El chaval del círculo polar
Bella victoria de Andreas Leknessund (Team DSM) en su prueba de casa, enjugando el tiempo perdido en las jornadas previas con un ataque lejano.
¿Qué hago aquí?, se pregunta uno frente al espejo de su pequeña habitación de hotel, distinguiendo una cortina de agua al otro lado de una ventana sin persianas, recordando que hace sólo unas horas vivía bajo un sol alegre e inapelable que bañaba el cumpleaños de su mejor amigo. La Arctic Race of Norway es una carrera gélida y un auténtico desafío moral para quien la afronta. Incluso en pleno verano, la meteorología al borde del círculo polar puede ser hostil. Que se lo digan a Luis Ángel Maté (Euskaltel-Euskadi), que se metió en la fuga de la primera etapa para huir del frío y acabó aterido, vacío, pasando miseria mientras el bestial Gleb Syritsa, terror del pelotón amateur español que se estrenaba como stagiaire con Astana Qazaqstan, esprintaba como pez bajo el agua en la cuesta final con su plato de 56 dientes para ser segundo tras Axel Zingle. A principios de temporada, Cofidis otorgó a Zingle el papel de recolector de puntos con vistas a retener la licencia UCI World Tour entre 2023 y
2025. De ahí que haya disputado 23 pruebas de un día este año; de ahí, también que viniera a Noruega para aprovechar sus dotes de clasicómano ágil y ligero. Entre él y su émulo Victor Lafay, ganador del final en alto de Skallstuggu y quinto de la general, blindaron 240 puntos para la cuenta de Cofidis. Esta fue la carrera soterrada que disputaron el conjunto crediticio, Israel-Premier Tech o Arkéa-Samsic.
En la realidad allende de los números, hace 11 años, un chaval pelirrojo conseguía que su ídolo Thor Hushovd le firmara un autógrafo yendo de amarillo en el Tour de Francia. Ese chico, Andreas Leknessund, nació en Tromso, bien por encima del Círculo Polar Ártico, y dice ser ciclista profesional "por la Arctic". En la cuarta y última etapa se metió en la fuga para redimir su decepción en la jornada anterior. Voluntarioso e inagotable, dejó atrás a sus compañeros de escapada en el revirado circuito por la ortogonal ciudad de Trondheim y acabó por campeonar, etapa y general. Con este movimiento, el prometedor ciclista noruego consiguió que Hushovd le impusiera el maillot amarillo, componiendo una imagen soñada por su yo infantil y firmando el segundo triunfo local en la Arctic desde que precisamente Hushovd se impusiera en la edición inaugural de 2013. También anotó 220 puntos para Team DSM. Moraleja: puede ser rentable competir con la calculadora, pero también suma hacerlo con ambición y corazón.
En el terreno de juego de la ilusión destacaron dos españoles, sub-23 que conocían la máxima categoría en calidad de stagiaires de Burgos-BH y Euskaltel-Euskadi: Alejandro Franco e Iker Mintegi. Ambos concluyeron la prueba con solvencia, un saco de lecciones aprendidas y una conclusión común: hay una gran diferencia de kilometraje y nivel entre las pruebas amateur españolas y las carreras profesionales.
Al lado de Leknessund en el podio se irguió, 1,84 metros de estatura, Nicola Conci. El escalador italiano fue uno de los damnificados por la desaparición en marzo del Gazprom-Rusvelo y halló acomodo en junio en el seno de Alpecin-Deceuninck. El conjunto belga jugó por el triunfo en la Arctic con su baza y la del ex remero olímpico Jason Osborne: sólo nueve segundos les separaron de la victoria final. "Esta carrera marca el reinicio de mi carrera deportiva -declaraba emocionado tras la ceremonia protocolaria-. Los dos últimos años han sido muy duros para mí.