Como la primera vez

"Nunca me he considerado un corredor maldito en Francia pese a la ausencia de suerte en los últimos tiempos", aseguraba Primoz Roglic tras conquistar la clasificación general de la París-Niza. "Se me recuerda a menudo, pero no me molesta. Lo que estoy es feliz por llevarme una carrera por etapas donde hay de todo: viento, lluvia, abanicos, montaña, cronos, tensión a diario... En mi cabeza es como si fuese mi primera victoria, y si todo lo que siga en mis próximas carreras en Francia ha de ser así, firmo de inmediato". No le faltaba razón al esloveno, que acumulaba una prolongada racha en suelo galo, desde la segunda mitad del verano de 2020, encadenando derrotas y decepciones a partes iguales: en el Dauphiné y el Tour de Francia de ese año, y la París-Niza y de nuevo el Tour de 2021, situación que fue objeto de múltiples conjeturas sobre sus posibilidades reales de ganar algún día la ronda de tres semanas más importante del calendario, donde dentro de tres meses aspirará a ser la alternativa a su compatriota Pogacar.

De momento, y a la espera de afinar su puesta a punto para la Grande Boucle, Roglic ha mostrado una condición ligeramente inferior a la de anteriores campañas por estas fechas, que le llevó a necesitar de una intensa ayuda por parte de sus compañeros. "Hoy -refiriéndose al epílogo en Niza- ha sido un día muy duro.

No pasaba por mi mejor momento, pero el equipo ha vuelto a ser muy fuerte y además tenemos a Wout. Puede hacer cualquier cosa, es mitad hombre y mitad máquina. El resto de compañeros también son partícipes de esta victoria, de la que me siento a la par contento y aliviado", concluía feliz.