Deprisa, deprisa
En el camino ciclista recorrido por Remco Evenepoel desde su llegada a los 17 años procedente del fútbol, todo viene marcado por el signo de la velocidad. El triunfo absoluto en La Vuelta 22 únicamente es el último sprint de su fulgurante carrera.
Su arrasador paso por la categoría de juveniles, su inmediata eclosión y palmarés acumulado en tres años tras ascender directamente a profesional, e incluso la velocidad a la que más de uno comenzó a dudar de sus posibilidades en grandes vueltas con apenas una participación en el Giro como bagaje, han marcado hasta este septiembre de 2022 su trayectoria. La Vuelta seguramente señalará un cambio de tendencia en la mentalidad del corredor. Gracias a una preparación milimétrica, y pese a no contar con un equipo con potencial suficiente como para defenderle ante eventuales guerras tácticas que no se producirían, el joven astro belga ha demostrado que también cuenta para esta clase de carreras. La victoria absoluta, dos etapas, 16 jornadas de liderato y la sensación de haberse sabido sobreponer a las dificultades que le planteó una caída sufrida en la segunda semana, son el botín de un Evenepoel al que muchos sueñan ver pronto enfrentado en un cara a cara con Tadej Pogacar y con Jonas Vingegaard.
Siempre a su lado desde que llegó a la élite, y en un papel más silencioso y discreto que en muchas ocasiones, Patrick Lefevere ha sido el otro gran vencedor de esta Vuelta. Para el mánager belga, el advenimiento de su pupilo como estrella en vueltas de tres semanas llega en un momento clave donde el liderato del pelotón en las pruebas clásicas parece a la par, repartido y alejado de sus manos frente a otras épocas recientes.
Sin triunfos al volante en esta clase de pruebas desde que se hizo director en 1979, ha sido desde los despachos cuando por fin ha conseguido estrenarse. Precedido por el valenciano Angelino Soler y sus compatriotas Gustaaf Deloor y Frans De Mulder, Remco Evenepoel ha conseguido encaramarse al cuarto lugar del histórico de ganadores más jóvenes de la gran ronda española. Con 22 años y 235 días de edad en el momento de subirse al podio de Madrid, el ciclista del QuickStep Alpha Vinyl ha rejuvenecido
el palmarés reciente de la prueba, donde todos los ganadores desde hace tres décadas superaban los 25, y en el que el italiano Fabio Aru era su predecesor más joven con 25 y 2 meses cuando se impuso en 2015.
LÍDER DESDE CANTABRIA
Salvado con suficiencia el trámite de la salida neerlandesa donde su equipo firmó una notable tercera posición, su posicionamiento iría a más tras aterrizar en suelo español. En Laguardia se clasificó octavo, sin entrar en la guerra por la disputa de la victoria saldada a favor de Primoz Roglic. Tres días después, en la primera llegada en alto de la carrera, el Pico Jano, pegó su primer golpe a la general que le vistió con un maillot rojo que ya nunca abandonaría. Sólo Enric Mas y Juan Ayuso, el dúo que finalmente le acompañó en el podio madrileño, minimizaron pérdidas mientras el resto de contrincantes se iba por encima del minuto de diferencia.
Con el ataque como mejor línea de defensa, el fin de semana asturiano le supondría un nuevo botín en forma de segundos acumulados en Colláu Fancuaya y Les Praeres. Antes de volar al Mediterráneo para disputar la crono individual, Enric Mas y Primoz Roglic eran los únicos con una desventaja por debajo de los dos minutos. Hasta ese momento, la única noticia negativa era el abandono por Covid de Pieter Serry, uno de sus más sólidos ayudantes para las jornadas montañosas.
En suelo alicantino, y como era de esperar, brindó una clase magistral contra el cronómetro, dejando la clasificación patas arriba y con todos los rivales a excepción de Roglic por encima de los tres minutos.
“Ahora sólo tenemos que intentar conseguir la victoria absoluta”, declaraba confiado tras ganar en la víspera de las que seguramente fueron sus jornadas más complicadas. Primero, camino de Cabo de Gata perdía a Julian Alaphilippe por una caída que le obligó a abandonar; un día después, él mismo caía en una curva en la jornada de Montilla sin aparentes consecuencias, pero que le lastraron en las dos llegadas en alto del fin de semana andaluz, la Pandera y Sierra Nevada. Sendas ofensivas de Roglic y Enric Mas, unidas al territorio desconocido que afrontaba en la tercera semana, daban que pensar a muchos en dificultades en las jornadas finales. No las atravesó.
Muy sólido en los finales extremeños de Tentudía y Piornal -donde sumó su segunda etapa-, y sin apuros pese a lo esperado en la siempre temida Sierra de Guadarrama, cerró un último tercio de prueba en el que su equipo supo arroparle hasta el momento en que, como en tantas ocasiones, los intereses de
terceros jugaron a su favor en las tareas de control. Un pinchazo en los últimos kilómetros de la etapa de Tomares fue su único contratiempo más allá de la guerra deportiva infringida por Enric Mas, y mientras pudo hasta su abandono ese mismo día, Primoz Roglic.
Veintinueve años después de la primera ocasión en 1993, un Evenepoel se sumaba a la lista de ciclistas que conseguían acabar La Vuelta. En aquella ocasión, en Santiago de Compostela, Patrick, su padre, lo hizo en una anónima 113ª posición. Remco, el hijo, se coronó en Madrid como ganador absoluto. Bélgica y el ciclismo lo celebran; el olimpo de la especialidad ya tiene un nuevo morador.