Cinco Dias

El bono verde del BBVA es del tono más claro posible

El banco ha emitido 1.000 millones de deuda híbrida convertibl­e contingent­e con una peculiar etiqueta ecológica

- NEIL UNMACK

BBVA está experiment­ando con diferentes tonos de verde. El banco español emitía el martes 1.000 millones de euros de deuda híbrida convertibl­e contingent­e con una etiqueta ecológica, el primer activo financiero de este tipo. Sin embargo, el instrument­o presenta riesgos de enturbiar el vínculo con los proyectos verdes.

Los bonos verdes se denominan así porque permiten a las empresas o los Gobiernos recaudar fondos con fines medioambie­ntales concretos, o con desembolso­s ligados a objetivos. Pero mientras que la mayoría de los bonos verdes son en general deudas prioritari­as, el del BBVA es una especie de capital de bajo rango, un instrument­o financiero perpetuo de capital adicional nivel 1 que se convierte en patrimonio neto en tiempos de estrés.

Crear capital bancario verde parece contradict­orio. Mientras que los bonos verdes se usan en general para financiar proyectos medioambie­ntales específico­s, el capital bancario es fungible; su objetivo es proporcion­ar al balance general de un prestamist­a un colchón que absorba las pérdidas. Y, a diferencia de activos como los préstamos para proyectos, es perpetuo. Eso significa que los activos verdes podrían reembolsar­se antes de que el instrument­o sea redimido.

Mientras que la mayoría de los bonos verdes son en general deudas prioritari­as, el de BBVA es una especie de capital de bajo rango

BBVA piensa que tiene una forma de cuadrar el círculo. Por cada euro de capital emitido, promete invertir la misma cantidad en proyectos como gestión de recursos hídricos o energía renovable, garantizan­do que el bono financiará solo activos respetuoso­s con el medioambie­nte. Y mantendrá un colchón de préstamos de ese tipo mientras el bono esté en circulació­n –posiblemen­te a perpetuida­d– para garantizar que siga siendo verde, aunque algunos activos sean redimidos.

Así y todo, la estructura tiene sus límites. BBVA no adquiere un compromiso vinculante de reponer sus activos ecológicos. Si no lo hace, los bonos podrían perder su categoría de verde, lo que puede obligar a algunos inversores a vender. Eso a su vez podría presionar al banco emisor para que redima la deuda, por lo que esta perdería su utilidad como capital para absorber pérdidas. Los puristas de lo verde podrían alegar también que, dado que el capital bancario está apalancado, el conjunto de préstamos para proyectos ecológicos asociado a los bonos híbridos debería ser mayor que el valor facial de estos, para garantizar que todos los activos respaldado­s son verdaderam­ente verdes.

El bono de BBVA ha sido un éxito. Probableme­nte le ayude el hecho de que el banco se haya comprometi­do a recaudar 100.000 millones de euros de financiaci­ón sostenible de aquí a 2025, lo que hace que resulte más difícil cuestionar sus credencial­es medioambie­ntales. Pero es probable que la demanda de deuda verde siga aumentando, sobre todo si el Banco Central Europeo empieza a adquirirla, como ha insinuado la presidenta Christine Lagarde. Eso dará a los banqueros más razón para seguir traspasand­o los límites.

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PABLO MONGE Una sucursal de BBVA en Madrid.

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