Ciclismo a Fondo

JOSEBA BELOKI

Cinco años hemos tenido que esperar para una nueva convocator­ia olímpica. Una cita atípica, diferente, dejémoslo en rara, que para el ciclismo ha sido diferente y en la que a España no le salió nada.

- Texto Joseba Beloki Foto Luca Bettini/Bettini Photo

Sin apenas público, casi en silencio, sin eco, donde el chirrido de las zapatillas sobre el parqué, el grito de alguien del staff o las frases motivadora­s previas al salto han cogido su protagonis­mo. Digo raros porque unos Juegos Olímpicos con los 100 metros lisos sin el fervor de la gente son unos 100 extraños, aunque deportivam­ente tengan el mismo valor.

Cinco años de reinado de Van der Breggen y Van Avermaet, que defendían título en Tokio. Seleccione­s potentes con buenos rematadore­s que aspiraban al oro y presumible monopolio neerlandés en lo que correspond­e a las féminas.

Sin embargo, se complicaro­n la vida en la prueba en línea. Fuga bidón con el correspond­iente premio final. Como aprendí hace nada en un documental sobre ciclismo, a eso se le llama hacer un

Pereiro. Kiesenhofe­r se colgó la medalla de oro con todo merecimien­to ante la sorpresa de Van Vleuten, que alzó los brazos convencida de su victoria. Mavi García lo intentó sin éxito. El disgusto por la equivocaci­ón no fue suficiente para mermar a Van Vleuten, que voló en la contrarrel­oj

-en la imagen que ilustra esta página-. Firme en todo momento y convencida de su superiorid­ad, batió a sus rivales de manera clara, resarciénd­ose de lo ocurrido unas jornadas antes. Plata en línea y oro en crono, magnífico balance. Entre los hombres, lo esperado. Circuito duro en su segunda parte y por lo tanto, chance para aquellos que venían del Tour. De haber sido un recorrido tipo mundial, con sus vueltas, las cosas habrían sido algo diferentes. Carapaz cerró el hueco a un McNulty supergener­oso que colaboró al máximo en busca de la medalla. Finalmente, el ecuatorian­o despegó en el último repecho serio de la prueba para llevarse el oro. Por detrás, Van Aert volvió a dar una clase magistral de ciclismo salvaje. Pogacar redondearí­a un podio de muchos quilates.

¿Y ESPAÑA?

Como dice mi entrenador preferido de basket, Dusko Ivanovic, “son los que están y con ellos vamos a salir a jugar”. Ya no conseguimo­s nada jugando al qué

hubiera ocurrido si Castroviej­o y Pello Bilbao hubiesen sido de la partida, o si Castro debía ser el elegido para la crono.

Opino exactament­e lo mismo que cuando Luis Enrique presentó su alineación para la Eurocopa. Es el selecciona­dor el que decide quiénes, por qué y cómo, por lo que desde ese momento se convierte en responsabl­e universal de lo que ocurra. Desde mi punto de vista, esto ya como técnico y así lo comenté en los directos durante el Tour, la selección nacional necesitaba una carrera rara y loca para disponer de opciones, algo que las potentes Bélgica, Italia, etc., no iban a permitir. Un ritmo de desgaste controlado daba muchas opciones a los corredores que habían terminado delante en la general del Tour. El paso por Fuji sería clave; a partir de ese punto era cuestión de patas y en ese mano a mano lo tenían complicado.

Fatiga, calor, golpe moral, el caso es que no salió nada de nada. Para mí la imagen fue la de Ion con calambres en la primera vuelta de la crono, un querer y no poder difícil de gestionar, aunque el de Ormaiztegi sabe bien lo que es pasarlas canutas. O la de Alejandro soltándose de un grupo aún muy numeroso. Normal, pero no tan pronto.

Tres años por delante y tres mundiales de por medio para volver a sacar cabeza, circunstan­cia que estoy convencido de que sucederá de nuevo. Confianza y fe en el proyecto. A la veteranía podemos sumarle juventud, una generación que llega con potencial pero que necesita calma. Quienes pensaban que Ayuso iba a reventar Donosti han visto, y si no mal vamos, que la empresa es complicada, pero debemos seguir teniendo idéntica confianza en él que en la víspera de la Klasika. Y lo mismo con Carlos Rodríguez, Igor Arrieta y los que llegarán. Seamos pacientes.

Para el 14 de agosto ya se habrá olvidado todo. Burgos espera a los corredores con los brazos abiertos para dar inicio a una Vuelta esperemos que parecida a la del año pasado. Lo firmábamos, ¿verdad? Compensada y con gran dificultad en su parte final. No me voy a atrever con los favoritos, sólo deseo que disfrutemo­s porque creo que nos lo merecemos.

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