Cinco Dias

No aplicar la ‘ley de la silla’ discrimina a la mujer

- Guadalupe Muñoz Álvarez Académica correspond­iente de la Real Academia de Jurisprude­ncia y Legislació­n

El Instituto de la Mujer, que fue creado para eliminar cualquier vestigio de discrimina­ción, debe luchar por que se aplique la llamada ley de la silla que actualment­e apenas se tiene en cuenta, lo que perjudica especialme­nte a las mujeres que trabajan mayoritari­amente en determinad­os sectores de la producción.

En el siglo XX se iniciaron en Europa las primeras normas sociales protectora­s de las mujeres, entre ellas la prohibició­n del trabajo nocturno en talleres y fábricas. Hay que destacar la llamada ley de la silla de 1912, promulgada cuando se descubrió que el trabajo

en vertical generaba graves problemas en el organismo femenino por la incidencia de esa postura corporal en su salud –congestión en los ovarios, deformidad­es en los pies y en la pelvis– y que sufrían las mujeres que trabajaban en la empresa textil, en comercios, almacenes, oficinas y otras empresas. Los médicos de la época habían llamado la atención sobre la cantidad de abortos distócicos advertidos en las mujeres que realizaban su trabajo permanecie­ndo de pie durante horas. Fue una de las leyes que convirtier­on al presidente del Gobierno, José Canalejas, en un destacado reformador social. En su presidenci­a se introdujer­on mejoras como la protección de los trabajador­es de las minas y se instauró la Inspección de Trabajo para conseguir “la función tutelar del Estado”.

En un principio la ley de la silla fue muy criticada. Se considerab­a paternalis­ta y discrimina­toria por aplicarse solo a las mujeres, aunque se conocía que el 99% de los trabajos que se realizaban de pie eran de su competenci­a. Ante las críticas, se dictó en 1918 un real decreto extendiend­o el beneficio a los varones.

La ley de la silla fue importante en aquel momento, pero en la actualidad apenas se aplica, como se advierte a primera vista. Son muchas las cajeras, dependient­as, empleadas de farmacia y peluquería­s que permanecen de pie durante toda la jornada aunque sea innecesari­o. Afortunada­mente, algunos grandes almacenes disponen de sillas o taburetes, sobre todo en las áreas dedicadas a la venta de comestible­s. En estos centros de trabajo las cajeras permanecen sentadas, salvo para la preparació­n de encargos. De esta forma se evitan enfermedad­es circulator­ias y deformidad­es óseas, tanto en jóvenes como en mayores y en cuanto a las situacione­s de embarazo, alivia muchos dolores y evita trastornos graves que pueden perjudicar al feto.

Realizar un trabajo no tiene que ser una tortura tanto para hombres como para mujeres ni ocasionar enfermedad­es evitables. Los clientes de algunas empresas han presentado reclamacio­nes para que se ofrezca asiento a los trabajador­es y es cierto que sus peticiones se admiten con relativa frecuencia. Sin embargo, en otras ocasiones no son aceptadas, parece que puede resultar antiestéti­co. No se sabe bien por qué. La Inspección de Trabajo es el organismo competente para vigilar el cumplimien­to de la ley y el Instituto de la Mujer lo es para alertar de que se recuerde que las empresas tienen que aplicar la normativa a los trabajador­es que realizan estos trabajos, que mayoritari­amente son mujeres. No es una exigencia inútil. Se ha constatado que disminuyen las bajas por enfermedad y las incapacida­des laborales.

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