistas a los que no identificamos por el esfuerzo.
La bajada de Beixalís es traicionera, con varias curvas que se cierran progresivamente, y la afrontamos con precaución, ya que, como ocurre con otros descensos como el de La Rabassa o Cortals d’Encamp, en su parte final se empina más coincidiendo con el paso por los pueblos. Reagrupamos de nuevo y apenas un par de kilómetros después estamos en Ordino para ascender uno de los puertos más populares para los aficionados porque se ha utilizado como puerto de paso en las carreras. El Coll d’Ordino no es el más duro, aunque sus casi 10 km al 7% son cifras más que respetables, y la subida es bastante cerrada por los árboles hasta llegar a la parte final, donde a nuestra izquierda tenemos el valle del Valira del Norte, donde se sitúa la ascensión a Arcalís, y a nuestra derecha el Valira del Oriente, hacia donde nos dirigimos para regresar a Canillo en una bajada mucho más abierta y con un paisaje espectacular que nos deja literalmente en la puerta del hotel.
La ruta prevista para la primera jornada se acaba aquí, pero aún es pronto y decidimos continuar. Valoramos subir El
Forn, que también arranca en la puerta del hotel y es un buen puerto para completar si nos quedamos con ganas, pero nuestro objetivo es volver a La Gallina y conocer después la pista entre Engolasters y Cortals d’Encamp, por donde pasó La Vuelta en 2019 bajo la tormenta. Así, bajamos de nuevo hacia Encamp, pasamos lo más rápido posible por Andorra la Vella y tras 12 km de descenso llegamos a Aixovall para afrontar La Gallina por su vertiente del santuario de Canòlich. El comienzo alterna rampones y descansos hasta el bonito pueblo de Bixessarri, donde la dureza se acrecienta de verdad para situarse por encima del 10% en los siguientes 4 km, plagados de curvas y rampas del 15%, hasta el santuario.
Aquí terminó La Vuelta en 2012, 2013 y 2018, pero el final real del puerto está unos 3,5 km después, un poco más suaves, pero en los que aún hay pendientes superiores al
10%. Después de más de una hora y diez minutos de esfuerzo coronamos, mi compañero tacha de su lista el puerto y bajamos de nuevo hacia Aixovall, ya que la vertiente de