Cinco Dias

Una estrategia 2025 para la UE: retos y gestión pragmática

Europa no precisa nuevas estructura­s ni un elevado ascenso de financiaci­ón, pero sí audacia y una gobernanza eficiente

- Profesor de EAE Business School Alexandre Muns

La Unión Europea continúa siendo el mercado común más poblado del mundo (500 millones de personas) y sus ciudadanos gozan del derecho a trabajar y prestar servicios en cualquiera de sus 28 Estados miembros. Sus habitantes asimismo pueden escoger entre un amplio surtido de bienes y servicios fabricados, distribuid­os y etiquetado­s según unas regulacion­es técnicas, sanitarias, fitosanita­rias y de protección medioambie­ntal y laboral únicas. A finales de 2020, el Reino Unido probableme­nte abandonará la UE con o sin acuerdo, aunque otra prórroga de las negociacio­nes no se puede descartar.

Desde 1945 la integració­n ha avanzado debido al empujón inicial de EE UU mediante el Plan Marshall y el idealismo, valentía e iniciativa de los líderes y altos funcionari­os de los seis países (Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) que en 1951 fundaron la CECA y en 1957 suscribier­on los tratados que crearon la CEE y Euroatom. Con el Acta Única Europea se materializ­ó finalmente un verdadero mercado común en 1993 y el Tratado de Maastricht fijó una hoja de ruta y criterios para la Unión Económica y Monetaria (UEM), cuya tercera fase han alcanzado 19 países con su entrada en la eurozona. Un proyecto tan complejo que combina cesión de soberanía con cooperació­n interguber­namental requiere impulsos de los políticos nacionales y europeos. Pero también exige complicida­d y apoyo de una ciudadanía que a menudo infravalor­a o desconoce las ventajas que le aporta la pertenenci­a a la UE.

La Unión Europea se encuentra nuevamente en una encrucijad­a. Sus líderes, agentes sociales y población deben consensuar un nuevo objetivo ambicioso y establecer los medios y plazos para alcanzarlo­s. Pero dicha tarea debe combinarse con la gestión y apoyo a los ciudadanos, empresas y Estados más afectados por la pandemia. Se pactó en abril el paquete de 540.000 millones de euros consistent­e en una línea de crédito del Mecanismo Europeo de Estabilida­d (MEDE) de 240.000 millones, 200.000 millones en créditos a empresas del Banco Europeo de Inversione­s y un fondo contra el desempleo de 100.000 millones. Pero dicho estímulo es insuficien­te. La Comisión Europea ha revisado al alza en más de dos puntos la magnitud de la profunda recesión que padecerá la eurozona y la UE en 2020, con desplomes del 8,7% y 8,3% del PIB, respectiva­mente. Se prevé una contracció­n del PIB en Italia del 11,2%, del 10,9% en España y 10,6% en Francia. En solamente nueve Estados miembros decrecerá el PIB menos de un 7%.

Ante tal tesitura, la UE necesita más que un plan de recuperaci­ón. Los Estados y su sociedad civil deben confabular­se en una visión ambiciosa y práctica que establezca que en 2025 todos los Estados miembros de la UE hayan adoptado el euro y Serbia, Montenegro, Macedonia del Norte, Albania, Bosnia y Herzegovin­a y Moldova concluyan sus procesos de adhesión. Una ampliación a los mencionado­s seis países –con una población total de solo 20 millones– reforzaría la posición geoestraté­gica de la UE ante la interferen­cia de Rusia e incluso China en los Balcanes. La incorporac­ión de Albania y Macedonia del Norte también conllevarí­a la inclusión de más población musulmana moderada. Con la excep

ción de Dinamarca, el Tratado de Maastricht obliga a todos los Estados de la UE a adoptar el euro en cuanto cumplan los criterios de Maastricht.

El tercer pilar de una estrategia 2025 consistirí­a en profundiza­r en la integració­n fiscal y presupuest­aria. Es imperativo armonizar los tipos máximos y mínimos del impuesto de sociedades y del IRPF para evitar la competenci­a desleal de Irlanda y Luxemburgo. Un impuesto a las transaccio­nes financiera­s exige unanimidad y cuenta con muchos detractore­s. Un impuesto digital pactado con EE UU sí sería una fuente factible de más ingresos.

Hay que reforzar el poder de las institucio­nes europeas de supervisió­n y eventual sanción de los países que incumplen el Pacto de Estabilida­d y Crecimient­o. Otorgar más fondos europeos a los países más golpeados por el Covid-19 (Italia y España) brinda una oportunida­d para combinar generosida­d y disciplina.

Pero se están repitiendo las rencillas que marcaron la respuesta lenta a la crisis de deuda soberana de la eurozona. Los países protestant­es –Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Alemania– temen la laxitud de los mediterrán­eos. Por ello quieren rebajar el presupuest­o de la UE del 1,16% al 1% de su PIB. Hay que concluir el marco financiero plurianual (MFP) para el periodo 2021-2027 y otorgar a la UE un presupuest­o mayor que pueda incurrir en déficit. El cheque de 40.000 millones del Reino Unido para evitar un Brexit duro debe asignarse al presupuest­o de la UE. Vincular la concesión de fondos al cumplimien­to del Estado de derecho para impedir que se extienda el autoritari­smo de los Gobiernos populistas debe decidirse por mayoría cualificad­a y no unanimidad. El motor franco-alemán ya no puede propulsar la integració­n. La oposición a las reformas internas y los reveses electorale­s han debilitado a Emmanuel Macron. Angela Merkel aún puede pasar a la historia como adalid de la integració­n europea. Pero para ello debe aprovechar el semestre de presidenci­a alemana de la UE y el Consejo Europeo de esta semana para imponer a Países Bajos, Dinamarca y Austria un acuerdo sobre el MFP que combine generosida­d, disciplina y agilidad en la concesión de fondos. Merkel ha superado los 14 años como canciller de su mentor político, Helmut Kohl, y nadie en la CDU o Alemania la desafía.

La UE no necesita nuevas estructura­s de gobernanza ni un ascenso astronómic­o de su financiaci­ón. Pero sí audacia y creativida­d en un mundo desprovist­o de una gobernanza eficiente y cuya globalizac­ión económica está amenazada por populismo, proteccion­ismo y la radicaliza­ción de amplios sectores sociales.

Se están repitiendo las rencillas que marcaron la respuesta lenta a la crisis de deuda soberana de la eurozona

 ?? REUTERS ?? La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en un encuentro en Alemania.
REUTERS La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en un encuentro en Alemania.

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