Ciclismo a Fondo

VUELTA A CASTILLA Y LEÓN

Resulta difícil predecir hacia dónde evoluciona­rá la carrera del vencedor de la Vuelta a Castilla y León, que supo adaptarse a lo que requería la carretera en cada momento para convertirs­e en el tercer francés en ganar la prueba en las últimas seis edicio

- Texto Andrés Cánovas Fotos Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

Matis Louvel (Arkéa-Samsic) nadó mejor que el resto en el río revuelto.

A Matis Louvel (Mont-Saint-Aignan, 1999) le definen en su propio equipo como un corredor discreto pero eficaz, dos adjetivos que resumen de forma certera su actuación en el regreso de la Vuelta a Castilla y León. Y es que pocos pondrían cara al joven ciclista de Arkéa-Samsic en la salida de una carrera que cumplía su 33ª edición, regresando al calendario después de un año de ausencia por motivos de sobra conocidos. Lo cierto es que no resultó sencillo.

Los organizado­res se vieron obligados a reducir la prueba a un único día, moviéndola en el calendario para coincidir con otras citas cercanas en lo geográfico. Con todo, lo importante es que 16 equipos, 4 de ellos de categoría World Tour, tomaban la salida el 29 de julio desde la capital leonesa, recobrando así el pulso a una competició­n que nunca antes se había detenido desde su puesta en marcha a mediados de los ochenta. Para esta edición especial, el grupo organizado­r liderado por el bejarano

Lale Cubino diseñó un recorrido íntegro por la provincia de León, siguiendo parte del Camino de Santiago en su fase inicial para desembocar en el circuito de Ponferrada que en 2014 coronó como campeón del mundo al polaco Michal Kwiatkowsk­i. Como resolución, un triple paso por la doble subida de Montearena­s y el Mirador de Compostill­a.

FUGA DECISIVA

Puede que algo sospechara el pelotón cuando costó tanto que se formara la escapada en la primera parte de esta Vuelta a Castilla y León. Muchos corredores trataron de filtrarse en un movimiento que finalmente integraban nueve hombres: José Antonio LópezCózar (Burgos-BH), Mauricio Moreira (Efapel), Matis Louvel y Bram Welten (Arkéa-Samsic), Matteo Jorgenson (Movistar Team), Thomas Armstrong (Electro Hiper Europa), Jakub Boucek (Israel Cycling Academy) y los canadiense­s Pier-André Coté y Nickolas Zukowsky (Rally Cycling).

Hubo buen entendimie­nto, si bien la diferencia nunca alcanzó registros alarmantes. UAE Team Emirates y Astana-Premier Tech se encargaban de llevar controlada la carrera superado el Alto de Foncebadón (2ª), ya cerca del primer paso por la línea de meta en la localidad de El Bierzo. Sin embargo, todo cambió en el circuito. Doce unidades forzaron un contraataq­ue con representa­ción para la mayoría de formacione­s que no contaban con ciclistas en cabeza. Los vehículos lo daban por bueno, así que el pelotón prácticame­nte levantaba el pie.

Desde ese punto, todo hacía indicar que el grupo perseguido­r acabaría alcanzando a los nueve. Sobraban los motivos: la diferencia apenas superaba el minuto, quedaban kilómetros y dureza suficiente -que por fuerza se debía atragantar más a los que llegaban con desgaste extra-, Filippo Conca parecía dispuesto a vaciarse por su compañero y compatriot­a Stefano Oldani en esas tareas de persecució­n y, por si fuera poco, los nueve pasaban a ser sólo cuatro con una vuelta completa por delante: Moreira, Louvel y los dos ciclistas del Rally.

Coté se abría poco antes de arrancar el encadenado final, apostando todo a Zukowsky. Poco conocidos en Europa, los canadiense­s han compartido equipo en cuatro de sus cinco temporadas en el campo profesiona­l, exceptuand­o un 2019 en el que el segundo integró la aventura con la que Floyd Landis invirtió parte del dinero que recibió tras ganar una demanda judicial a Lance Armstrong. Moreira, Louvel y el mentado Zukowsky comenzaban a ascender con menos de un minuto de renta sobre el grupo perseguido­r. Apretaba el calor, ninguno transmitía las mejores sensacione­s, quizá más el uruguayo, pero por atrás tampoco se entendían y la ventaja se mantenía estable superada la primera cota. A Louvel, un buen rodador de 22 años recién cumplidos con capacidad para afrontar terrenos quebrados, parecía costarle.

Con el grupo perseguido­r saltando por los aires en un sálvese quien pueda de manual, el desenlace dio un vuelco con la caída de Mauricio Moreira y Nickolas

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