El anhelo de una fábrica europea de chips es el carro delante de los bueyes
Europa está preocupada por sus carencias en semiconductores. En julio, el comisario europeo y ex-CEO de Atos Thierry Breton planteó que el bloque debería aspirar a producir chips de 2-3 nanómetros (nm). Un grupo de 19 Gobiernos europeos insistió en ello en diciembre. Bloomberg ha contado que Europa está sopesando un acuerdo con Taiwan Semiconductor Manufacturing (TSMC) y Samsung, probablemente las únicas capaces de construir una fábrica tan avanzada.
La preocupación es legítima. Según la patronal SEMI, Europa y Oriente Próximo solo suponen el 7% de la capacidad de producción de chips de circuitos integrados, frente a sendos quintos de Taiwán y Corea. Los diseñadores europeos subcontratan gran parte de su fabricación a TSMC y Samsung. Es bueno para los márgenes, pero geopolíticamente arriesgado. Taiwán es una isla propensa a los terremotos codiciada por China, mientras Corea limita con un Estado nuclear hostil. En 2020, EE UU convenció a TSMC para que gastara 12.000 millones de dólares en una nueva fábrica de 5 nm en Arizona, reduciendo su dependencia de Asia. ¿Por qué no Europa?
El problema es que los fabricantes de la UE no están preparados para usar una planta de 2 nm. A diferencia de Nvidia y AMC, de EE UU, que diseñan procesadores de alto rendimiento para centros de datos e IA, la alemana Infineon y la francoitaliana STMicroelectronics se especializan en chips de automoción e industriales que requieren técnicas de producción menos avanzadas. Y, a diferencia de Tesla, las automotrices europeas no suelen diseñar sus propios chips de autoconducción. Dado que las fábricas no son rentables hasta que funcionan a plena capacidad, TSMC y Samsung se arriesgarían a perder dinero con una planta europea de vanguardia, incluso con generosos incentivos.
Europa debe cambiar eso. Debería sembrar la semilla de una Nvidia europea invirtiendo más en organizaciones de formación e investigación. Y podría crear demanda de una fábrica avanzada animando a las automotrices a diseñar sus propios chips, potencialmente con exenciones fiscales a la I+D, matando dos pájaros de un tiro.