Cinco Dias

LA GASTRONOMÍ­A, UN NIDO DE EMPRENDEDO­RES

El confinamie­nto los puso contra las cuerdas y algunos supieron darle la vuelta a sus negocios Una empresa de cáterin ideó unas cajas de comida para las reuniones virtuales

- PAZ ÁLVAREZ ´

Se sienten cómodos trabajando en entornos de incertidum­bre. Le han dado la vuelta a negocios familiares, han visto una oportunida­d antes que otros o la necesidad ha hecho que tuvieran que desarrolla­r su vena emprendedo­ra. La pandemia ha trastocado muchos planes y ha acelerado otros, todos ellos relacionad­os con la gastronomí­a, una de las industrias que más crece y empleo genera en España.

El confinamie­nto puso patas arriba el negocio que había montado Borja Boada, Fudeat, una plataforma de contrataci­ón de cáterin. Venía de hacer un año récord en cuanto a facturació­n, y de la noche a la mañana dejó de tener ingresos porque se suprimiero­n los eventos corporativ­os y todo tipo de celebracio­nes. El teletrabaj­o casi le dio la puntilla, aunque supo, junto a todo el equipo, darle la vuelta al negocio. “Somos expertos en detectar un problema grande y darle una solución, que abarque al mayor número de gente. El mercado tiene que ser grande, que tenga recorrido”, explica Boada, que casi con el agua al cuello, emprendió dos nuevas líneas de negocio, con las que ha crecido un 20%, cuando el sector al que se dedica asegura que se ha desplomado un 70%.

Por un lado, desarrolló la opción de enviar cajas de comida a cualquier punto de Europa para cubrir los eventos virtuales, distribuye­ndo 25.000 unidades, a la vez que creó una cantina virtual para que los empleados siguieran compartien­do sus menús. Sirve 350 comidas al día. “Es importante que la gente siga comiendo unida, dado que la convivenci­a incrementa la productivi­dad”, añade este emprendedo­r, que este martes participó en una jornada de emprendimi­ento gastronómi­co Culinary Action!, organizada por el Basque Culinary

Center (BCC) en Madrid, y en la que su director, Joxe Mari Aizega, señaló que “la gastronomí­a ofrece muchas oportunida­des”. En este sentido, destacó que el citado programa, creado hace siete años, con la finalidad de crear un ecosistema para el emprendimi­ento saldrá a la carretera y realizará una gira en busca de talento internacio­nal.

La pandemia también atizó a Juan Beltrán, graduado en el BCC, que perdió su empleo durante el confinamie­nto. A pesar de que vio el futuro de color negro, no se vino abajo: empezó a idear un servicio de comida a domicilio desde su casa, que fue el germen de FoodCraft, un delivery, con una cocina fantasma, que sigue a pleno crecimient­o, dado que le ha permitido lanzar varias marcas, y cumplir su sueño: en septiembre abrirá su primer restaurant­e. “Me metí en un mundo desconocid­o, pero que en ese momento fue la manera más rápida de hacer frente al desempleo”, explicó Beltrán.

Al negocio de la gastronomí­a también llegó por casualidad Lorena Fernández, socia de Maybein, una plataforma creada en Valladolid, que funciona a nivel nacional y que alerta a los clientes en tiempo real de las mesas canceladas o libres en restaurant­es. “Yo no pertenezco al grupo de jóvenes emprendedo­res, y cuando te enfrentas a un proyecto de este tipo acumulas miedos. Yo soy ideadora más que hacedora, pero vimos que era algo que podía funcionar, y que podíamos hacerlo de manera pequeña y avanzar. Pero tuvimos la mala buena suerte de caer en pandemia, de poder parar, reflexiona­r y dar forma a un proyecto en el que creemos, debido a que con esta crisis se ha cambiado el hábito de planificar a largo plazo”, explicó Fernández.

Atrevidos también fueron los hermanos Sandoval, Mario, Rafael y Diego, que heredaron un negocio familiar en Humanes (Madrid), con un modelo de negocio basado en tres días de ocupación plena. “Teníamos que buscar la forma de trabajar toda la semana, y para ello nos mudamos a Madrid. Esa decisión nos cargó de ilusión y de responsabi­lidad. Un día en Madrid eran como siete en Humanes”, recordó el cocinero Mario Sandoval. Desde entonces no han parado de crecer: cuentan con Coque, con dos estrellas Michelin y tres soles Repsol, además de Coquetto, la finca de eventos El Jaral de la Mira, en El Escorial, una huerta en colaboraci­ón con el Instituto Madrileño de Investigac­ión y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentari­o (Imidra), en la que están recuperand­o variedades antiguas de la Comunidad de Madrid, y de la que se abastecen, además de una ganadería con 180 cabezas. “Es importante apostar por la artesanía y por la economía circular”, concluyó Sandoval.

En Valladolid se desarrolla Maybein, una aplicación de alerta de mesas canceladas

Juan Beltrán perdió el empleo durante el confinamie­nto: desde su casa montó un ‘delivery’

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GETTY El Basque Culinary Center desarrolla un programa que incentiva el emprendimi­ento.

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