La UE abre la puerta a reclamar por el ‘dieselgate’ en cada país
El Tribunal de Justicia falla que el daño se produce donde se compra el coche
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) señaló ayer que se puede perseguir en los tribunales nacionales de la UE escándalos como el denominado dieselgate, en el que Volkswagen utilizaba un software fraudulento que manipulaba las emisiones de los vehículos cuando eran sometidos a pruebas de laboratorio.
El tribunal falló en ese sentido en relación con una pregunta prejudicial del Tribunal Regional de Klagenfurt de Austria, que interpeló a la corte de Luxemburgo si un tribunal nacional tenía competencias para juzgar sobre las indemnizaciones que los dueños de los coches trucados de la marca alemana reclamaban en el país austriaco a través de una asociación de consumidores. Según el TJUE, cuando determinados vehículos han sido equipados ilegalmente por su fabricante en un Estado miembro, en este caso Alemania, con un software que manipula los datos relativos a las emisiones de los gases de escape antes de ser adquiridos por un tercero en otro Estado miembro, como Austria, el lugar de materialización del daño se halla en este último. El daño, en este caso, se correspondería con la diferencia de valor del vehículo entre lo que pagó el propietario y el valor real del automóvil, devaluado al conocerse el engaño del constructor alemán.
Por tanto, el TJUE añadió que a pesar de que esos vehículos adolecían de un vicio desde la instalación del mencionado software, ha de considerarse que el daño alegado no se materializó hasta el momento en que fueron adquiridos, debido a que su compra se hizo a un precio superior a su valor real. Precisó que, en el caso de la comercialización de vehículos cuyo fabricante equipa con un dispositivo ilegal, el perjuicio sufrido por el cliente final no es ni indirecto ni puramente patrimonial y se materializa en el momento en que dicho vehículo se adquiere de un tercero.
El grupo Volkswagen admitió en septiembre de 2015 haber manipulado más de once millones de automóviles diésel en todo el mundo.