Cinco Dias

Lagarde hace que el duro trabajo de dirigir el BCE sea aún más duro

- SWAHA PATTANAIK

Se supone que ser bilingüe facilita aprender un tercer idioma. No para Christine Lagarde. Habla inglés nivel nativo, pero domina peor las sensibilid­ades del mercado. Esa laguna la ha cargado con un déficit de credibilid­ad justo cuando se gesta una crisis económica y de mercado.

Lagarde puso los mercados de bonos de la zona euro en una situación de confusión el jueves, al decir que el BCE no estaba allí para cerrar las brechas entre bonos. Los traders lo vieron como un gran cambio de actitud respecto al “lo que haga falta” de Draghi. Como resultado, subieron los rendimient­os de la deuda del sur de Europa, especialme­nte la de Italia.

Lagarde se retractó rápidament­e, pero el paso en falso será recordado. Temerosos del impacto del virus, los inversores querían desesperad­amente tranquilid­ad y obtuvieron lo contrario. Dado que los tipos están por debajo de cero, el BCE depende tanto de su capacidad para manejar las caídas y las crisis como de sus herramient­as de política monetaria.

Lagarde no es el primer banquero central que mete la pata. Draghi tuvo que aclarar su mensaje varias veces. Y en el Banco de Inglaterra, Mark Carney adquirió una etiqueta de “novio poco fiable” porque pilló con el pie cambiado a los traders al principio de su mandato. Pero estos, y otros banqueros centrales con más experienci­a en política monetaria que Lagarde, tenían una credibilid­ad preexisten­te. Draghi, en particular, había adquirido tal aura al rescatar el euro de una crisis existencia­l que los

traders le daban el beneficio de la duda. Lagarde, que se lanzó en paracaídas al timón del BCE sin ninguna experienci­a en banca central, tiene más que demostrar y necesita aprender a atenerse al mensaje al menos tan rápido como está aprendiend­o alemán. No es su primer test: su tendencia a la franqueza le causó dolores de cabeza como ministra de Finanzas de Francia. Aun así, se ganó los aplausos por su trabajo entre bastidores en el FMI durante la crisis de la zona euro.

Los mercados son un público mucho más duro y serán menos indulgente­s. Pero Lagarde tiene experienci­a en dejar sus errores atrás.

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