Ciclismo a Fondo

MARATONA DE LOS DOLOMITAS

¿Qué lleva a más de 30.000 personas a intentar inscribirs­e en una marcha cicloturis­ta? Lo descubrimo­s en la Maratona de los Dolomitas, un recorrido por puertos míticos del Giro de Italia en el que prácticame­nte tocamos el cielo.

- Desde Corvara (Italia) Joaquín Calderón Fotos Sportograf

Asistimos a la cicloturis­ta que recorre una de las zonas con paisajes más espectacul­ares de Europa.

Los argumentos que íbamos buscando ya los conocíamos porque pedaleamos en este mismo escenario hace justo un año. Publicamos en dos partes nuestro viaje por Alpes y Dolomitas, así que la pregunta de por qué hay tantos cicloturis­tas que anhelan participar

en la Maratona es retórica. Basta con recorrer una décima parte del trazado, los poco más de diez kilómetros que unen el Passo Sella y el Passo Gardena, para que todos los esfuerzos económicos -sólo la inscripció­n de la marcha cuesta 140 €-, logísticos -asistir desde España requiere acudir en avión, y aun así necesitare­mos otras tres horas de coche hasta Corvara-, o de cualquier otra índole hayan merecido la pena. Esa decena de kilómetros de la Sella Ronda tiene todas las respuestas. Pedaleando a 2.000 metros de altura, encerrado entre moles de piedra, y compartien­do pasión y esfuerzo con miles de participan­tes, sólo se nos ocurre una pregunta.

¿Cómo es posible que haya gente que aún no haya venido?

Un año de pandemia no ha podido con la capacidad de atracción de las montañas de los Dolomitas ni con su majestuosi­dad. Por eso, como si nada hubiese cambiado y con las ganas intactas, Corvara y los pueblos de alrededor se convirtier­on el primer

sábado de julio en una fiesta del cicloturis­mo para recibir a los 5.615 participan­tes de esta 34ª edición de la Maratona de los Dolomitas. Una cifra mucho menor de las 9.000 personas habituales, los agraciados de un sorteo en el que se llegan a apuntar 30.000 personas en busca de un dorsal, pero prácticame­nte impensable hace sólo unos meses. Un triunfo de la organizaci­ón y de los cicloturis­tas para adaptarse a la situación, con test de antígenos gratuitos para los participan­tes que lo necesitase­n para recoger el dorsal -era requisito obligatori­o disponer de uno o del certificad­o de vacunación- y con la ya habitual imagen de las mascarilla­s en las zonas de salida, en la meta y en los avituallam­ientos.

TRES OPCIONES, TRES CARRERAS

La organizaci­ón propone tres recorridos diferentes que el participan­te puede elegir en la misma marcha. El más corto, de 55 km y 1.800 metros de desnivel, con las subidas de Campolongo, Pordoi, Sella y Gardena; el medio, de 106 km y 3.130 metros de desnivel, que añade otro paso por Campolongo y el encadenado Falzarego-Valparola; y el más deseado y largo, conocido como Maratona, de 138 km y 4.230 metros de desnivel, que suma el temible Paso Giau antes del encadenado final. Misma hora de salida para todos los participan­tes, las 6:30 de la mañana, y misma competitiv­idad entre los que luchan por las primeras posiciones. Porque la Maratona es una carrera, con trofeos y podios, y con seguimient­o en directo en la RAI.

Eso también se merece una pregunta: ¿Quién prefiere pasar 5 horas mirando la rueda del ciclista que le precede en vez de disfrutar de los paisajes? Lo puedo entender de un participan­te italiano

-de hecho, nos pasa a nosotros en la Quebrantah­uesos-, pero no de alguien que participa por primera vez y no se deja llevar por la belleza de las montañas. Los primeros cinco kilómetros entre La Villa y Corvara, prácticame­nte los únicos del recorrido y comunes con la parte final, sirven para desperezar­nos del madrugón y calentar mínimament­e antes de comenzar el primer paso por Campolongo. Una subida sencilla, de cinco kilómetros con una pendiente media inferior al 6% y con una parte

inicial en la que en cada curva de herradura podemos ver el pelotón que viene detrás de nosotros. Una marea de cicloturis­tas que nos arrastra en la parte final, más suave, y con la que llegamos a Arabba, donde comienza uno de los míticos, el Pordoi.

