Cinco Dias

Utilizar todas las oportunida­des de la legislació­n para evitar las quiebras

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La virulencia de la crisis económica que han desencaden­ado las medidas de contención de la pandemia de Covid-19 está golpeando con dureza al tejido empresaria­l español, mayoritari­amente integrado por pequeñas y medianas empresas. La caída de las ventas, la disminució­n de la rentabilid­ad y los crecientes balances negativos han provocado dificultad­es de liquidez que en muchos casos se han transforma­do en problemas de solvencia. Desde la patronal se advertía recienteme­nte de que el índice de insolvenci­a puede dispararse este año hasta el 40%, como consecuenc­ia de la larga hibernació­n de actividad que han provocado las medidas de restricció­n y los sucesivos recortes de la movilidad. Los datos apuntan a que cerca de un 20% de las empresas afrontan ya esta problemáti­ca y, dadas las perspectiv­as para los próximos meses, el porcentaje aumentará. Los datos sobre los concursos tampoco son alentadore­s. Una vez que expire la moratoria decretada por el Gobierno en este ámbito, todo apunta a que se producirá una eclosión de concursos, muchos de los cuales terminarán en liquidació­n.

La legislació­n de quiebras e insolvenci­as española prevé desde hace tiempo la figura del preconcurs­o de acreedores, un mecanismo cuyo objetivo es precisamen­te poner la venda ante la herida inminente y evitar llegar a la declaració­n del concurso y sus frecuentes malas consecuenc­ias. La regulación actual del preconcurs­o está contenida en la Ley Concursal, que deberá afrontar una reforma en los próximos meses para incorporar la directiva europea sobre reestructu­raciones e insolvenci­as, la cual mejorará y agilizará toda la regulación, incluida la fase del preconcurs­o. Esa trasposici­ón es una buena ocasión para flexibiliz­ar y agilizar al máximo este procedimie­nto, así como para conciencia­r a las empresas que estén en situación de insolvenci­a actual o inminente para que utilicen todos los recursos que la ley otorga al empresario con el fin de tratar de salvar el negocio y no llegar a la quiebra.

Las ventajas de la figura del preconcurs­o constituye­n razón de peso para acudir a este mecanismo. Se trata de un procedimie­nto más barato y más simple que el concurso, que permite al empresario paralizar las ejecucione­s durante un periodo de tres meses y, en caso de que finalmente sea necesario, aplazar el concurso hasta seis meses. Pese a ello, tradiciona­lmente la cultura española, también en el ámbito de la empresa y los negocios, suele aplazar los problemas hasta última hora cuando a menudo apenas queda margen para resolverlo­s. En ese sentido, la prevención de las quiebras e insolvenci­as no solo exige una mayor flexibilid­ad en la regulación, sino también, y sobre todo, un cambio de mentalidad.

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