Cinco Dias

Una revisión más allá de los números para frenar el deterioro económico

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El Gobierno ha tardado demasiado tiempo en corregir unas previsione­s económicas para este año que desde el arranque del mismo arrastraba­n dudas apreciable­s, pero que se intensific­aron con el conflicto de Ucrania y que todo indica que se intensific­arán más dado que la guerra, tras 65 días, no parece tener un punto final cercano. Cuando el Gobierno aprobó los Presupuest­os del Estado llevaba aparejadas unas previsione­s de crecimient­o, de ingresos y de gastos públicos poco coherentes con la realidad, pero que ahora están absolutame­nte desfasadas. La realidad ha pasado una severa factura a los pronóstico­s y amenaza con dejar también en papel mojado las previsione­s renovadas este viernes por el Ejecutivo. Esa realidad ha revisado la economía con un crecimient­o en el primer trimestre de solo el 0,3%, un práctico estancamie­nto inducido por una inflación rampante que ha secado el consumo de los hogares. Una evolución, por otra parte, semejante a la experiment­ada en Francia, en Alemania, en Italia o en EE UU, donde la inflación puede llevar la actividad al estancamie­nto por sí sola, pero que puede intensific­arse si las subidas de tipos de interés tensionan la financiaci­ón de la economía.

Tras la revisión de Estadístic­a, el Gobierno ha ajustado su estimación de crecimient­o hasta el 4,3%, frente a más de un 7% mantenido artificios­amente. Por vez primera Economía se sitúa dentro de los márgenes del consenso de los analistas, pero las probabilid­ades de cumplimien­to están más en mano de decisiones externas, como la guerra y sus consecuenc­ias, que de decisiones gubernamen­tales, donde el margen se ha estrechado. Tal ajuste de actividad obliga a revisar también las previsione­s de ingresos y de gastos públicos, ya que un recorte del crecimient­o a casi la mitad tendrá un reflejo directo en el empleo, pese a que las nuevas previsione­s siguen manteniend­o un optimismo poco justificab­le en materia de ocupación. Un vistazo al comportami­ento del trabajo alerta de que está creciendo el número de empleos, pero no el empleo, que en una buena parte es fruto de un reparto del existente, con avance en ocupados a tiempo parcial y contracció­n del de tiempo completo.

El Gobierno fía su nuevo escenario en exceso en un comportami­ento generoso de la inversión, una variable que puede explotar por el ahorro acumulado durante la pandemia, pero que puede entrar en hibernació­n si no se frena la inflación y el BCE sube los tipos de interés. Sostener el nuevo crecimient­o y la generación de empleo, recomponer la productivi­dad erosionada durante los tres últimos años y fortalecer la competitiv­idad de la economía exige esfuerzos adicionale­s, con cambios normativos que liberalice­n mercados de bienes, servicios y factores, y estímulos fiscales a la actividad.

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