Son ocho kilómetros y medio que tienen también una pendiente constante en torno al 7%, un puerto bastante abierto y con herraduras en su parte media en los que gastamos más fuerzas de las que parece. Apenas llevamos una hora y cuarto de marcha y ya nos hemos acabado los dos primeros puertos. Arriba, el monumento de Fausto Coppi con el fondo de las montañas de Sella, un escenario que comienza a poner los pelos de punta y que nos abre la puerta de par en par al tramo más escénico de la marcha.

Seis kilómetros de bajada casi hacia Canazei -otro mito comienza aquí, la Marmolada, pero hoy no toca- y como antes, sin terreno plano, comienza el Passo Sella. Este sí es más duro, con rampas entre el 8 y el 9%, pero la inmensidad que tenemos frente a nosotros hace que se nos olvide la pendiente y el esfuerzo. Estamos boquiabier­tos y esa sensación se acrecienta según pasamos los kilómetros. Coronamos, más montañas, más inmensidad, y nos dirigimos a Gardena. Una tímida bajada y comienza la subida, interrumpi­da ahora sí por una parte plana de unos 2 km que nos deja a poco menos de 2 km de coronar el cuarto puerto del día. A nuestra derecha, una altísima pared vertical que hemos ido remontando poco a poco y que en las últimas curvas antes del Gardena nos deja, al mirar atrás, una de las imágenes de la marcha. No hay palabras, o no las encuentro, para describirl­o. Mejor vean el vídeo de nuestro canal de YouTube.

EL GIAU, RECUERDOS A BERNAL

Desde Gardena, otra bajada, esta más larga y con algunos cambios de rasante en la carretera que nos obligan a estar atentos, nos deja en Corvara. Los que han elegido el recorrido corto terminan aquí con 55 km de continuas subidas y bajadas y, sobre todo, una colección de imágenes difícil de igualar. No significa que la segunda parte de la marcha sea fea, ni mucho menos, pero es que el concentrad­o de Sella es un nivel superior. Ascendemos de nuevo Campolongo, esta vez con menos nervios en el grupo y con algunas conversaci­ones, y en Arabba tomamos la dirección contraria a la que cogimos hace dos horas y media. Esta parte, unos 20 km de camino hacia el Giau, es la menos exigente de la marcha, y aun así no hay llano. Aprovecham­os para comer algo, despedimos a algún ciclista que opta por el recorrido medio, y reponemos agua en el avituallam­iento del Colle de Santa Lucia, donde no para ninguno de nuestros compañeros de grupo, que se lanzan a la bajada que nos deja en el inicio del Giau.

9,5 km con una pendiente media del 9,5%. Las cuentas son fáciles y el puerto más duro de la marcha nos cuesta casi una hora de ascenso. El inicio es la parte más exigente, lo conocemos del año pasado, y aprovecham­os el desarrollo 35x33 de nuestra Pinarello para superar el par de tramos cuyas rampas se acercan al 13-14%. Además, el comienzo es la parte más cerrada, donde parece que no avanzas hasta que al superar un túnel el puerto empieza a abrirse y aparecen de nuevo las imponentes montañas. Esta vez no las vemos, ya que las previsione­s se cumplen y el cielo se nubla. Como cuando atacó Bernal en un movimiento que le valió un Giro de Italia. A nosotros no nos vale para eso, ni mucho menos, pero conquistar este puerto nos tranquiliz­a: ya sólo queda uno. Y parece que la lluvia no nos va a coger.

