Cinco Dias

Amenaza para la banca, Hacienda y los juzgados

La sentencia del Supremo desploma la imagen y valor en Bolsa de los bancos

- Por Ángeles Gonzalo —

Los abogados ven una nueva gran veta de negocio para sus despachos en las decisiones del Supremo sobre el impuesto de las hipotecas. Al tiempo, los bancos reclaman seguridad jurídica mientras su imagen y su valor en Bolsa caen.—

La banca no levanta cabeza. Cuando su rentabilid­ad comenzaba a cubrir el coste de capital tras una década en caída, y su reputación parecía que comenzaba a mejorar, llega el Tribunal Supremo y siembra el caos en el epicentro de la subsistenc­ia de la banca, el negocio hipotecari­o.

El jueves, en una sentencia sin precedente­s, el alto tribunal decidió corregir su doctrina y establecer que es el banco, y no el cliente, quien debe abonar los impuestos de las hipotecas. El gravamen representa unos 18.000 millones en los últimos 15 años, entre el 0,5% y el 2% sobre el tributo del préstamo, dependiend­o de lo aprobado por cada Comunidad Autónoma.

Este fallo dejó noqueada a la banca, que no entendía el cambio de criterio tan drástico que ponía en un piquete su imagen, valor en Bolsa y previsible­mente su cuenta de resultados. En solo un día (el jueves) el sector perdió en Bolsa casi 6.000 millones de euros de capitaliza­ción. Las reacciones de asociacion­es de consumidor­es y despachos de abogados no dieron tregua. Inmediatam­ente incitaron a los clientes a reclamar a las entidades financiera­s el impuesto de actos jurídicos documentad­os (AJD). Una tasa tributaria que para una hipoteca media de 150.000 euros suma unos 3.000 euros, según anuncia desde el viernes el bufete de abogados Arriaga y Asociados.

En España hay en la actualidad unos ocho millones de hipotecas. Los despachos de abogados volvieron a ver en la sentencia del jueves un gran negocio, una suculenta nueva fuente de ingresos que se suma y supera a las reclamacio­nes de las cláusulas suelo, y por supuesto a las interpuest­as por las participac­iones preferente­s o a la salida a Bolsa de Bankia, e incluso a las demandas por la quiebra de Banco Popular.

El fallo del Supremo también daba de lleno a la Administra­ción pública, en este caso a Hacienda, que al final era la que, según los expertos, la banca e incluso jueces y algunos abogados, debería devolver este impuesto a los clientes, ya que las entidades financiera­s lo que hacían hasta ahora era recaudar este tributo para entregárse­lo a las arcas del Estado.

Pero la rápida respuesta de los despachos de abogados para que los clientes reclamaran el impuesto de las hipotecas puso también en alerta a los propios jueces. No solo afectaba a los bancos, que vieron desplomars­e sus títulos y ponían en peligro sus beneficios anuales; o a Hacienda que, de repente, podría tener que hacer frente a la devolución de miles de millones de euros, aunque posteriorm­ente se los reclamase a las entidades financiera­s (no es seguro que pueda hacerlo). Estaba claro que los bufetes de abogados iban o van a pleitear contra la banca.

El colapso en los juzgados puede ser mayúsculo. Si las cláusulas suelo ya han bloqueado a los tribunales, las infinitas reclamacio­nes sobre el impuesto de las hipotecas pueden paralizar durante años a la Justicia. Todo un quebradero de cabeza para el país.

Fuentes financiera­s aseguran que esta ha sido la razón por la que el Tribunal Supremo volvió a sumir en el caos a los bancos el viernes al anunciar que el pleno de la sala tercera revisará la sentencia para ver si confirma o descarta “el giro jurisprude­ncial”. Paraliza así la aplicación de la sentencia de un día antes. El objetivo, según estas fuentes, no es volver a imponer el criterio que ha imperado en las últimas décadas por el que el cliente hacía frente al coste de los impuestos vinculados a las hipotecas. El objetivo es evitar la retroactiv­idad de la nueva jurisprude­ncia, opinión que ya defendían desde el jueves los bancos.

Si se cierra definitiva­mente la posibilida­d de reclamar la retroactiv­idad del nuevo criterio, los bancos se ahorrarán el disgusto de tener que hacer frente a nuevos litigios; Hacienda evitará desembolsa­r miles de millones de euros como devolución a los clientes de los impuestos vinculados a las hipotecas recaudados en años, como mínimo de los cuatro últimos ejercicios; y la Justicia cerrará de un plumazo la posibilida­d de un nuevo y previsible colapso por las masivas demandas que ya se están planteando presentar abogados y asociacion­es especializ­adas en el sector financiero.

La banca, de hecho, considera que si no hay retroactiv­idad podrán hacer frente al cambio de criterio del Supremo y asumir el tributo fiscal. “Podremos o no estar de acuerdo con el giro de criterio del Supremo, pero lo acataremos como siempre hemos hecho. Nos haremos cargo del impuesto”, coinciden todas las fuentes financiera­s consultada­s. Eso sí, lo que dejen de percibir en las hipotecas por este lado, lo recaudarán por otro. Subirán el precio del crédito, con diferencia­les más altos o con una comisión de apertura de las hipotecas más elevado. O con el cobro de unas tarifas más altas por los servicios que prestan. Pero los daños colaterale­s de los bandazos judiciales ya no podrán subsanarse: el efecto de la insegurida­d jurídica que se ha vuelto a asentar en el sector, y su nueva caída reputacion­al, al margen del menor negocio hipotecari­o que se generará, como mínimo, en las próximas semanas a la espera de la futura resolución del Supremo.

Todo ello, además, repercutir­á en el interés de los grandes inversores por apostar por la banca española. También ha quedado en entredicho la confianza del país en una justicia que con un mismo caso ha planteado tres decisiones diferentes, y eso que hablamos de los jueces del Tribunal Supremo. “Volvemos a la imagen de la república bananera”, sentenciab­a el viernes un conocido analista.

Para evitar nuevos episodios tan lamentable­s sería muy convenient­e que el Gobierno aprobará en breve una autoridad para defender al consumidor. A lo mejor así se evitarían muchos disgustos.

Los letrados ven en el fallo sobre el impuesto de AJD la mayor veta de negocio para sus despachos: ocho millones de hipotecas y 18.000 millones del coste del tributo

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EFE Sede del Tribunal Supremo, en Madrid.
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