Ciclismo a Fondo

Miedo a despertar

- Texto Andrés Cánovas Foto Luis Ángel Gómez/ Photo Gomez Sport

Nunca ganará la general de una grande, pero pocos completará­n tres semanas tan redondas como las de Magnus Cort en esta Vuelta, por imagen, por impacto y por resultados. El mérito se multiplica si nos atenemos a que se trata de un corredor con buena punta de velocidad, aunque no un sprinter puro; un valor en la media montaña, aunque ni de lejos un escalador.

Nacido en la isla de Bornholm, un enclave pequeño con raigambre ciclista como demuestra el modesto conjunto Continenta­l asentado en la capital, Cort Nielsen fue uno de los primeros nombres en aparecer de la actual y prolífica cantera danesa. Entre Orica y Astana amasó un interesant­e palmarés en pruebas del máximo nivel, si bien nada comparado a estas tres semanas alrededor de España. Tan bien le fue, quizá por ello, que por un tiempo dejó de lado su principal pasatiempo en redes: valorar habitacion­es de hotel por todo el mundo. Ni una reseña para la amplia y variada oferta hostelera española.

Asegura Cort que no lo pasó bien durante los primeros días de carrera, "me dolían mucho las piernas". Puede que comenzara a soltar esa carbonilla en Molina de Aragón, donde concluyó tercero al sprint. De un modo u otro, dos días después se filtró en un quinteto camino de la Montaña de Cullera. Un final explosivo y un pelotón empeñado en controlar el grupo desde lejos. A pesar de gastar más que nadie y de comenzar el ascenso con poco más de veinte segundos, el danés se plantó en la cima con unos metros de ventaja sobre Roglic, rubricando una exhibición difícil de mejorar. No obstante, lo intentó a la semana en Valdepeñas de Jaén. Cort se marchó solo en la subida previa a Locubín, planteando otro duelo a un pelotón lanzado y ambicioso. Le sobró la rampa final, donde dejó una de las imágenes de La Vuelta, zigzaguean­do a todo el ancho de la calzada tras ser superado por los favoritos.

Lo cierto es que muy vacío no quedó, ya que 24 horas después superaba los dos puertos previos a Córdoba para batir en un sprint reducido a Bagioli y a Matthews. Su equipo sólo tuvo que aparecer en la parte final para romper la llegada con un movimiento antológico de Jens Keukeleire.

Iban dos.

Allá donde asomaba el de EF Education-Nippo, se convertía de forma automática en la rueda a vigilar. Aun así, lo volvió a probar a dos días de acabar. Escapada de dieciocho que se fue selecciona­ndo en el quebrado perfil gallego. Quedaron los siete más fuertes, Cort Nielsen, asistido esta vez por Craddock, completaba un triplete al alcance de muy pocos. "Me da miedo que todo sea un sueño y despertarm­e en el segundo día de carrera cuando me dolían tanto las piernas", concluía el designado con todo mérito ciclista más combativo de La Vuelta, que se despidió con una crono memorable en Santiago, segundo a escasos 14’’ de Roglic.

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