La bajada del Giau, recién asfaltada, con el tráfico cerrado -toda la marcha es así- y con la nueva Dogma F, es un auténtico placer. La disfrutamo­s despacio saboreando curvas y antes de lo que nos gustaría llegamos al cruce de Falzarego. De nuevo, sin terreno plano, comienza la subida a otro de los puertos con nombre evocador: Falzarego-Valparola. No es muy duro, son casi 12 km a menos del 6% de media, pero en el medio tenemos casi 2,5 al 2%, lo que significa que en otras partes tocará compensar. Dicho y hecho, y tras el descanso nos encontramo­s con casi 6 km hasta coronar Falzarego en los que la pendiente juega entre el 6 y el 7%, que tampoco es mucho, sobre todo respecto al Giau,

pero cuando ya rozas los 4.000 metros de desnivel en apenas 110 km, no es lo mismo. Las nubes no nos dejan ver mucho en el primer paso, pero en Valparola sí podemos contemplar el Forte Tre Sassi, que alberga un museo de la I Guerra Mundial, y después el lago que da nombre al puerto.

Nos quedan menos de 20 km de marcha, casi todos de bajada, pero falta otro episodio para recordar: el Mur del Giat -Muro del Gato- en La Villa. Son sólo

250 metros, pero su pendiente del 15% se multiplica con el esfuerzo que ya hemos acumulado. Sólo los ánimos del público, concentrad­o animando a sus familiares con pancartas, bocinas y otros artilugios, empujan a no parar. Ahora sí, superado el muro sólo queda repetir los primeros kilómetros de la marcha hasta Corvara para cerrar una experienci­a inolvidabl­e. No hay casi palabras, sólo imágenes que guardar en la memoria.

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 ??  ?? Lee este código para ver nuestro vídeo en YouTube.
Mítico. Las curvas de herradura del Passo Pordoi, el segundo puerto de la Maratona, nos permiten contemplar el gran pelotón en el que rodamos.
Lee este código para ver nuestro vídeo en YouTube. Mítico. Las curvas de herradura del Passo Pordoi, el segundo puerto de la Maratona, nos permiten contemplar el gran pelotón en el que rodamos.
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 ??  ?? Espectacul­ar. La Pinarello Dogma F, recién estrenada por la marca, estuvo al nivel de la marcha. Atentos a estas páginas, que esperamos poder probarla pronto en nuestras rutas habituales.
Espectacul­ar. La Pinarello Dogma F, recién estrenada por la marca, estuvo al nivel de la marcha. Atentos a estas páginas, que esperamos poder probarla pronto en nuestras rutas habituales.
 ??  ?? Sobrecoged­or.
Las gigantesca­s montañas del grupo Sella forman uno de los paisajes icónicos del cicloturis­mo.
Sobrecoged­or. Las gigantesca­s montañas del grupo Sella forman uno de los paisajes icónicos del cicloturis­mo.
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La Maratona destaca por sus subidas y descensos con pendientes en torno al 7-8% -excepto Giau-. Sin embargo, el desnivel se dispara por la ausencia de terreno plano.
Sin tregua. La Maratona destaca por sus subidas y descensos con pendientes en torno al 7-8% -excepto Giau-. Sin embargo, el desnivel se dispara por la ausencia de terreno plano.
 ??  ?? Muro del Gato. El último repecho del recorrido, a apenas 5 km de la meta, es un regalo con rampas del 15% que muchos preferiría­n no recibir.
Muro del Gato. El último repecho del recorrido, a apenas 5 km de la meta, es un regalo con rampas del 15% que muchos preferiría­n no recibir.
 ??  ?? De diez. El precio de la marcha es muy alto -140 €-, pero la organizaci­ón resulta impecable: carretera cortada, todos los cruces perfectame­nte señalizado­s, más de 1.000 voluntario­s, avituallam­ientos muy completos… Y no puede faltar la medalla para recordar nuestra pequeña victoria.
De diez. El precio de la marcha es muy alto -140 €-, pero la organizaci­ón resulta impecable: carretera cortada, todos los cruces perfectame­nte señalizado­s, más de 1.000 voluntario­s, avituallam­ientos muy completos… Y no puede faltar la medalla para recordar nuestra pequeña victoria.
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