CLÁSICA DE ORDIZIA
Luis León Sánchez impuso su clase a la juventud revolucionaria de Juan Ayuso y Roger Adrià para conquistar en Ordizia su 47ª victoria profesional.
Lucha generacional de la que resultó vencedor el experimentado Luis León Sánchez ante Ayuso y Adrià.
Ainara Hernando Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport
Cuando empieza de buena mañana en Ordizia su Klasika, justo antes del banderazo de salida y el aurresku de honor a la carrera de un día más antigua de España, Luis León Sánchez echa un vistazo al pelotón que lo circunda y se da cuenta rápido: hace ya mucho que es de los mayores. Y cada vez más, se nota las arrugas y los surcos porque son más evidentes cuando su mirada se clava en lo que tiene alrededor; la lozanía, los rostros con acné todavía, las piernas de casi todos aún sin muscular.
CLASE E INSTINTO
Luisle es de los veteranos, que no viejos. Pero da igual una cosa que otra, porque jamás dejará de atesorar la enorme clase que tiene en sus piernas. Eso no caduca, ni se extingue. El muleño es un cazador con instinto, un león hambriento. Eso nunca se pierde por el camino por muchas primaveras que uno acumule. Pero piensa y en efecto el del Astana dice después que “te pones a ver los ciclistas de este pelotón y era gente muy joven. Sabemos que vienen rápido, les cuesta poco ponerse en forma para su suerte y cuentan con mucha garra y energía”. Pero de ahí, de Ordizia de donde parte la Prueba Villafranca justo después de que él examine ese pelotón de niños que pegan fuerte y aprenden deprisa, quien sale vencedor es él.
Porque aunque sea mayor y así se sienta al compararse con los corredores que van a ponerle a prueba, un depredador como él siempre mantiene su alma cazadora, que mezclada con su inagotable talento dan el triunfo como resultado. Los cachorros crecen, sí, y le ponen a prueba en la última subida a Abaltzisketa donde responde con la perfecta ayuda de un entregado Óscar Rodríguez. Pero sigue siendo el rey de la manada y como tal, ante él se postran en un sprint que controló desde muy lejos,
500 metros, en la cuesta de Altamira, donde todavía no se veía ni la meta.
Para llegar hasta ahí se precisa “de calma y mantener la tranquilidad”, explica Luisle. De paciencia para visionar la presa que es la victoria. León de caza, estoico y flemático hasta que llega su momento. Es el favorito de esta 98ª edición de la Prueba Villafranca, pero no aparece hasta el final. Por algo es el rey de la manada.
Él y todo el Astana-Premier Tech consienten la fuga que despierta a la Klasika en el regreso a su fecha original, la de la festividad de Santiago. En cabeza se marchan Ibai Azurmendi luciendo el naranja Euskaltel-Euskadi por las carreteras de casa, el vitoriano Oier Lazkano por parte de Caja Rural-Seguros RGA, Felipe Orts representando al Burgos-BH, Marton Dina del Eolo-Kometa y el mallorquín
Xavi Cañellas del Gios.
Astana, UAE y Bahrain, los World Tour presentes a excepción de Movistar Team, se encargan del control. Junto a ellos, sin achantarse, colabora el Equipo Kern Pharma de Juanjo Oroz, que esta vez no
sale a pillar el corte para buscar la foto y el protagonismo. Su ambición renovada obliga a reservar sus mejores cartas y por eso tira del pelotón como uno más de los grandes.
Con toda esa colaboración, la fuga no llega a los tres minutos de ventaja en ningún momento. Es otro de los aspectos que hablan de la revolución que vive el mundo del ciclismo y que aquellos entrados en años perciben primero.
“Se está produciendo un cambio en la forma de correr. Antes se dejaba mucho más tiempo a las escapadas y eso ya no sucede”, analiza Luis León Sánchez. El murciano sigue siendo el rey porque cuando la cosa se pone seria, después de que Oier Lazkano sea el último superviviente de los aventureros en la penúltima ascensión a Abaltzisketa, se activa: es el momento de comenzar la caza y rondar a la presa. Se fija en el UAE de Juan Ayuso, ese joven que promete comerse el mundo. Él y su equipo toman el mando, secan los ataques de los suicidas como Mathias Norsgaard (Movistar) que osan desafiar al pelotón cada vez más reducido y se coloca al acecho.
Pero aún no es el momento. Continúan los fuegos de artificio, balas de fogueo. El intento de Diego Rosa catapulta a Mikel Iturria y con él se va Óscar Rodríguez, quien rompe el récord que poseía Simon Yates en la última subida a Larraitz. Ahí sí. Ese instante lo marca todo. Ayuso se despega, Carretero aparece, Adrià avanza y Luis León afila las garras.
Ellos cinco se marchan en el tobogán que hace de descenso hasta Ordizia en busca de la victoria. Presa suculenta. Óscar Rodríguez se vacía para que esos sean los únicos rivales a los que el
León tenga que devorar. Por detrás tira un desesperado Burgos-BH. Imposible; cayeron en la trampa.
SPRINT DESDE LEJOS
Hay un cachorro que le mira con una mezcla de emoción y ambición. Es Juan Ayuso, el niño que todo lo quiere y todo puede. Verse allí ya es magnífico, casi un triunfo. Casi, porque quiere más. “Disputar una carrera frente al que ha sido mi referente de pequeño es un orgullo”. 19 años les separan. “Se nota que tiene un futuro prometedor y ojalá podamos verlo”, dice de él Luisle. Futuro. Que en esta selva el rey sigue siendo el León.
Como tal se anticipa. A 500 metros de meta toma posiciones en cabeza del grupo. Aún sin vislumbrar la pancarta, ya tiene todas sus armas preparadas. “Hay que mantener la calma”, se repite. Mirar de frente al enemigo y sacar las zarpas. Así se pone hasta que faltan cien metros y despliega toda su velocidad. Lección magistral. Para Ayuso, segundo, “venía a ganar pero Luis León ha sido mejor y hay que darle la enhorabuena”; para Roger Adrià, que también lo quiso todo y tuvo que conformarse con el podio; para Carretero e Iturria. Jóvenes lozanos llenos de futuro, pero el León sigue siendo el rey.