"Quería probar y me voy contento"
Casi dos meses después de su grave caída en el Giro de Italia que le costó una fractura de clavícula y de cinco costillas, Mikel Landa reaparecía en la Clásica de San Sebastián. Se puso un dorsal para iniciar la segunda parte de la temporada que debe llevarle a la Vuelta a España. Como de costumbre en toda carrera que participa, el alavés no fue uno más ni quiso quedarse quieto en el pelotón, atacando de lejos, en el ascenso a Erlaitz, donde copó el protagonismo junto a Simon Carr.
A pie de Murgil, la última subida de la prueba guipuzcoana, su compañero Padun se fue al suelo sin consecuencias, aunque muchos pensaron que el caído era Mikel. El del Bahrain Victorious se marchó a casa "contento porque tenía muchas ganas de volver a correr y he disfrutado, aunque la forma no es todavía la mejor", señalaba en la línea de meta del Boulevard donostiarra. "No me había marcado ningún objetivo, pero corría en casa y eso da motivación extra, aunque es cierto que me faltó ritmo". A pesar de eso, "estar en la pelea me deja satisfecho. Quería probar a ver si se animaba alguien más". El vasco confesaba que en este tiempo en el dique seco "he pensado en muchas cosas. Primero en recuperarme; luego, cuando lo logras, te da un pequeño bajón y cuesta entrenar todos los días como antes porque sufres molestias y pasas por distintos estados de ánimo. Pero siempre he pensado en regresar a la competición y darle la vuelta a este mal sabor de boca".