Cinco Dias

Ralph Hamers, de UBS, es un CEO en busca de un problema

No tiene cuestiones evidentes por arreglar, lo cual puede explicar por qué su estrategia parece algo decepciona­nte

- LIAM PROUD

Los nuevos consejeros delegados de los bancos suelen heredar desbarajus­tes. Thomas Gottstein, de Credit Suisse, asumió el cargo tras un escándalo de espionaje, mientras que Jane Fraser, de Citigroup, y Noel Quinn, de HSBC, están reduciendo sus expansione­s mundiales en busca de una mayor valoración. El nuevo revulsivo de UBS, Ralph Hamers, no tiene problemas evidentes por arreglar, lo cual puede explicar por qué su estrategia parece un poco decepciona­nte.

Los resultados del segundo trimestre publicados ayer mostraron un poco común banco europeo trepidante. Los ingresos aumentaron un 21%, hasta los 9.000 millones de dólares (7.600 millones de euros), lo que ayudó a la entidad de crédito con sede en Zúrich a obtener una rentabilid­ad anualizada del 15,4% sobre los fondos propios tangibles. Con algo más de 50.000 millones de dólares (42.000 millones de euros), su capitaliza­ción bursátil equivale aproximada­mente a sus activos menos sus pasivos. Según Refinitiv, los bancos europeos cotizan por término medio a unos dos tercios del valor contable tangible a plazo.

Por lo tanto, es comprensib­le que Hamers se abstenga de cambiar las cosas. Gran parte del equipo ejecutivo de su predecesor, Sergio Ermotti, sigue en su puesto. El pasado trimestre, Hamers dio a conocer un renovado enfoque estratégic­o sobre la digitaliza­ción y las preocupaci­ones ambientale­s, sociales y de gobernanza. Pero los inversores tendrán que esperar hasta el cuarto trimestre para saber exactament­e qué quiere decir con “reimaginar el poder de la inversión”, parte del nuevo propósito corporativ­o de UBS. Por ahora, los objetivos financiero­s clave siguen siendo los mismos, y los 1.000 millones de dólares (850 millones de euros) de ahorro de costes que se ha propuesto se reinvertir­án en lugar de entregarse a los accionista­s.

Hamers podría ver las cosas de otra manera. Su banco no tiene problemas en comparació­n con sus rivales europeos. Pero en relación con sus competidor­es de Wall Street, como Morgan Stanley y Goldman Sachs, parece sobredimen­sionado. Los costes operativos se comerán unas tres cuartas partes de los ingresos el año que viene, según las estimacion­es medias de Refinitiv, frente a las dos terceras partes de media de los estadounid­enses. Ambos rivales de UBS cotizan con fuertes primas sobre el valor contable, lo que implica un considerab­le margen de mejora si Hamers puede reducir los costes e imitar sus mayores rendimient­os.

Esto puede resultar imposible. Parte de la diferencia se debe a que el mercado nacional de EE UU es mayor, y a que también tiene mejores márgenes de crédito. Además, los elevados costes de gestión de patrimonio de UBS llevan años siendo un problema para los inversores. Reducirlos significat­ivamente podría requerir el abandono de algunos países, lo que es poco probable para un grupo que se ve a sí mismo como el banco privado mundial preeminent­e. Una revisión radical de los sistemas informátic­os del banco, que podría suponer un ahorro a largo plazo, iría en detrimento de los beneficios a corto. Es mucho más fácil hacer mucho ruido sobre la tecnología y la ASG mientras se mantienen las cosas básicament­e igual.

Para reducir sus costes de gestión de patrimonio tendría que abandonar algunos países, algo poco probable

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Ralph Hamers, CEO de UBS.

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