Veni, vidi, vici
Llegó, vio, venció, se vistió de amarillo, puso épica al Tour... y lo abandonó tras la 8ª etapa para preparar la carrera olímpica de MTB. Pocas veces ocho días de participación en la ronda gala dieron tanto que hablar. Mathieu van der Poel afrontó su primer Tour con la idea de dejar huella y lo hizo desde muy pronto. Tras llegar en el grupo de los mejores en la accidentada etapa inicial pasó al ataque en la segunda, que incluía un doble paso por el explosivo Muro de Bretaña.
Coronó ligeramente destacado el primero -sumando 8" de bonificación-, pero guardó lo mejor de su repertorio para reventar a sus rivales con un ataque a falta de 700 metros. Nadie pudo seguirle y entró en solitario en meta -señalando al cielo en recuerdo a su abuelo, el legendario Raymond Poulidor- con 6" de adelanto sobre Pogacar, Roglic y Kelderman, y 8" respecto a Alaphilippe. Ventajas que unidas a las bonificaciones le daban el liderato. El neerlandés se vestía con el amarillo que le había pedido su fallecido abuelo, quien jamás lo pudo vestir pese a ser el hombre que más veces subió al podio de París.
La contrarreloj individual suponía la primera prueba de fuego en la defensa del liderato. Lo salvó por 8" respecto al ciclón Pogacar tras firmar una gran actuación -5º a 31" del esloveno- en una modalidad que no frecuenta. Pero su mayor exhibición llegaría dos días después, en un maratón de 249 km que no pronosticaba grandes emociones y terminó siendo inolvidable. Cinco horas y media de ciclismo épico en una jornada dinamitada a 210 de meta por una treintena en la que se filtraron el líder Van der Poel y Van Aert, grandes rodadores y clasicómanos que pusieron contra las cuerdas al UAE, que asumió un desgaste excesivo para que la ventaja no se disparara.
La fuga llegó -ganó Mohoric- y un exhausto Van der Poel amplió en más de tres minutos su renta con los favoritos. "Me metí porque había corredores que amenazaban el maillot amarillo y quería mantenerlo un día más; la general no es mi objetivo", decía consciente de la gesta que habían protagonizado. "Es mi primer Tour, pero los he seguido por la tele y nunca había visto una etapa como esta". Sus palabras se confirmaron camino de Le Grand-Bornand, donde Pogacar reventó la carrera y MVDP cedió 21 minutos. En la novena etapa ya no tomó la salida.
En su estreno en la Grande Boucle le hemos visto atacar hasta casi reventar; ganar en el Muro de Bretaña para vestirse de líder; lanzar a su compañero Merlier en la etapa que conquistó en Pontivy; aguantar contrarreloj con una solvencia inesperada; guiar una de las locuras más maravillosas que se recuerdan en los últimos años... En ocho días escasos de Van der Poel vimos mucho más ciclismo y espectáculo que en veintiuno de la mayoría de los participantes.